Uno de los sencillos placeres que más me reconfortan en mi vida es
compartir infinitas charlas con mis amigos. Estas charlas a veces son sobre
temas triviales, otras sobre algo concreto que nos preocupa, otras veces
hablamos de cómo afrontar una situación u otra… la verdad que en muchas ocasiones
no damos con la solución pero el mero hecho de compartir, de contrastar
opiniones,… es realmente reconfortante. Concretamente hace unas semanas,
charlando con mi amiga Susana sacamos el tema del sentido común. Susana, que
siempre lee este espacio y me aporta su opinión sobre los temas que voy
abordando cada domingo, me sugirió que dedicara un post al sentido común y me
pareció una buena idea a la que hoy le doy forma con palabras.
He estado buscando la definición estricta de sentido común y he encontrado
un poco de todo. Lo más contradictorio de la definición de este concepto es que
nos referimos al sentido común como si se tratara de un dogma cuando realmente
está sujeto a una gran subjetividad. Se podría decir que el sentido común es lo
que la gente piensa a nivel general sobre un tema en particular. Es una forma
de juzgar razonablemente las cosas, sin necesidad de que una determinada
información esté comprobada científicamente, lo único que importa es que generalmente
sea considerado como cierto.
El concepto de sentido común cambia de una cultura a otra pero también es
diferente este concepto dentro de una misma cultura, entre generaciones
diferentes, entre grupos de personas con estilos de vida diferentes,… Sin ir
más lejos, lo que para mí es de sentido común a veces no lo es para mis padres
o mis hermanos o incluso para mis amigos más íntimos. Es por ello que,
indagando un poco en el tema, me doy cuenta que efectivamente hablamos
alegremente de usar el sentido común como si fuera una doctrina cuando está
bien alejado de serlo. Un aspecto importante relacionado con el sentido común
es la experiencia que cada persona ha tenido en el transcurso de su vida.
Muchas de esas experiencias nos aportan conocimientos valiosos y positivos, por
lo que, según el conocimiento que se adquiriere en base a esas experiencias, se
establecen creencias que a nivel popular se consideran de buen juicio.
Llegados a este punto mi reflexión sobre este asunto es si no ocurre a
veces que abanderamos el sentido común para afrontar una situación determinada
de un modo concreto sin saber explicar realmente por qué esa solución es la más
acertada. Es decir, podemos argumentar en un momento dado que actuamos de un
modo específico por sentido común, porque es lo que hay que hacer o lo que se
debe hacer y al no poder explicar la razón, ya que esta viene derivada de
experiencias pasadas, apelamos a que lo hacemos por sentido común. O puede
ocurrir al contrario, cuando actuamos de un modo que se sale de lo que
comúnmente está establecido alguien puede increparnos de algún modo
argumentando que no estamos usando el sentido común para resolver esa situación
concreta. Pero, en este último caso, ¿es menos acertada nuestra actuación
porque no corresponda con el sentir común de nuestro entorno?
Reconozco que cuando empecé a darle forma a este tema tenía una idea
diferente de lo que finalmente ha resultado. Al organizar mis ideas, he sido
consciente que mi concepto de actuar con sentido común es particular al
contrario de la idea preconcebida que suelo adoptar ya que, cuando
efectivamente argumento con alguien que debemos actuar con sentido común de
alguna forma estoy dando por supuesto que esa persona comparte mi perspectiva a
la hora de afrontar una situación de un modo racional y objetivo. Pero nada más
lejos de la realidad ya que mi sentido común no tiene por qué ser racional ni
objetivo sino mi forma subjetiva y preconcebida de actuar ante una u otra
situación donde entran mis experiencias pasadas, mi educación y mi forma de
interpretar el contexto como punto de referencia.
Con todo ello, creo que intentar aplicar sentido común en nuestra vida
cotidiana puede ser una fuente de bienestar ya que es un indicador de coherencia
entre nuestras creencias, valores, experiencias pasadas,… y nuestros actos. Esa
coherencia de la que he hablado más veces en este espacio siempre nos proporciona
cierta armonía que en cualquier caso nos aporta la sensación de que
efectivamente nuestros actos o modos de afrontar ciertas situaciones son
correctos y a su vez nos genera cierta paz con nosotros mismos. Sin embargo, ese
sentido común será el que particularmente hayamos construido que muchas veces
compartiremos con otros pero en otras situaciones nos daremos cuenta que otras
personas tienen un concepto diferente al nuestro.
Para mí un factor importante a la hora de aplicar el sentido común es no
complicar excesivamente una situación. Esto es muy generalista y tendríamos que
ir a una situación concreta ya que a veces las situaciones no dejan que sea tan
fácil aplicar el sentido común pero a la conclusión que llego después de todo
es que el sentido común puede llegar a ser el menos común de los sentidos.
Que paséis una feliz semana!
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