domingo, 19 de febrero de 2017

Beny se despide en positivo

Este es el último post de este blog, las últimas palabras que publico. La razón o razones por las que he decidido poner fin a este espacio son diversas pero hay una razón principal y es que últimamente siento que escribo cada domingo casi por inercia. No es nada malo pero el sentido de este espacio se ha basado siempre en hacerlo con pasión e ilusión ya que es algo que hago porque quiero y sentir que lo hago por inercia hace que pierda cierto valor para mí. Llegados a este punto me parece oportuno escribir sobre por qué nació este proyecto, cómo ha evolucionado y por qué finaliza tras cuatro años.

Como todas las historias lo mejor para contarlas es ir al principio, el cual en este caso no es el día que nació el blog (4 de enero de 2013) sino mucho antes. No sé exactamente cuándo pero pongamos tres años antes, empecé a leer sobre una disciplina de psicología que estudiaba aspectos relacionados con la búsqueda del bienestar y la felicidad, se trataba de lo que se denomina Psicología Positiva. Me llamó poderosamente la atención y empecé a devorar bibliografía relacionada con el tema hasta que esto no me terminaba de saciar mi sed de conocimiento de manera que busqué dónde podía formarme en esta materia. Fue entonces cuando encontré el Instituto Europeo de Psicología Positiva y me lancé a estudiar sobre el tema durante un año. Fue un año intenso ya que compatibilizaba estos estudios con mi trabajo pero el Master en Psicología Positiva que cursé allí me dio una perspectiva nueva sobre desarrollo personal, campo que me parece apasionante. A partir de ahí seguí aprendiendo incluso tuve la oportunidad de llevar algún caso con personas a las que acompañé en momentos concretos para encontrar una mejora de su bienestar. La experiencia me gustó desde luego e incluso se me presentó la oportunidad de dar un giro profesional pero finalmente decidí continuar mi carrera por el camino que venía llevando. No obstante, tenía todos esos conocimientos teóricos adquiridos y muchas herramientas prácticas a mi alcance que me generaban cierta inquietud. En una charla una persona me hizo la pregunta ¿y por qué no escribes un blog sobre todo eso de lo que hablas con tanta pasión? Al principio descarté la opción a la ligera pero esa idea quedó en mi cabeza. Habitualmente escribía para mí, cosas que casi nunca compartía pero me daba cierta paz transformar en palabras aspectos que se me pasaban por la cabeza. Así que empecé a darle forma a la idea, busqué cómo era eso de un blog, cómo se hacía…. Y decidí ponerlo en marcha. El nombre salió un poco de casualidad, por mi apellido, Benayas, a veces me llamaban Beny y se me ocurrió que era un buen nombre para darle identidad al blog. De este modo, el 4 de enero de 2013 empecé a publicar con mi alter ego Beny en positivo.

Echando la vista atrás y revisando la evolución del blog durante estos cuatro años me he dado cuenta que me ha acompañado durante este tiempo de manera que es un fiel reflejo de mi propia evolución. Empecé en 2013 escribiendo artículos con una tendencia más orientada a la teoría, a veces poniendo ejemplos y casos concretos de manera que organizaba todos esos conocimientos que se agolpaban en mi cabeza. 2014 fue un año para mí especialmente difícil, mi vida se tambaleaba en muchos sentidos y me resultaba complicado encontrar en algunas circunstancias la parte positiva. Creo que esto se refleja en el blog ya solo por las pocas veces que escribí en él a lo largo del año. Sin embargo 2015 fue un año de tomar consciencia de mis circunstancias y de encontrar verdaderamente el lado positivo a pesar de ellas. No fue un año fácil pero sí de enfrentarme a todo aquello que me había minado durante el año anterior por lo que a pesar de todo fue un año lleno de optimismo para mí y este blog fue un catalizador de emociones, un espacio donde a tráves de las palabras reorganizaba mis sentimientos utilizando mis conocimientos sobre psicología para buscar mi bienestar. Ahora que lo analizo con distancia parece que este espacio me sirvió de herramienta para mi desarrollo personal en ese momento. De este modo, cada vez escribía más artículos relacionados con mis propias vivencias donde aplicaba psicología positiva y escribía menos sobre esa parte más teórica. Llegó 2016 que fue un año especialmente bonito a nivel personal, de reconstrucción y de conocimiento de mí misma lo cual creo que también se ve reflejado en este blog. En ese año he escrito más “a corazón abierto”, expresando mis emociones, mis miedos,… sin dejar nunca de relacionar todo eso que estaba viviendo con la psicología positiva. La realidad es que no me resulta fácil explicar y mostrar ciertas emociones pero escribir siempre me ha resultado más sencillo por lo cual este espacio ha sido realmente útil para canalizar mis emociones en todo momento.

