domingo, 30 de octubre de 2016

Hermanos


Alguna vez os he hablado en este espacio de un refugio que tengo en un pueblo de Toledo, cerca de Madrid. Es un lugar especial porque allí tengo mis raíces, toda mi familia viene de ese lugar y es un sitio donde la vida se respira de un modo diferente. En fines de semana como este, muy cercano al día de Todos los Santos, ese lugar tiene un significado muy especial para mí. En mi familia sigue muy arraigada la tradición del día de Todos los Santos en el que se hace una visita especial al cementerio para recordar a esas personas que siguen siendo muy queridas, siguen estando muy presentes en nuestras vidas pero físicamente ya no podemos disfrutar de ellos desde hace años. 

Este año no estaré el día 1 de noviembre en ese lugar con lo cual ayer adelanté mi visita a ese cementerio que alberga una parte muy importante de mi pasado. A esta visita fui acompañada de mi hermana Ana, mi hermana mayor, y el hecho de acudir con ella a este cementerio hizo que fuera un momento muy especial. Mi hermana Ana es una persona extraordinaria, tiene una fortaleza fuera de lo común, es luchadora, alegre y tiene un corazón enorme. Al ser la mayor no sólo de los tres hermanos que somos nosotros sino también la mayor de todos los primos, en su momento tuvo una carga de responsabilidad extra y quizás esto ha hecho que tenga esa gran fortaleza que la caracteriza. Para mí siempre ha sido un referente, desde bien pequeña observaba sus movimientos, los imitaba y la seguía a todas partes, lo cual para ella debía ser un poco agobiante pero siempre estaba pendiente de que yo estuviera bien. Hemos crecido muy unidas, compartíamos habitación y recuerdo con cariño las noches en las que manteníamos largas conversaciones haciéndonos toda clase de confidencias. 

Ya no compartimos tanto tiempo juntas, nuestras vidas van por caminos diferentes, pero un día como ayer disfrutamos de un momento especial, pasear, hablar y compartir emociones. El contexto de visitar las sepulturas de nuestros abuelos nos llevó a compartir recuerdos de nuestra infancia y adolescencia que las dos guardamos con mucho cariño y que de alguna manera han hecho que seamos hoy las personas que somos. Ambas estamos de acuerdo en la suerte que tuvimos de vivir la infancia muy vinculada a nuestros abuelos, los cuales, los cuatro, nos han dejado muchas anécdotas y aprendizajes que guardamos vivos en nuestro recuerdo. Esos aprendizajes y experiencias siguen vivos en nuestro presente pero acabamos hablando del momento actual que estamos viviendo cada una, nuestras expectativas hacia el futuro,… Compartir todo esto con ella me aportó una sensación de paz muy especial, nos reímos incluso de las situaciones más difíciles que hacemos frente lo cual creo que a ambas nos ayudó a relativizar aspectos de nuestro pasado y presente que son o han sido más complicados.

Sobre esa visita al cementerio hay una reflexión que me quedó como poso y es que de algo tan doloroso como es la muerte y perder seres queridos, con el tiempo, tenemos la posibilidad de mantener vivas en nuestro recuerdos a esas personas que perdemos, valorar las cosas que nos han aportado, ser conscientes de lo importantes que son en nuestro pasado, presente y futuro… y esto se convierte en un bálsamo para afrontar ese dolor por la pérdida.

Como comentaba antes somos tres hermanos así que ya que he nombrado a mi hermana creo que es justo nombrar a mi hermano Nacho, el pequeño de la familia. La suerte de estar en el medio de los tres es que con ambos me llevo los mismos años y eso me ha dado la oportunidad de compartir muchas vivencias con los dos. En el caso de mi hermano, al ser el pequeño era yo quien me sentía con la responsabilidad de cuidar de él y velar porque estuviera bien. Nacho es muy noble, honesto, especialmente sociable, generoso y con un gran sentido del humor (con él siempre acabas sacando el lado bueno de las cosas). Además es de esas personas que tiene siempre una mano tendida para ayudar a quien lo necesite sin necesidad de pedirle ayuda. Para mí ha sido un gran apoyo en los momentos difíciles en los que le he tenido especialmente cerca.

