En varias ocasiones dentro de este blog habéis tenido la oportunidad de
leer sobre temas como la capacidad de aprendizaje y la gestión de los cambios.
Realmente son dos aspectos muy relacionados ya que aprender ciertas cosas en
muchas ocasiones deriva en cambios dentro de diferentes aspectos de nuestra
vida pero no siempre conseguimos que esos cambios perduren en el tiempo.
Para hablar de conseguir que esos cambios sean permanentes me voy a basar
en teorías expuestas por Tal Ben-Shadar, Licenciado en Filosofía y Psicología
por la Universidad de Harvard que además es Doctorado en Comportamiento Organizacional.
Su trayectoria ha destacado por escribir e impartir conferencias sobre temas
relacionados con Psicología Positiva y Liderazgo fundamentalmente.
Tal Ben-Shadar afirma que una constante del ser humano es el aprendizaje
pero no siempre aplicamos las lecciones que aprendemos de un modo estable a lo
largo del tiempo. En el ámbito empresarial esto se puede ver claramente cuando
un grupo de empleados acuden a una formación que les proporciona su empresa, en
la cual pueden sentirse entusiasmados, abrir los ojos a nuevas formas de
realizar sus tareas y pensar que las lecciones aprendidas pueden ser muy útiles
para su día a día. A este fenómeno lo denomina “efecto de la luna de miel” que
establece que durante ese curso las personas se emocionan, desean cambiar sus
hábitos e incluso perciben realmente cierto aprendizaje. Lo que ocurre a veces
es que cuando ese empleado vuelve a su puesto de trabajo, a su día a día, a las
prisas y la presión… esas lecciones aprendidas se desvanecen y vuelven a los
hábitos de trabajo previos a esa formación sin tener en cuenta esos aspectos
que habían aprendido y quizás podrían mejorar su forma de trabajar optimizando
sus resultados.
Pero si llevamos esto a nuestra vida cotidiana fuera de nuestra parte
esencialmente profesional ¿cuántas veces tenemos claro que queremos cambiar uno
u otro aspecto de nuestra vida pero somos incapaces de mantenerlo en el tiempo?
Somos conscientes del beneficio que puede provocar ese cambio en nosotros,
damos los primeros pasos que refuerzan esa idea porque hace que nos sintamos
mejor, pero es cierto que puede resultar complicado mantener esos nuevos
hábitos y caemos en la comodidad de vivir en base a nuestros hábitos
anteriores. Es muy posible que el primer razonamiento que tengamos es que para
mantener esos cambios necesitamos estar dotados de altas dosis de fuerza de
voluntad pero no siempre la autodisdiplina y la voluntad es fuerte en nosotros
por lo que podemos fracasar.
La teoría de Tal Ben-Shahar se apoya en que un aspecto fundamental para
anclar ciertos cambios en nuestra vida es apoyarnos en rutinas y rituales para
lograr dicho cambio y además mantenerlo. La mayor parte de nuestros hábitos los
tenemos tan interiorizados que no pensamos en ellos antes de realizarlos de
manera que la principal tarea es formar los hábitos para que posteriormente
sean los hábitos los que nos forman a nosotros y se conviertan en una nueva
forma de vida. De este modo, esos cambios que nos generan bienestar se pueden
mantener en el tiempo. Una vez que una nueva conducta o una conducta diferente
la convertimos en rutina no demanda de nosotros recursos cognitivos por lo que
actuamos de esa manera sin pensar que lo estamos haciendo así y que es un
comportamiento diferente al anterior.
En la misma línea esta teoría afirma que los cambios progresivos son más
fáciles de interiorizar que los cambios bruscos. Pero no siempre es posible
llevar a cabo un cambio progresivo sino que debe darse un cambio de un modo más
abrupto. En cualquier caso, la mayoría de las ocasiones, cuando nos planteamos
un cambio de hábitos en nuestra vida es porque sabemos que ese cambio nos va a
generar aspectos positivos o porque nuestros hábitos actuales no nos favorecen,
pero si no conseguimos interiorizar esos nuevos hábitos como diferentes
rituales y rutinas va a resultar fácil retomar costumbres anteriores que
hacíamos casi de forma involuntaria.
En mi experiencia personal, cuando he decidido realizar un cambio en mi
vida me he encontrado con situaciones diferentes. A veces me ha resultado fácil
adquirir nuevos hábitos e integrarlos en mi forma de vida, a veces no lo he
conseguido y otras me ha resultado especialmente complicado. Pero lo que en
ningún caso me ha funcionado es, en el momento en que he fracasado, mantener pensamientos
negativos sobre que no he sido capaz, que he tenido poca fuerza de voluntad,…
al fin y al cabo boicotearme a mí misma. Lo que realmente me ha servido en
estos casos es seguir intentándolo, buscar diferentes alternativas y reforzarme
yo misma para pensar que puedo conseguirlo y que voy a lograr mayor bienestar
por ello. Reconozco que a veces puede resultar más cómodo tirar la toalla pero
desde luego no es lo más reconfortante con lo cual hay un proceso de
automotivación importante que cada uno, de forma individual, debe trabajar. Pero
no nos olvidemos de nuestro entorno más cercano ya que la automotivación es
fundamental pero también es importante buscar apoyo externo con amigos,
familia,… que nos ayuden a mantenernos firmes y nos sirvan igualmente de
motivación para hacer efectivos esos cambios y mantenerlos de manera que se
conviertan en nuestro modo habitual de vida. Es importante escoger bien las
personas que van a suponer un apoyo porque van a ser parte esencial del proceso
y, bajo mi experiencia, este tipo de personas son aquellas que me generan más
confianza y son capaces de incentivar mi lado más positivo de manera que me
motivan a mejorar. Además, una vez conseguido el objetivo de cambio, tener con
quien compartirlo puede resultar una doble fuente de bienestar.
Que paséis una feliz semana!
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