En mi momento presente me siento bien, sigo gestionando lo mejor posible esos miedos, esas emociones que en algún momento hacen que no me sienta bien,… pero me encuentro con muchas ganas de seguir adelante, de sentir cosas buenas, de experimentar y de atreverme… de forma resumida, me siento con ganas de respirar la vida. Por esta razón, a pesar de tratarse de una despedida, es algo positivo y bueno para mí.

Quizás por todo esto de repente siento que estoy escribiendo por inercia. Además, creo que las cosas se hacen bien y si no mejor no se hacen así que creo que es el momento de despedir este espacio y canalizar mis emociones de otro modo. Seguramente seguiré escribiendo para canalizar mis emociones pero lo haré de un modo más privado.

Os agradezco a todos los que cada domingo habéis leído aquello que iba escribiendo, los comentarios que siempre me habéis trasladado con tanto cariño y os agradezco mucho a todos aquellos que me habéis dado ideas muchas veces para escribir un artículo. En este agradecimiento quiero hacer una mención especial, mi madre, que es la lectora número uno de este blog y que ha sido capaz de leer muchas veces entre líneas detectando lo que sentía cuando escribía sin necesidad de preguntar algo que sabía me iba a costar mucho explicarle… Gracias mamá.

Que seáis muy felices!



domingo, 12 de febrero de 2017

Conocimiento de uno mismo


Nos encontramos en la vida con muchas personas, algunas de ellas tenemos la oportunidad de conocerlas en profundidad porque mantenemos nuestra relación con el paso del tiempo y compartimos parte de nuestras vidas con ellas. ¿Alguna vez habéis tenido la sensación que parece que nunca termináis de conocer a alguien del todo? Esto sucede porque estamos en constante cambio y por mucho que conozcamos a alguien siempre puede sorprendernos. Pero hay una persona que es una constante en nuestra vida y que conocemos desde que tenemos uso de razón, nosotros mismos. Tendemos a pensar que tenemos un conocimiento absoluto de nosotros mismos pero, al estar en constante cambio, esta labor de autoconocimiento puede alargarse toda la vida.

Del mismo modo que nos interesamos en conocer a personas de nuestro entorno podríamos poner interés de forma consciente en conocernos a nosotros mismos pero en este caso quizás no ponemos tanto el foco porque damos por hecho dicho autoconocimiento. Dicho autoconocimiento implica que sabemos cómo somos, qué sentimos y con qué capacidades contamos para desenvolvernos en la vida. En este punto cobra especial importancia entender quiénes somos, saber identificar nuestras emociones, nuestras capacidades así como nuestras limitaciones y actuar de un modo que nos resulte coherente a nosotros mismos. Si partimos de este conocimiento sobre nosotros mismos tenemos más posibilidad de tener éxito en los objetivos que nos planteemos y nuestra relación con los demás ya que contamos con mayor dominio de nuestras emociones y de cómo adaptarlas a las circunstancias que nos encontremos.

Hay personas en mi vida a las que conozco desde hace muchos años, con quienes he vivido experiencias diferentes, de las que podría decir que conozco perfectamente… aún así, en ocasiones, no dejan de sorprenderme y me fascina descubrir aspectos diferentes de esas personas haciéndome consciente que van cambiando a lo largo de la vida y que compartan esos cambios conmigo es gratificante. En estos casos lo vivo como algo positivo, considero que esos cambios vienen dados por las vivencias de cada uno y su adaptación a las mismas. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando me doy cuenta que yo he cambiado?

A lo largo de la vida pasamos por experiencias buenas y menos positivas y estas van generando cambios en nuestras emociones y conductas. Lo que ocurre es que normalmente la vida es un continuo, puede haber puntos de inflexión importantes pero, en general, nos suceden cosas que vamos afrontando sin ser conscientes del cambio que dichas experiencias están ejerciendo en nuestras ideas, ilusiones, emociones y conductas. De este modo, puede ocurrir que un día nos sorprendamos a nosotros mismos por algo que sentimos en un momento dado, por una conducta que realizamos, por una emoción que brota en nosotros,… que hasta el momento no considerábamos propia.