Pero como en todas las relaciones personales la relación que tengo y he tenido con mis hermanos no está libre de conflictos. Creo que con las personas que más he discutido en mi vida es precisamente con ellos, desde diferencias pequeñas de niños hasta grandes diferencias de mayores, grandes discusiones,... Porque la realidad es que nos hemos criado muy unidos pero es sorprendente lo diferentes que somos entre los tres y los diferentes caminos que hemos tomado en la vida.

Con todo esto mi reflexión de la semana es poner en valor las raíces que me sostienen y el entorno más íntimo en el que me apoyo que es especialmente incondicional e importante para mí. De este modo cobra especial sentido un aspecto que en Psicología Positiva se trata con frecuencia y es ser conscientes de los aspectos positivos de nuestro pasado, valorarlos y utilizarlos en nuestro presente fortaleciendo nuestra actitud positiva hacia el futuro.

Que paséis una feliz semana!

domingo, 23 de octubre de 2016

Mantener los cambios


En varias ocasiones dentro de este blog habéis tenido la oportunidad de leer sobre temas como la capacidad de aprendizaje y la gestión de los cambios. Realmente son dos aspectos muy relacionados ya que aprender ciertas cosas en muchas ocasiones deriva en cambios dentro de diferentes aspectos de nuestra vida pero no siempre conseguimos que esos cambios perduren en el tiempo.
Para hablar de conseguir que esos cambios sean permanentes me voy a basar en teorías expuestas por Tal Ben-Shadar, Licenciado en Filosofía y Psicología por la Universidad de Harvard que además es Doctorado en Comportamiento Organizacional. Su trayectoria ha destacado por escribir e impartir conferencias sobre temas relacionados con Psicología Positiva y Liderazgo fundamentalmente.
Tal Ben-Shadar afirma que una constante del ser humano es el aprendizaje pero no siempre aplicamos las lecciones que aprendemos de un modo estable a lo largo del tiempo. En el ámbito empresarial esto se puede ver claramente cuando un grupo de empleados acuden a una formación que les proporciona su empresa, en la cual pueden sentirse entusiasmados, abrir los ojos a nuevas formas de realizar sus tareas y pensar que las lecciones aprendidas pueden ser muy útiles para su día a día. A este fenómeno lo denomina “efecto de la luna de miel” que establece que durante ese curso las personas se emocionan, desean cambiar sus hábitos e incluso perciben realmente cierto aprendizaje. Lo que ocurre a veces es que cuando ese empleado vuelve a su puesto de trabajo, a su día a día, a las prisas y la presión… esas lecciones aprendidas se desvanecen y vuelven a los hábitos de trabajo previos a esa formación sin tener en cuenta esos aspectos que habían aprendido y quizás podrían mejorar su forma de trabajar optimizando sus resultados.
Pero si llevamos esto a nuestra vida cotidiana fuera de nuestra parte esencialmente profesional ¿cuántas veces tenemos claro que queremos cambiar uno u otro aspecto de nuestra vida pero somos incapaces de mantenerlo en el tiempo? Somos conscientes del beneficio que puede provocar ese cambio en nosotros, damos los primeros pasos que refuerzan esa idea porque hace que nos sintamos mejor, pero es cierto que puede resultar complicado mantener esos nuevos hábitos y caemos en la comodidad de vivir en base a nuestros hábitos anteriores. Es muy posible que el primer razonamiento que tengamos es que para mantener esos cambios necesitamos estar dotados de altas dosis de fuerza de voluntad pero no siempre la autodisdiplina y la voluntad es fuerte en nosotros por lo que podemos fracasar.
