Hoy no vais a encontrar en este texto ninguna teoría ni estudio psicológico
que haya leído estos días atrás. En este caso mis palabras las dedico a una
parcela de mi vida que comparto en este espacio, como otras ocasiones, porque
me generan un alto grado de bienestar y momentos de auténtica felicidad. A
veces reflexiono sobre lo que tengo en mi entorno y me doy cuenta que al llevar
conmigo tanto tiempo quizás no le doy el valor que realmente tiene así que esta
parcela en concreto se merece el espacio de hoy. Me refiero a las relaciones
auténticas que tengo a mi alrededor las cuales atesoro y valoro como una verdadera
fuente de bienestar en mi vida.
Tengo la suerte de tener cerca personas con las que tengo un vínculo
especial pero hoy me voy a centrar en lo que se puede denominar el “núcleo duro”, amigas
con las que comparto mi vida desde que tengo uso de razón. Creo que ya éramos
amigas cuando aún no conocíamos el significado de la palabra amistad en su
sentido más amplio. Con estas personas pasé mi niñez, esa en la que bajabas a
la calle, ibas al portal de al lado y llamando a un timbre empezaba una tarde
de juegos y aventuras por el barrio. Llegó después la adolescencia y con ellas
pasé esa época en la que tienes conflictos internos, formas tu propia identidad
y encuentras en tus amigos el único punto de entendimiento en un mundo que no comprendes.
Seguimos creciendo y cada una tomó caminos diferentes, Universidad, trabajo,…. Pero
el denominador común era que siempre encontrábamos tiempo para estar juntas ya
fuera salir, hacer un viaje, tomar un café…
A pesar de haber crecido juntas nuestras vidas han seguido direcciones
completamente diferentes y quizás por eso nos hemos convertido en personas que
si a día de hoy nos conociéramos realmente no tendríamos nada en común. Pero lo
cierto es que nos unen muchas experiencias compartidas y vivencias que han
formado un vínculo para mí muy especial. No todo han sido juergas y risas,
hemos pasado por conflictos, épocas en las que nos hemos distanciado y otras en
las que hemos compartido nuestras vidas casi al minuto. Aún así, y aunque suene
a tópico, hay algo especial en ese vínculo de manera que puede pasar tiempo sin
vernos que cuando coincidimos parece que retomamos una conversación del día
anterior. Esto nos ocurre ya que cada una tenemos nuestras vidas, horarios,
responsabilidades,… que hacen casi misión imposible encontrar un hueco con
periodicidad para vernos. Pero cuando lo conseguimos y nos encontramos, ocurre
que pasamos horas poniéndonos al día, opinando y comentando cada detalle de lo
que cada una comparte y nos reímos de nosotras mismas sacando si es posible el
lado positivo de las situaciones que atravesamos aunque a veces sean realmente
difíciles.
En la actualidad, una de las cosas que más me gusta de la relación que
tenemos es que considero que es una relación auténtica. Cada una es como es y
todas somos conscientes de la forma de ser de cada una aceptándonos y respetándonos
sin cuestionarnos unas a otras. Creo que hay ciertos pactos no escritos que
desde mi punto de vista hacen que nuestro vínculo sea especialmente fuerte como
por ejemplo:
-
Si me
preguntas mi opinión te la voy a dar de forma sincera aunque sea consciente que
no es lo que quieres oír.
-
Puedes tomar
una decisión que no comparto y te lo haré saber pero te voy a apoyar 100% en
ello una vez que lo emprendas sin cuestionarte.
-
No te juzgo.
-
Frente
a un problema no te voy a decir “va a salir todo bien” pero sí me escucharás “pase
lo que pase estoy contigo”.
-
Esos
momentos vergonzosos que nadie conoce fuera de este grupo lo vamos a comentar
una y otra vez y nos vamos a reír de ello. Eso sí, la que saca el tema se
atiene a que salgan también sus “trapos sucios” que ninguna se salva!
Y como estos ejemplos hay varios que conforman como un código que hace que
nuestra relación sea auténtica, real, no está edulcorada y es el tipo de relación
sincera y transparente que creo, es muy necesaria. Además existe un vínculo con
personas que en mi caso, admiro, respeto y quiero.
Mi conclusión de todo esto es que tener relaciones auténticas con otras
personas aporta seguridad en uno mismo, sentido de pertenencia, capacidad de cuidar
a otros… y esto es una gran fuente de bienestar.
Que paséis una feliz semana!
No hay comentarios:
Publicar un comentario