Bajo mi experiencia tengo que reconocer que cuando me he visto en este punto de autodescubrimiento me he sentido algo desconcertada. Tiendo a pensar que me conozco bastante bien a mí misma, soy bastante previsible para mí, sé lo que me emociona, lo que me irrita y aquello que me hace estar bien así como lo que me disgusta. Aún así, a veces me sorprendo sintiendo según qué cosas y teniendo ciertas conductas que en otro momento de mi vida creo que no se hubieran dado en mí. Es en ese momento cuando siento cierto desconcierto, como si me sintiera otra persona, lo cual me hace pensar entonces que no soy tan previsible para mí misma y me genera ciertos sentimientos de incertidumbre. A veces estas nuevas conductas y emociones se dan porque las situaciones a las que me enfrento son diferentes lo cual es bastante fácil de comprender pero puede ocurrir que ante una situación similar a otra que he vivido en el pasado me encuentro afrontándola de un modo completamente diferente. Es entonces cuando soy consciente que algo ha cambiado, lo cual no es negativo pero sí de alguna manera me “descoloca”. La incertidumbre viene dada porque es importante para mí en mi vida la coherencia y consistencia y cuando redescubro un nuevo aspecto de mí misma es como si algo no fuera realmente coherente. En este punto empieza una reconstrucción sobre mí misma, reflexiones, búsqueda del por qué me siento de un modo u otro o actúo de una forma determinada… para al final llegar a la conclusión que efectivamente algo ha cambiado en mí, no sé cuándo, a veces no llego a descubrir por qué se ha dado ese cambio… Pero tras ese proceso interno es cierto que acabo sacando como positivo que efectivamente sigo cambiando y sigo redescubriéndome lo cual no deja de ser un aspecto realmente fascinante del ser humano, su capacidad de adaptarse, de intentar mejorar y afrontar la vida de diferentes maneras en función de las circunstancias que lo rodean.

Como reflexión de todo esto, el autoconocimiento es una parte importante de la autoestima ya que si nos conocemos a nosotros mismos seremos capaces de entendernos mejor y, por ende, saber aportarnos valor ya que si no nos conocemos bien a nosotros mismos podemos caer en contradicciones que no entendemos que se derivan en cierto sentimiento de no saber cómo afrontar ciertas situaciones y esto puede hacer caer nuestra autoestima. Así que no dejar de interesarnos por nosotros mismos y seguir conociendo cómo evolucionamos puede ser una fuente de nuestro propio bienestar.

Que paséis una feliz semana!

domingo, 5 de febrero de 2017

Conflictos


Esta semana vengo dando vueltas al tema de cómo gestionamos los conflictos que nos encontramos así que hoy comparto mi reflexión al respecto. Como hago siempre, no pretendo dar una receta para resolver conflictos ya que si la tuviera muchas veces mi vida sería más fácil pero sí pretendo simplemente compartir aquello que se me pasa por la cabeza cuando vivo un conflicto en propia piel o lo observo en otros.

En líneas generales podemos experimentar tanto conflictos internos con nosotros mismos como conflictos externos. No sabría decir cuál de los dos me resulta más fácil o más complejo de afrontar y resolver. Cuando se trata de conflictos internos suelen ser dualidades con las que nos encontramos a la hora de tomar decisiones, de afrontar una situación concreta… donde puede ocurrir que racional y emocionalmente aparezcan elementos contrapuestos que nos impiden tener una orientación clara por la que decidirnos.

Hoy me voy a centrar en los conflictos que tenemos con otras personas, ya sea en nuestra vida personal o profesional, que no suelen ser pocos y en ocasiones son difíciles de resolver. En ocasiones nos encontramos conflictos que son fácilmente resueltos pero otras veces no es tan sencillo y es entonces cuando brotan en nosotros emociones como ira, frustración, impotencia… emociones negativas que si se mantienen en el tiempo hacen mella en nuestro día a día minando nuestra motivación, energía e ilusión. Además, un conflicto no resuelto en un momento dado puede ser motivo a futuro de un problema mayor cuando una situación similar se lleve a cabo. Por ejemplo, en una relación de pareja, cuando existe un conflicto y, ante la dificultad de resolverlo por ambas partes se decide dejarlo pasar… al tiempo, de un modo u otro, puede haber un detonante que reviva de nuevo esa situación y entren en juego reproches sobre algo que quizás ya sea tarde para darle solución. Esto es un ejemplo de nuestra vida personal pero en el ámbito profesional nos podemos encontrar igualmente varios ejemplos.

En cualquier caso, ya sea en ámbito personal como profesional, lo que quizás tienen en común los conflictos es que se dan en muchas ocasiones por una incompatibilidad de conductas, percepciones, objetivos y afectos entre dos o más personas. La buena noticia es que atravesar conflictos puede convertirse en una oportunidad de seguir desarrollando nuestras habilidades a lo largo de las etapas de nuestra vida. No se trata de ir buscando conflictos pero si los encontramos es bueno ser conscientes que nos pueden aportar algo positivo.