La teoría de Tal Ben-Shahar se apoya en que un aspecto fundamental para anclar ciertos cambios en nuestra vida es apoyarnos en rutinas y rituales para lograr dicho cambio y además mantenerlo. La mayor parte de nuestros hábitos los tenemos tan interiorizados que no pensamos en ellos antes de realizarlos de manera que la principal tarea es formar los hábitos para que posteriormente sean los hábitos los que nos forman a nosotros y se conviertan en una nueva forma de vida. De este modo, esos cambios que nos generan bienestar se pueden mantener en el tiempo. Una vez que una nueva conducta o una conducta diferente la convertimos en rutina no demanda de nosotros recursos cognitivos por lo que actuamos de esa manera sin pensar que lo estamos haciendo así y que es un comportamiento diferente al anterior.
En la misma línea esta teoría afirma que los cambios progresivos son más fáciles de interiorizar que los cambios bruscos. Pero no siempre es posible llevar a cabo un cambio progresivo sino que debe darse un cambio de un modo más abrupto. En cualquier caso, la mayoría de las ocasiones, cuando nos planteamos un cambio de hábitos en nuestra vida es porque sabemos que ese cambio nos va a generar aspectos positivos o porque nuestros hábitos actuales no nos favorecen, pero si no conseguimos interiorizar esos nuevos hábitos como diferentes rituales y rutinas va a resultar fácil retomar costumbres anteriores que hacíamos casi de forma involuntaria.
En mi experiencia personal, cuando he decidido realizar un cambio en mi vida me he encontrado con situaciones diferentes. A veces me ha resultado fácil adquirir nuevos hábitos e integrarlos en mi forma de vida, a veces no lo he conseguido y otras me ha resultado especialmente complicado. Pero lo que en ningún caso me ha funcionado es, en el momento en que he fracasado, mantener pensamientos negativos sobre que no he sido capaz, que he tenido poca fuerza de voluntad,… al fin y al cabo boicotearme a mí misma. Lo que realmente me ha servido en estos casos es seguir intentándolo, buscar diferentes alternativas y reforzarme yo misma para pensar que puedo conseguirlo y que voy a lograr mayor bienestar por ello. Reconozco que a veces puede resultar más cómodo tirar la toalla pero desde luego no es lo más reconfortante con lo cual hay un proceso de automotivación importante que cada uno, de forma individual, debe trabajar. Pero no nos olvidemos de nuestro entorno más cercano ya que la automotivación es fundamental pero también es importante buscar apoyo externo con amigos, familia,… que nos ayuden a mantenernos firmes y nos sirvan igualmente de motivación para hacer efectivos esos cambios y mantenerlos de manera que se conviertan en nuestro modo habitual de vida. Es importante escoger bien las personas que van a suponer un apoyo porque van a ser parte esencial del proceso y, bajo mi experiencia, este tipo de personas son aquellas que me generan más confianza y son capaces de incentivar mi lado más positivo de manera que me motivan a mejorar. Además, una vez conseguido el objetivo de cambio, tener con quien compartirlo puede resultar una doble fuente de bienestar.
Que paséis una feliz semana!

