domingo, 30 de octubre de 2016

Hermanos


Alguna vez os he hablado en este espacio de un refugio que tengo en un pueblo de Toledo, cerca de Madrid. Es un lugar especial porque allí tengo mis raíces, toda mi familia viene de ese lugar y es un sitio donde la vida se respira de un modo diferente. En fines de semana como este, muy cercano al día de Todos los Santos, ese lugar tiene un significado muy especial para mí. En mi familia sigue muy arraigada la tradición del día de Todos los Santos en el que se hace una visita especial al cementerio para recordar a esas personas que siguen siendo muy queridas, siguen estando muy presentes en nuestras vidas pero físicamente ya no podemos disfrutar de ellos desde hace años. 

Este año no estaré el día 1 de noviembre en ese lugar con lo cual ayer adelanté mi visita a ese cementerio que alberga una parte muy importante de mi pasado. A esta visita fui acompañada de mi hermana Ana, mi hermana mayor, y el hecho de acudir con ella a este cementerio hizo que fuera un momento muy especial. Mi hermana Ana es una persona extraordinaria, tiene una fortaleza fuera de lo común, es luchadora, alegre y tiene un corazón enorme. Al ser la mayor no sólo de los tres hermanos que somos nosotros sino también la mayor de todos los primos, en su momento tuvo una carga de responsabilidad extra y quizás esto ha hecho que tenga esa gran fortaleza que la caracteriza. Para mí siempre ha sido un referente, desde bien pequeña observaba sus movimientos, los imitaba y la seguía a todas partes, lo cual para ella debía ser un poco agobiante pero siempre estaba pendiente de que yo estuviera bien. Hemos crecido muy unidas, compartíamos habitación y recuerdo con cariño las noches en las que manteníamos largas conversaciones haciéndonos toda clase de confidencias. 

Ya no compartimos tanto tiempo juntas, nuestras vidas van por caminos diferentes, pero un día como ayer disfrutamos de un momento especial, pasear, hablar y compartir emociones. El contexto de visitar las sepulturas de nuestros abuelos nos llevó a compartir recuerdos de nuestra infancia y adolescencia que las dos guardamos con mucho cariño y que de alguna manera han hecho que seamos hoy las personas que somos. Ambas estamos de acuerdo en la suerte que tuvimos de vivir la infancia muy vinculada a nuestros abuelos, los cuales, los cuatro, nos han dejado muchas anécdotas y aprendizajes que guardamos vivos en nuestro recuerdo. Esos aprendizajes y experiencias siguen vivos en nuestro presente pero acabamos hablando del momento actual que estamos viviendo cada una, nuestras expectativas hacia el futuro,… Compartir todo esto con ella me aportó una sensación de paz muy especial, nos reímos incluso de las situaciones más difíciles que hacemos frente lo cual creo que a ambas nos ayudó a relativizar aspectos de nuestro pasado y presente que son o han sido más complicados.

Sobre esa visita al cementerio hay una reflexión que me quedó como poso y es que de algo tan doloroso como es la muerte y perder seres queridos, con el tiempo, tenemos la posibilidad de mantener vivas en nuestro recuerdos a esas personas que perdemos, valorar las cosas que nos han aportado, ser conscientes de lo importantes que son en nuestro pasado, presente y futuro… y esto se convierte en un bálsamo para afrontar ese dolor por la pérdida.

Como comentaba antes somos tres hermanos así que ya que he nombrado a mi hermana creo que es justo nombrar a mi hermano Nacho, el pequeño de la familia. La suerte de estar en el medio de los tres es que con ambos me llevo los mismos años y eso me ha dado la oportunidad de compartir muchas vivencias con los dos. En el caso de mi hermano, al ser el pequeño era yo quien me sentía con la responsabilidad de cuidar de él y velar porque estuviera bien. Nacho es muy noble, honesto, especialmente sociable, generoso y con un gran sentido del humor (con él siempre acabas sacando el lado bueno de las cosas). Además es de esas personas que tiene siempre una mano tendida para ayudar a quien lo necesite sin necesidad de pedirle ayuda. Para mí ha sido un gran apoyo en los momentos difíciles en los que le he tenido especialmente cerca.

Pero como en todas las relaciones personales la relación que tengo y he tenido con mis hermanos no está libre de conflictos. Creo que con las personas que más he discutido en mi vida es precisamente con ellos, desde diferencias pequeñas de niños hasta grandes diferencias de mayores, grandes discusiones,... Porque la realidad es que nos hemos criado muy unidos pero es sorprendente lo diferentes que somos entre los tres y los diferentes caminos que hemos tomado en la vida.

Con todo esto mi reflexión de la semana es poner en valor las raíces que me sostienen y el entorno más íntimo en el que me apoyo que es especialmente incondicional e importante para mí. De este modo cobra especial sentido un aspecto que en Psicología Positiva se trata con frecuencia y es ser conscientes de los aspectos positivos de nuestro pasado, valorarlos y utilizarlos en nuestro presente fortaleciendo nuestra actitud positiva hacia el futuro.

Que paséis una feliz semana!

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