Si reflexionamos de forma objetiva podríamos decir que hay ciertas habilidades que nos pueden ayudar a resolver conflictos:

1.   Habilidad de identificar y profundizar en nuestras emociones cuando nos encontramos con un conflicto. Creo que es esencial saber cómo nos hace sentir una situación concreta para afrontarla y utilizarlo como punto de partida para resolverlo. A veces nos encontramos conflictos que realmente no nos afectan o no nos suponen un desgaste emocional importante pero si nos encontramos con un conflicto que emocionalmente nos está suponiendo un problema importante es un buen indicador de que necesitamos poner mucha energía en resolverlo.

2.   Habilidad para escuchar y observar. No sé si lo segundo es casi más importante que lo primero. A veces las palabras dicen una cosa pero nuestro lenguaje corporal aporta un discurso diferente y es importante que seamos capaces de evaluar en el otro ese discurso que, desde mi punto de vista a veces aporta más información que la palabra ya que es más inconsciente. Lo mismo ocurre con nosotros mismos, a veces decimos ciertas cosas pero si nos observamos podemos identificar claramente que el mensaje que realmente queremos trasladar, de forma inconsciente, lo estamos aportando de un modo más claro con nuestros gestos o nuestra actitud.

3.   Habilidad para analizar la situación y aportar soluciones. No es nada fácil ya que normalmente cuando tenemos un conflicto esas emociones que se desencadenan como ira, frustración,… pueden nublar nuestra objetividad y capacidad de análisis pero si conseguimos abstraernos de esas emociones puede ser muy productivo y darnos la posibilidad de aportar soluciones, opciones a valorar entre ambas partes que nos acerquen posiciones y conseguir una solución con la que las personas implicadas en el conflicto se sientan cómodas.

Podríamos seguir enumerando habilidades pero por mi parte dejo estas como las más destacadas para incidir en un aspecto que creo es fundamental para resolver conflictos: la empatía. En realidad la empatía me parece que es algo vital en el ser humano y a veces percibo que no se le otorga la suficiente importancia o que somos incapaces de ponerla en práctica. Concretamente en el tema que nos ocupa, tener la capacidad de ponernos en el lugar del otro es un gran avance para poder resolver un conflicto. En este punto hay un aspecto que nos impide muchas veces ser empáticos y es nuestro orgullo. El orgullo es algo positivo desde mi punto de vista ya que es una fuente de autoestima y confianza lo cual siempre es útil y provechoso. Pero si el orgullo lo llevamos al extremo puede convertirse en soberbia, lo cual tiene dos vertientes negativas: se nos percibe como una persona que se considera superior al otro y nos cerramos en banda a abrir la posibilidad de en un momento dado “ceder” ante ciertas cosas para conseguir resolver un conflicto. Por lo tanto, no dejar que minen nuestro orgullo por supuesto que es importante pero igualmente importante me parece que cada uno debe calibrar ese orgullo para, en un momento dado, no dejar de tender la mano a solucionar un conflicto determinado si la causa o la persona lo merece.

Ahora bien, una vez que nosotros mismos hacemos esta introspección, escuchamos, observamos, damos opciones, nos ponemos en el lugar del otro… ¿qué nos falta? Nos falta que la otra parte esté en el mismo punto, que también haya hecho dicha introspección y entonces haya un punto de partida para la solución conjunta. Por esta razón es difícil a veces resolver conflictos, ya que nos puede ocurrir que hagamos todo este trabajo interno pero que nos encontremos con un muro difícil de derribar. Es entonces cuando creo importante trabajar en cómo gestionar nuestras emociones de frustración, ira, impotencia… que la situación nos genere mientras sigamos trabajando igualmente en derribar dicho muro.

El hecho de enfrentarnos a conflictos e intentar resolverlos de un modo adecuado podemos convertirlo en incentivo para nuestro crecimiento personal. Nuestro bienestar no depende de que nos surjan más o menos conflictos sino de la forma en que los percibimos y cómo nos enfrentamos a ellos.