domingo, 16 de octubre de 2016

El círculo


Me gusta el cine aunque no soy una experta en ello. No tengo un género favorito concreto pero sí es cierto que, en función del momento emocional en el que me encuentre me apetece ver más un tipo de películas que otras. A veces al ver una película busco que me conmueva, otras veces busco encontrarme algo que me transporte a lugares o momentos diferentes, otras en cambio busco una temática que me haga plantearme ciertas cosas y en otros momentos simplemente veo una película para entretenerme.
Este fin de semana he visto la película El círculo. La encontré por casualidad, nadie me había hablado de ella pero al ver el argumento me llenó de curiosidad. Es cierto que me fascina todo lo que tenga que ver con el comportamiento humano y cuando encuentro una película que trata sobre este tema despierta automáticamente mi interés. Y eso me ocurrió con El círculo, película en la que un grupo de personas aparecen sin motivo aparente en una estancia en forma circular. No pueden moverse y cada cierto tiempo alguien muere ejecutado por un dispositivo situado en el centro de ese círculo. Cuando descubren que son ellos mismos quienes deciden quien muere se desencadenan una serie de comportamientos en ellos que van decidiendo el desenlace de los integrantes del grupo. Es una película en cierto modo algo similar a Cube donde se ponen de manifiesto diferentes personalidades debido a la situación límite en la que se encuentran los personajes protagonistas.
No cuento más detalles por si a alguien le entra curiosidad de verla, eso sí, no esperes escenas espectaculares. Lo que predomina en la película es una forma de expresar el espíritu humano, cómo reaccionamos en una situación extrema en la que nuestra vida y la de personas de nuestro entorno pueden estar en juego. Es entonces cuando se ponen de manifiesto cuestiones éticas, prejuicios, miedos… que forman un retrato de las personas y de lo bueno y malo que aflora en ellas en situaciones límite.
Mi reflexión a partir de ver la película me lleva a pensar en el comportamiento humano en situaciones más cotidianas, no tan llevadas al límite en el que decides si mueres tú mismo o muere la persona que tienes al lado. Me refiero a las relaciones que tenemos en nuestra vida profesional, en familia, con amigos o en pareja.
A veces encuentras entornos profesionales en los que prevalecen ambientes hostiles que conllevan comportamientos negativos del ser humano justificados en ocasiones por la propia supervivencia de quien protagoniza esos comportamientos. Existen prejuicios, envidias, conductas agresivas y una competitividad insana que genera ambientes adversos. En cambio hay otros entornos profesionales mucho más saludables en mi opinión, en los que los comportamientos humanos son de colaboración, compañerismo, diálogo y una competitividad saludable que desemboca en unir conocimientos y habilidades para conseguir los objetivos establecidos. Hay personas que necesitan o buscan entornos agresivos para trabajar porque consideran que es donde se sacan mayor partido, reconozco que en mi caso donde mejores resultados he conseguido es cuando me he encontrado trabajando en entornos donde existe tensión, tiempos ajustados, retos complicados pero donde el comportamiento humano que prevalece es positivo.
Lo mismo ocurre con las relaciones de familia, la cual no eliges por lo que a veces se generan situaciones negativas bien por incompatibilidad o por conflictos no resueltos de un modo adecuado que llevan a relaciones complicadas. Entran en juego entonces comportamientos humanos donde cada uno saca lo peor de sí mismo incluso se llega muchas veces al límite en el cual las familias se rompen y dejan de tener relación entre ellos. Para que esto no ocurra es necesaria una alta dosis de tolerancia, empatía y respeto de manera que se asuma que cada integrante de la misma tiene una personalidad concreta y se trabaje en respetarse mutuamente a la vez que se comprenda por todas las partes que cada uno sigue su camino. Con esto, para que la familia siga unida independientemente del camino que tome cada integrante, esa tolerancia y respeto son importantes para mantener relaciones positivas dentro de esa unidad familiar.
En cuanto a las relaciones de pareja o las amistades ocurre algo similar. En este caso, a diferencia de la familia, los amigos y las parejas las elegimos con lo cual debería ser más fácil que las relaciones en estos casos sean positivas y por tanto nuestra conducta también lo sea con respecto a esas personas. Los comportamiento humanos son positivos en estos casos en la medida en la que esa elección es acertada de manera que nos hagan compatibles. Desde mi punto de vista, un indicador de haber elegido bien a un amigo o a una pareja es que esa persona es capaz de sacar lo mejor de nosotros mismos.
Con esto mi reflexión final es que el ser humano tiene comportamientos tanto positivos como negativos, es nuestra esencia. Esas conductas tanto positivas como negativas vienen guiadas en muchas ocasiones por nuestras emociones las cuales son unas u otras muchas veces condicionadas por el entorno en el que nos encontremos o el tipo de personas que se encuentran a nuestro lado. Por esto es importante prestar atención a nuestros comportamientos en los diferentes ámbitos de nuestra vida y hacernos preguntas como ¿esta conducta es propia de mí? ¿Me siento satisfecho con cómo es mi comportamiento? Nuestra conducta, al ser reflejo de nuestras emociones, puede darnos pistas de si el entorno laboral o personal en el que nos encontramos nos genera bienestar.
Dejo aquí una pequeña reseña de la película El círculo por si alguien tiene curiosidad en verla.
Que paséis una feliz semana!

domingo, 9 de octubre de 2016

Quien a buen árbol se arrima...

Seguro que os ha pasado alguna vez que después de estar un rato con una persona determinada, el simple hecho de compartir ese momento hace que sintáis emociones positivas. En cambio, hay otras personas que pasar un rato con ellas supone como si se llevaran parte de vuestra energía. A mí al menos me ocurren ambas situaciones, es por eso que cobra sentido ese refrán que mis abuelos y padres me repetían en mi niñez… “Quien a buen árbol se arrrima buena sombra le cobija”

Hay personas con las que compartir un pedazo de su tiempo me hace sonreír, relativiza mis preocupaciones, aporta valor en mi vida y me genera gran bienestar. Sin embargo hay otras personas que me proporcionan cierto “mal rollo”, me ensombrecen y oscurecen en cierta manera el momento que comparto con ellas. Este segundo grupo de personas se denominan “personas tóxicas”. Sobre este tema se han escrito multitud de libros que apoyan la teoría de la existencia de este tipo de personas y en general coinciden en que, una vez detectadas este tipo de personas lo más conveniente es intentar cortar el vínculo con ellas. No siempre es posible cortar ese vínculo por el tipo de situación o relación que se mantiene con ellas pero el hecho de detectarlas ya es un buen paso.

