Seguro que os ha pasado alguna vez que después de estar un rato con una persona determinada, el simple hecho de compartir ese momento hace que sintáis emociones positivas. En cambio, hay otras personas que pasar un rato con ellas supone como si se llevaran parte de vuestra energía. A mí al menos me ocurren ambas situaciones, es por eso que cobra sentido ese refrán que mis abuelos y padres me repetían en mi niñez… “Quien a buen árbol se arrrima buena sombra le cobija”
Hay personas con las que compartir un pedazo de su tiempo me hace sonreír, relativiza mis preocupaciones, aporta valor en mi vida y me genera gran bienestar. Sin embargo hay otras personas que me proporcionan cierto “mal rollo”, me ensombrecen y oscurecen en cierta manera el momento que comparto con ellas. Este segundo grupo de personas se denominan “personas tóxicas”. Sobre este tema se han escrito multitud de libros que apoyan la teoría de la existencia de este tipo de personas y en general coinciden en que, una vez detectadas este tipo de personas lo más conveniente es intentar cortar el vínculo con ellas. No siempre es posible cortar ese vínculo por el tipo de situación o relación que se mantiene con ellas pero el hecho de detectarlas ya es un buen paso.
Algunas características que a lo largo de la literatura se ha puesto de manifiesto que identifican a una persona tóxica son las siguientes:
1. Se muestran especialmente narcisistas, olvidándose de las personas que tienen a su alrededor e intentando alimentar su ego de forma constante.
2. Su discurso se centra muy concretamente en quejas y pesimismo.
3. De forma constante asumen el rol de víctimas como si todo lo que no va bien en su vida es únicamente responsabilidad de otros.
4. Es muy probable que encuentren muchas excusas para no intentar emprender acciones.
5. En estas personas es posible que se detecte de forma más frecuente de lo normal aspectos como envidia, celos y soberbia. Son aspectos que todos sentimos en diferentes momentos de nuestra vida pero cuando se convierten en sentimientos habituales pueden derivar en comportamientos muy negativos.
6. Las personas tóxicas tienen especial dificultad para vivir en paz y armonía con los demás y su alrededor.
Según el psicólogo Alberto Soler "Mantener la distancia de personas que nos hacen sentir mal es un buen modo de proteger nuestra salud emocional y física”. Esto es por la Ley de contagio emocional. El ser humano es sociable por naturaleza y en gran medida nos contagiamos unos a otros tanto las emociones positivas como las negativas.
Como en todo lo que tiene que ver con personas hay ciertos matices. No considero que en todos los casos que detectemos actitudes como las descritas la respuesta deba ser de evitación. A veces la vida nos pone en situaciones que pueden llevarnos temporalmente a tener este tipo de actitudes por lo que la primera opción desde mi punto de vista, sería seguir escuchando a esa persona e intentar apoyar y si es posible ayudar a que salga de ese momento difícil que está afrontando. Caso diferente es el de las personas en las que este tipo de actitud no es algo puntual por vivencias negativas concretas sino que es su manera de afrontar la vida en general.
Analizando estas características hay una reflexión que no puedo evitar y es ¿actúo o he actuado como persona tóxica para otros en algún momento? La respuesta a ello es que sí y me parece igual de importante tanto identificar esas personas que no me hacen bien como saber cuándo yo me puedo convertir en una de ellas y poder evitarlo. Es por esto que me gusta rodearme de personas positivas, no conformistas, que no vivan en la queja constantemente y sean capaces de aportar soluciones para afrontar sus situaciones adversas. Del mismo modo, en la medida de lo posible, intento adoptar ese tipo de actitud que considero es constructiva tanto para mí como para mi entorno.
Que paséis una feliz semana!
Hay personas con las que compartir un pedazo de su tiempo me hace sonreír, relativiza mis preocupaciones, aporta valor en mi vida y me genera gran bienestar. Sin embargo hay otras personas que me proporcionan cierto “mal rollo”, me ensombrecen y oscurecen en cierta manera el momento que comparto con ellas. Este segundo grupo de personas se denominan “personas tóxicas”. Sobre este tema se han escrito multitud de libros que apoyan la teoría de la existencia de este tipo de personas y en general coinciden en que, una vez detectadas este tipo de personas lo más conveniente es intentar cortar el vínculo con ellas. No siempre es posible cortar ese vínculo por el tipo de situación o relación que se mantiene con ellas pero el hecho de detectarlas ya es un buen paso.
Algunas características que a lo largo de la literatura se ha puesto de manifiesto que identifican a una persona tóxica son las siguientes:
1. Se muestran especialmente narcisistas, olvidándose de las personas que tienen a su alrededor e intentando alimentar su ego de forma constante.
2. Su discurso se centra muy concretamente en quejas y pesimismo.
3. De forma constante asumen el rol de víctimas como si todo lo que no va bien en su vida es únicamente responsabilidad de otros.
4. Es muy probable que encuentren muchas excusas para no intentar emprender acciones.
5. En estas personas es posible que se detecte de forma más frecuente de lo normal aspectos como envidia, celos y soberbia. Son aspectos que todos sentimos en diferentes momentos de nuestra vida pero cuando se convierten en sentimientos habituales pueden derivar en comportamientos muy negativos.
6. Las personas tóxicas tienen especial dificultad para vivir en paz y armonía con los demás y su alrededor.
Según el psicólogo Alberto Soler "Mantener la distancia de personas que nos hacen sentir mal es un buen modo de proteger nuestra salud emocional y física”. Esto es por la Ley de contagio emocional. El ser humano es sociable por naturaleza y en gran medida nos contagiamos unos a otros tanto las emociones positivas como las negativas.
Como en todo lo que tiene que ver con personas hay ciertos matices. No considero que en todos los casos que detectemos actitudes como las descritas la respuesta deba ser de evitación. A veces la vida nos pone en situaciones que pueden llevarnos temporalmente a tener este tipo de actitudes por lo que la primera opción desde mi punto de vista, sería seguir escuchando a esa persona e intentar apoyar y si es posible ayudar a que salga de ese momento difícil que está afrontando. Caso diferente es el de las personas en las que este tipo de actitud no es algo puntual por vivencias negativas concretas sino que es su manera de afrontar la vida en general.
Analizando estas características hay una reflexión que no puedo evitar y es ¿actúo o he actuado como persona tóxica para otros en algún momento? La respuesta a ello es que sí y me parece igual de importante tanto identificar esas personas que no me hacen bien como saber cuándo yo me puedo convertir en una de ellas y poder evitarlo. Es por esto que me gusta rodearme de personas positivas, no conformistas, que no vivan en la queja constantemente y sean capaces de aportar soluciones para afrontar sus situaciones adversas. Del mismo modo, en la medida de lo posible, intento adoptar ese tipo de actitud que considero es constructiva tanto para mí como para mi entorno.
Que paséis una feliz semana!
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