Que paséis una feliz semana!

domingo, 29 de enero de 2017

Sentido común


Uno de los sencillos placeres que más me reconfortan en mi vida es compartir infinitas charlas con mis amigos. Estas charlas a veces son sobre temas triviales, otras sobre algo concreto que nos preocupa, otras veces hablamos de cómo afrontar una situación u otra… la verdad que en muchas ocasiones no damos con la solución pero el mero hecho de compartir, de contrastar opiniones,… es realmente reconfortante. Concretamente hace unas semanas, charlando con mi amiga Susana sacamos el tema del sentido común. Susana, que siempre lee este espacio y me aporta su opinión sobre los temas que voy abordando cada domingo, me sugirió que dedicara un post al sentido común y me pareció una buena idea a la que hoy le doy forma con palabras.
He estado buscando la definición estricta de sentido común y he encontrado un poco de todo. Lo más contradictorio de la definición de este concepto es que nos referimos al sentido común como si se tratara de un dogma cuando realmente está sujeto a una gran subjetividad. Se podría decir que el sentido común es lo que la gente piensa a nivel general sobre un tema en particular. Es una forma de juzgar razonablemente las cosas, sin necesidad de que una determinada información esté comprobada científicamente, lo único que importa es que generalmente sea considerado como cierto.
El concepto de sentido común cambia de una cultura a otra pero también es diferente este concepto dentro de una misma cultura, entre generaciones diferentes, entre grupos de personas con estilos de vida diferentes,… Sin ir más lejos, lo que para mí es de sentido común a veces no lo es para mis padres o mis hermanos o incluso para mis amigos más íntimos. Es por ello que, indagando un poco en el tema, me doy cuenta que efectivamente hablamos alegremente de usar el sentido común como si fuera una doctrina cuando está bien alejado de serlo. Un aspecto importante relacionado con el sentido común es la experiencia que cada persona ha tenido en el transcurso de su vida. Muchas de esas experiencias nos aportan conocimientos valiosos y positivos, por lo que, según el conocimiento que se adquiriere en base a esas experiencias, se establecen creencias que a nivel popular se consideran de buen juicio.
Llegados a este punto mi reflexión sobre este asunto es si no ocurre a veces que abanderamos el sentido común para afrontar una situación determinada de un modo concreto sin saber explicar realmente por qué esa solución es la más acertada. Es decir, podemos argumentar en un momento dado que actuamos de un modo específico por sentido común, porque es lo que hay que hacer o lo que se debe hacer y al no poder explicar la razón, ya que esta viene derivada de experiencias pasadas, apelamos a que lo hacemos por sentido común. O puede ocurrir al contrario, cuando actuamos de un modo que se sale de lo que comúnmente está establecido alguien puede increparnos de algún modo argumentando que no estamos usando el sentido común para resolver esa situación concreta. Pero, en este último caso, ¿es menos acertada nuestra actuación porque no corresponda con el sentir común de nuestro entorno?
Reconozco que cuando empecé a darle forma a este tema tenía una idea diferente de lo que finalmente ha resultado. Al organizar mis ideas, he sido consciente que mi concepto de actuar con sentido común es particular al contrario de la idea preconcebida que suelo adoptar ya que, cuando efectivamente argumento con alguien que debemos actuar con sentido común de alguna forma estoy dando por supuesto que esa persona comparte mi perspectiva a la hora de afrontar una situación de un modo racional y objetivo. Pero nada más lejos de la realidad ya que mi sentido común no tiene por qué ser racional ni objetivo sino mi forma subjetiva y preconcebida de actuar ante una u otra situación donde entran mis experiencias pasadas, mi educación y mi forma de interpretar el contexto como punto de referencia.
Con todo ello, creo que intentar aplicar sentido común en nuestra vida cotidiana puede ser una fuente de bienestar ya que es un indicador de coherencia entre nuestras creencias, valores, experiencias pasadas,… y nuestros actos. Esa coherencia de la que he hablado más veces en este espacio siempre nos proporciona cierta armonía que en cualquier caso nos aporta la sensación de que efectivamente nuestros actos o modos de afrontar ciertas situaciones son correctos y a su vez nos genera cierta paz con nosotros mismos. Sin embargo, ese sentido común será el que particularmente hayamos construido que muchas veces compartiremos con otros pero en otras situaciones nos daremos cuenta que otras personas tienen un concepto diferente al nuestro.
Para mí un factor importante a la hora de aplicar el sentido común es no complicar excesivamente una situación. Esto es muy generalista y tendríamos que ir a una situación concreta ya que a veces las situaciones no dejan que sea tan fácil aplicar el sentido común pero a la conclusión que llego después de todo es que el sentido común puede llegar a ser el menos común de los sentidos.
Que paséis una feliz semana!