Algunas características que a lo largo de la literatura se ha puesto de manifiesto que identifican a una persona tóxica son las siguientes:


1. Se muestran especialmente narcisistas, olvidándose de las personas que tienen a su alrededor e intentando alimentar su ego de forma constante. 

2. Su discurso se centra muy concretamente en quejas y pesimismo.

3. De forma constante asumen el rol de víctimas como si todo lo que no va bien en su vida es únicamente responsabilidad de otros.

4. Es muy probable que encuentren muchas excusas para no intentar emprender acciones.

5. En estas personas es posible que se detecte de forma más frecuente de lo normal aspectos como envidia, celos y soberbia. Son aspectos que todos sentimos en diferentes momentos de nuestra vida pero cuando se convierten en sentimientos habituales pueden derivar en comportamientos muy negativos.

6. Las personas tóxicas tienen especial dificultad para vivir en paz y armonía con los demás y su alrededor.

Según el psicólogo Alberto Soler "Mantener la distancia de personas que nos hacen sentir mal es un buen modo de proteger nuestra salud emocional y física”. Esto es por la Ley de contagio emocional. El ser humano es sociable por naturaleza y en gran medida nos contagiamos unos a otros tanto las emociones positivas como las negativas.

Como en todo lo que tiene que ver con personas hay ciertos matices. No considero que en todos los casos que detectemos actitudes como las descritas la respuesta deba ser de evitación. A veces la vida nos pone en situaciones que pueden llevarnos temporalmente a tener este tipo de actitudes por lo que la primera opción desde mi punto de vista, sería seguir escuchando a esa persona e intentar apoyar y si es posible ayudar a que salga de ese momento difícil que está afrontando. Caso diferente es el de las personas en las que este tipo de actitud no es algo puntual por vivencias negativas concretas sino que es su manera de afrontar la vida en general.

Analizando estas características hay una reflexión que no puedo evitar y es ¿actúo o he actuado como persona tóxica para otros en algún momento? La respuesta a ello es que sí y me parece igual de importante tanto identificar esas personas que no me hacen bien como saber cuándo yo me puedo convertir en una de ellas y poder evitarlo. Es por esto que me gusta rodearme de personas positivas, no conformistas, que no vivan en la queja constantemente y sean capaces de aportar soluciones para afrontar sus situaciones adversas. Del mismo modo, en la medida de lo posible, intento adoptar ese tipo de actitud que considero es constructiva tanto para mí como para mi entorno.

Que paséis una feliz semana!

domingo, 2 de octubre de 2016

Aniversario


Una vez más retomo mi escritura en este espacio que después del descanso veraniego vuelvo a rellenar compartiendo experiencias, reflexiones recibidas de personas de mi entorno o simplemente lecturas que me invitan a poner de manifiesto aspectos emocionales con una cierta base en teorías de la Psicología Positiva.
Tal día como hoy, hace un año exactamente, cambiaba mi vida de forma oficial. Digo de forma oficial porque ya había tenido cambios previamente pero un día como hoy físicamente me trasladaba de vivienda, lo cual no se trataba de una simple mudanza, este cambio implicaba una nueva vida para mí. Así que el día de este aniversario no puedo evitar reflexionar sobre las emociones que han ido sucediéndome a lo largo de este año. De lo que se trata en este momento no es de dar detalles personales concretos que no tienen lugar en este espacio sino de compartir y relacionar las emociones más destacadas que he vivido en propia piel y como establezco un vínculo de todo este proceso con aspectos que se tratan en Psicología Positiva.
Los primeros momentos que conllevaron este cambio de vida me inundaban sensaciones de alivio, como si llevara una losa emocional a mi espalda que iba perdiendo peso gracias a que había tomado una decisión que sabía era acertada pero a este sentimiento le acompañaban miedos y una gran sensación de incertidumbre. El miedo es un potente mecanismo de defensa pero es una emoción que en ocasiones nos paraliza e inhibe nuestra conducta. Reconozco que en cierta medida esos miedos siguen presentes pero a lo largo de este año he conseguido ir descubriéndolos, los he reconocido y a algunos de ellos los he podido hacer frente de forma exitosa lo cual es siempre una dosis de autoconfianza para seguir adelante y no dejar que esos miedos me impidan seguir mi camino.
Recuerdo los primeros meses que me sentía fuera de lugar, como si me dejara llevar por las circunstancias sin ejercer ningún tipo de control, como si estuviera completamente a la deriva. Aún así, iba dando pequeños pasos, reconstruyéndome y observando lo que ocurría a mi alrededor. De hecho empecé a sentir que estaba viviendo una vida que me era ajena, como una mera observadora. Tomé consciencia de esa situación y continué avanzando en esa reconstrucción de mí misma y de mi entorno. En este proceso fue clave mi entorno personal, lo que en psicología Positiva se ha denominado tener relaciones auténticas. Esas personas que me conocen, me apoyan, me dicen lo que necesito oír (no lo que quiero oír) y me llenan de energía para no perder el rumbo. De este modo esa vida que en un primer momento me era ajena, finalmente se convirtió en lo que es hoy la vida que conscientemente quiero tener.
Dentro de las teorías de la Psicología Positiva son especialmente importantes los diálogos internos y los mensajes que nos damos a nosotros mismos. En esos momentos resonaba mucho el poema de Benedetti (No te rindas) y especialmente, me repetía mensajes positivos similares a estos versos:
No te rindas, aun estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
 
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
 
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,...
 
De alguna manera experimentaba dolor por haberme sentido dañada y también me sentía culpable por haber tomado decisiones que en un momento dado habrían dañado a terceras personas y esto realmente me atormentaba. Pero fue clave el momento de tomar consciencia de ello y llevar un proceso de perdonarme a mí misma y perdonar a los que me habían dañado. En Psicología Positiva este tema se trata en diversas ocasiones, ser capaz de perdonar de forma sincera aporta una gran cantidad de bienestar y con el tiempo lo pude experimentar.
Pasaba el tiempo y seguía dando pasos en mi reconstrucción. No todos los pasos los daba de forma consciente pero si hubo un momento en que me dí cuenta que el mero hecho de dejar pasar el tiempo no era suficiente (sobre ese tema ya hablé en su momento). El tiempo es importante para ir poniendo ciertas cosas en su lugar pero lo que realmente ayuda es lo que hagas durante ese tiempo.
En todo este proceso hay algo que se ha mantenido y creo que ha sido también especialmente importante y es que he mantenido cierta coherencia entre mis valores y mis acciones. He tenido momentos de plantearme hasta esos valores e incluso reformularlos pero el hecho de que para mí lo que hago y lo que siento tengan coherencia es especialmente importante para no “desviarme” de mi camino. Lo cierto es que los primeros cambios que experimenté en este proceso fueron externos como lo fue el cambio de casa y más lentamente fui cambiando mi interior, mis pensamientos, mis emociones,… hasta llegar a una cierta estabilidad interna que me hizo sentir más fuerte y con más energía.
Creo que las fortalezas que más he podido poner en práctica durante este tiempo es el deseo de aprender, esperanza y optimismo. Cada experiencia que vivo la afronto como una oportunidad de aprender y este año especialmente considero que he aprendido mucho. Por otro lado, hasta en los momentos más bajos emocionalmente he mantenido la esperanza de que todo era para mejor y me he sentido especialmente optimista con cada situación que he ido afrontando (unas veces más que otras eso es cierto). Esto ha sido un motor para seguir avanzando y no dejar que ciertas “sombras” oscurecieran lo que estaba viviendo.
Este es mi balance de todo un año, reducido bastante pero creo que a nivel emocional es lo más destacado. Ahora que ya tengo cierta perspectiva de lo vivido me reafirmo en lo que escribo cada domingo en este espacio: la felicidad no es un fin sino que es un camino, podemos obtener bienestar de muchas maneras incluso encontrándonos en un proceso adverso,… y lo más importante, que la vida tiene momentos muy amargos que hacer frente pero el ser humano tiene una gran capacidad de sobreponerse, salir adelante y seguir disfrutando de momentos bonitos mientras tenga intención de continuar respirando la vida.
Que paséis una feliz semana!