domingo, 15 de enero de 2017

Emocionario

Esta semana recibí un regalo en forma de libro: Emocionario que como podéis deducir se trata de un diccionario de emociones. De hecho el título completo es Emocionario (dí lo que sientes). La verdad que no pudo ser más acertado el regalo por que fue toda una sorpresa y por el contenido y el formato del libro.
La primera impresión que tienes cuando coges este libro es que es un libro bonito, el formato, las ilustraciones, los colores,… Se trata de un diccionario que a través de sus páginas va recorriendo emociones que sentimos de forma habitual en un momento u otro de nuestra vida y lo primero que haces es pasar varias páginas deteniéndote en alguna de ellas para leer con atención las descripciones de cada emoción.
Es un libro con formato infantil de manera que las descripciones de las emociones son muy sencillas, con ejemplos básicos así que identificas perfectamente cada emoción. Las ilustraciones que acompañan cada emoción son preciosas, como si formaran parte de un cuento, describen cada emoción de un modo muy visual. Os dejo la portada del libro:
 
 
Las emociones y las descripciones que encuentras en este particular diccionario son sencillas y cuando vas recorriendo cada emoción te cuestionas ¿si es tan sencillo por qué no es tan fácil gestionar y expresar dichas emociones? Porque todos sabemos que existen emociones como alegría, tristeza, entusiasmo, melancolía, satisfacción, envidia, deseo… incluso las podríamos definir. Pero muchas veces  nos ocurre que tenemos sentimientos, emociones… que no sabemos identificar en un momento dado lo cual nos dificulta gestionar esa emoción concreta o lo que es más difícil aún, no sabemos expresar lo que sentimos.
En cuanto a identificar emociones no siempre es fácil en mi opinión porque tendemos a necesitar etiquetar algo para poder identificarlo pero en el caso de las emociones puede ocurrir que, frente a un estímulo concreto, se desaten en nosotros diferentes emociones incluso a veces algunas de esas emociones pueden llegar a ser contradictorias. Para dificultar el asunto puede ocurrir que nuestros pensamientos boicoteen de alguna manera esas emociones intentando racionalizar la situación y no dejándonos llevar por dichas emociones. Es probable que al no saber identificar esas emociones nos sintamos torpes, incapaces de gestionar lo que nos está sucediendo y puede ocurrir que decidamos protegernos de ellas inhibiéndolas, racionalizando cada situación para conseguir cierta sensación de control que nos haga sentir seguros. Pero si decidimos darle una oportunidad y dar rienda suelta a esas emociones puede ayudarnos hacer una pequeña introspección, observarnos a nosotros mismos y cómo nos sentimos, qué conductas nos llevan a hacer esas emociones,… para esto es importante el conocimiento de uno mismo de manera que podamos disfrutar a nuestra manera de esas emociones una vez que las tengamos identificadas.
El segundo paso  y más complejo es ser capaces de expresar esas emociones que hemos conseguido identificar. El ser humano es sociable por naturaleza por lo que poder compartir emociones es una forma muy positiva de obtener bienestar. Lo que ocurre es que si ya es complicado llegar a ese estado de identificar lo que sentimos y conocer las causas que generan nuestras emociones, más difícil aún resulta poder expresar todo eso que estamos viviendo internamente. Verbalizar emociones no es tarea fácil, no sé si os ha pasado alguna vez que cuentas algo emocionante a alguien, una gran experiencia o un viaje que te ha dejado huella por ejemplo, pero al contarlo crees que no eres capaz de transmitir a quien te escucha lo maravilloso de lo que estás contando, no sabes cómo trasladarle todo lo que has experimentado y cómo te ha hecho sentir. De repente parece que todo eso que sientes se vuelve más pequeño al verbalizarlo. Por esto, para expresar emociones a veces nos apoyamos en gestos que pueden ser mucho más profundos y descriptivos que las propias palabras. Otra cosa diferente es encontrar la persona a la cual trasladar dichas emociones, en función de lo que sintamos nos puede resultar más o menos fácil expresarlo a según qué personas. Hay personas con las que nos resulta muy fácil y otras más complicado. Además entran en juego las circunstancias, a veces el entorno y el momento puede favorecer más o menos que podamos expresar aquello que sentimos en un momento dado.
En cualquier caso emocionarnos, sentir, vibrar,… es algo de lo que no debemos privarnos de un modo u otro porque nos hace sentir vivos. En la medida que cada uno necesite identificar o expresar dichas emociones puede trabajar en ello de manera que no seamos nosotros mismos quienes no nos dejemos sentir o emocionarnos. En el prólogo del Emocionario la psicóloga Rosa Collado escribe: “sentir es un privilegio y aprender a expresar nuestras emociones nos ayudará a acercarnos a las personas que queremos”.
Recibir este libro como regalo me ha emocionado mucho, gracias.
Que paséis una feliz semana!

domingo, 8 de enero de 2017

Propósitos


Por mi parte doy oficialmente por finalizada la Navidad, esa época en la que me resulta muy fácil contagiarme de las emociones que se respiran en el ambiente de paz, amor, ilusión,… vivo cada momento de estas fechas bastante implicada de manera que llegado el final tengo como una sensación de haber estado en una burbujita de la que, aunque me ha gustado estar en ella, ya es hora de salir. Ya es momento de retomar la normalidad y rutina que aunque es bueno salir de ella de forma momentánea también me resulta necesaria.
Tras estos días de ilusión, buenos deseos,… es fácil caer en la tentación de llenar el nuevo año de propósitos y objetivos que llevar a cabo. Entre estos objetivos están los más típicos y generalizados como apuntarse al gimnasio, hacer dieta, dejar de fumar, aprender un idioma… hasta los más personales que de forma individual cada uno crea que debe proponerse. Mucho ánimo a todos para no solo emprenderlos si no para mantenerlos que es lo complicado!
Independientemente de los objetivos que yo me proponga para este nuevo año y dado que este espacio lo tengo orientado a mis reflexiones sobre cómo es posible aumentar el bienestar, hoy dejo por escrito mi declaración de intenciones sobre cómo creo que puedo obtener dicho bienestar. No se trata de dar ninguna receta mágica ni mucho menos ya que lo que os cuento hoy es aquello que a mí me sirve para estar bien, lo cual no siempre es para todos igual ya que, en muchos casos, depende de la vida que quiera tener cada uno o sus propias necesidades.
Este año 2017 lo quiero llenar de experiencias y de momentos bonitos de los que me dejan un poso positivo, me arrancan una sonrisa o grandes carcajadas, me evaden de un día a día a veces complicado, me dejan una sensación de paz,… No tienen que ser cosas extravagantes ya que normalmente este tipo de sensaciones me las dejan momentos sencillos. De este modo buscaré estas emociones en:
  • Seguir arraigada a mis raíces que me hacen sentir segura y donde son especialmente importantes mis padres y mis hermanos.
  • Jugar mucho, mucho con mis sobrinos que me enseñan a ver que las cosas pueden ser mucho más sencillas de lo que parecen.
  • Mantener viva la verdadera amistad. No soy una persona con un grupo de amigos especialmente extenso, de hecho son poquitos pero son de los de verdad, de los que la palabra amistad a veces se queda corta. Estas personas son las que me dicen las cosas como son, me ponen las pilas o me tienden su mano incluso antes de darme cuenta que lo necesitaba.
  • Planificar y llevar a cabo viajes con amigos con los que descubrir nuevos lugares y compartir esa experiencia juntos.
  • Mantener la ilusión en mi trabajo sin dejar que factores externos la minen, aprendiendo y mejorando. Alcanzar objetivos, superar mis límites y estar satisfecha con lo que hago.
  • Dejar que las cosas me sorprendan, mirar con ojos nuevos que me den una visión positiva de aquello que viva en cada momento.
  • Cuando vengan experiencias negativas ser capaz de levantarme, de plantarles cara y no dejar que la frustración, la tristeza o cualquier otra emoción similar me impidan seguir adelante.
  • Atreverme, dejar el miedo a un lado para que no me impida vivir cosas buenas o malas pero que en cualquier caso no me paralice.
  • No malgastar el tiempo, emplearlo en cosas que me importan.
  • Compartir mi tiempo con personas que me aportan y a las que yo les aporte algo, es decir, no estar por estar con nadie y que nadie esté por estar conmigo.
  • Y por último pero no por ello menos importante, tomarme las cosas con sentido del humor para no dejar de sonreír.
Creo que lo puedo dejar aquí que el año no es tan largo y tendré que dejar algo para el siguiente! Tendré que volver a leer esto de vez en cuando para no desviar mi rumbo…
En realidad no se trata de objetivos a cumplir sino que de lo que realmente se trata es de tomar consciencia de cómo me tomo la vida, esa actitud que depende de mí y que soy la única responsable de mantenerla.
Durante el último año estas acciones me han servido para valorar lo que tengo en mi vida e intentar hacer de ella una vida plena. No siempre lo consigo y a veces paso momentos complicados e incluso momentos que tengo la sensación de no saber afrontar, de tener miedos, de no saber qué rumbo seguir... Pero hasta ahora el balance es positivo y hace que merezca la pena seguir respirando la vida.
Que paséis una feliz semana!

domingo, 18 de diciembre de 2016

Recuerdos

Ahora sí es Navidad! Ya he hablado en algún momento de esta época del año que me gusta bastante. Es cierto que me parece demasiado estar recibiendo estímulos navideños desde noviembre pero una vez que llego a estos días ya me empiezo a contagiar de la Navidad y me preparo para disfrutarla. Creo que cada época del año es buena y tiene cosas diferentes para disfrutar pero estos días tienen un encanto especial donde se unen ilusión, ganas de compartir, nostalgia, melancolía,… y esa mezcla de emociones me parece maravillosa. Mi Navidad es bastante tranquila y quizás se puede etiquetar de “tradicional” ya que la disfruto con las personas de mi círculo más íntimo, familia y amigos lo cual no es algo extraordinario porque a lo largo del año disfrutamos de diferentes momentos pero reconozco que el ambiente navideño me gusta especialmente.
Concretamente en esta época del año tienen especial protagonismo los recuerdos. Nuestro pasado es fundamental en nuestra vida ya que aquello que recordamos, positivo o negativo, influye en nuestro presente: los recuerdos positivos aumentan nuestra satisfacción con la vida y los recuerdos negativos disminuyen dicha satisfacción. De este modo, potenciar recuerdos positivos aumenta la posibilidad de generarnos bienestar. A veces nos ocurre que hemos perdido a alguien importante en nuestra vida y cuando llega la Navidad tendemos a evitar o incluso a negarnos a celebrar estos días porque eso nos produce el dolor por la pérdida del ser querido ya que sigue vivo en nuestro recuerdo (recuerdo que es probable que se acentúe en estas fechas). Esta es una forma de afrontar ese dolor pero también es posible intentar no centrarse tanto en la pérdida como tal, quizás puede ser más productivo recordar aspectos de esa persona que hacían más especiales estos días, qué momentos hemos vivido juntos que nos han hecho especialmente felices y, si además podemos compartirlo con las personas que tenemos presentes actualmente en nuestra vida, esto puede proporcionarnos cierto sentimiento de paz. Con ello, no solo mantenemos vivo un recuerdo positivo sino que estamos construyendo nuevos momentos que vivimos en nuestro presente y podrán formar parte de esos recuerdos bonitos en nuestro futuro.
Entiendo que esto es muy fácil escribirlo pero a la hora de ponerlo en práctica es bastante más complejo ya que resulta curioso que del mismo modo que el tipo de recuerdos que tenemos influyen en nuestro estado de ánimo, el estado de ánimo influye también en los recuerdos que se activan. De este modo se crea una espiral de emociones por la cual la persona que recuerde sucesos positivos del pasado experimentará emociones positivas en el presente y este estado de ánimo positivo, coherente con su recuerdo, facilitará que broten recuerdos positivos. Esa misma espiral se genera en caso contrario ya que si tenemos un estado de ánimo negativo es más fácil que afloren en nosotros recuerdos negativos convirtiéndose en un círculo vicioso de negatividad.
En Psicología Positiva se trata con frecuencia este tema afirmando que recordar situaciones positivas del pasado y recrearse en ese recuerdo para disfrutar de los buenos momentos vividos es un ejercicio que puede resultar especialmente beneficioso para el estado de ánimo. Por eso nos proponen un pequeño ejercicio que consiste en escoger un recuerdo positivo, buscar un momento tranquilo, a solas, relajados de manera que podamos traer a nuestro presente la vivencia de esos recuerdos. Este ejercicio que parece simple nos puede aportar mucho bienestar al igual que compartir esos recuerdos con alguien de nuestro círculo íntimo, a quien le expliquemos ese recuerdo, le hablemos de las personas que estaban en él y qué importancia tenían en nuestra vida,… verbalizar ese recuerdo y las emociones que nos genera puede traerlo al presente de un modo consciente aportándonos emociones muy positivas.
Más de uno según lea esto pensará que quizás es más doloroso traer ciertos recuerdos al presente especialmente si las personas que estaban en nuestro pasado no las podemos disfrutar en el momento actual. En mi opinión, es cierto que el propio recuerdo a veces es doloroso por la sensación de pérdida que siempre genera dicho dolor pero en mi caso, a pesar de invadirme la nostalgia, también me supone un motor para poner en valor mi presente, las personas que me rodean y me ayuda a ser consciente que quiero disfrutarlo. Lo que vivamos hoy serán los recuerdos que tengamos en el futuro así que dedicar tiempo a crear buenos recuerdos hará que nuestro pasado sea algo especialmente bonito que recordar.
La Navidad por tanto es un momento en el que efectivamente afloran muchos recuerdos, a veces de forma inconsciente y otras somos nosotros quienes podemos escoger qué recuerdos queremos hacer aflorar en un momento dado. Es una de las cosas espectaculares del ser humano, que es capaz de escoger la actitud con la que quiere vivir la vida y además es libre de la elección de esa actitud. Así que os deseo a todos que estos días lo disfrutéis con la actitud que vosotros elijáis y que os genere auténtico bienestar.
Que paséis una muy feliz Navidad!