domingo, 5 de junio de 2016

Estabilidad


En líneas generales quien más y quien menos ha considerado que llegar a obtener estabilidad en su vida se convierte en una meta, la cual se sobreentiende que nos va a aportar un alto grado de bienestar e incluso nos puede hacer sentir más felices. Mi reflexión de hoy es acerca de esa estabilidad, no solo la importancia que tiene en nuestras vidas sino también qué contenido debe tener esa estabilidad, desde mi punto de vista, para hacernos felices.

El concepto de estabilidad lo considero totalmente subjetivo pero mi percepción al respecto ha sido siempre que parecen existir ciertos cánones no escritos pero muy presentes en nuestra sociedad sobre lo que significa estabilidad. Esos cánones a veces nos impulsan a llevar a cabo una serie de pasos en nuestras vidas que nos otorguen esa estabilidad y así conseguir un bienestar que consideramos necesario. De este modo, nos imponemos metas y plazos que cuando no vemos cumplidos nos pueden generar frustración. Afortunadamente muchas personas llegan a obtener esa estabilidad y mantienen un alto índice de bienestar a largo plazo gracias a ella. Pero ¿qué ocurre si consigues esa estabilidad que parece has deseado y descubres que no te hace feliz? Puede ocurrir que sintamos cierto vacío, que no sea aquello que realmente habíamos soñado, que nos sumerja en una vida anodina ajena a nosotros y no sea esa la vida que realmente esperábamos vivir. La buena noticia es que tú mismo puedes reconducir esas metas, reconstruirte y buscar nuevos caminos cada uno en la medida de lo posible y en función de sus circunstancias.

Tradicionalmente se ha relacionado la estabilidad con conseguir un hogar, una pareja con quien formar una familia, un trabajo fijo,… pero desde mi punto de vista en este momento, considero que esto no es suficiente ni tampoco tiene por qué ser todo necesario para tener una vida estable. Por ejemplo, construir un hogar no consiste sólo en amueblar tu casa y mudarte a ella o, vivir en pareja no es únicamente compartir ese hogar.

Uno de los aprendizajes que he adquirido recientemente es que la estabilidad realmente útil es la que tenemos internamente. La estabilidad externa no siempre depende de nosotros, es cambiante, a veces incontrolable por lo que paradójicamente puede volvernos a veces inestables. Al fin y al cabo nuestro bienestar y felicidad dependen en gran medida de nuestra actitud, de lo satisfechos que estemos de nosotros mismos, de la posibilidad de vivir la vida que deseamos… y todo esto, por mucha estabilidad externa que tengamos, si la interna no la tenemos cubierta se nos pondrá difícil disfrutar de una vida plena. De este modo la estabilidad está en nuestro interior. Podemos enfrentarnos a situaciones complejas, vivir cambios bruscos en nuestras vidas, tener la oportunidad de vivir grandes experiencias,… y si gozamos de esa estabilidad interna podremos sacarle el máximo partido a todo ello.

La estabilidad emocional no aparece de la nada, es a veces consecuencia de experiencias, conflictos internos, dudas, malas y buenas decisiones, responsabilizarse de las consecuencias de esas decisiones… pero el camino para llegar a ella creo que es más gratificante que el recorrido para llegar a obtener la citada estabilidad externa. Con esto no le quiero restar importancia a todas esas cosas externas que favorecen nuestra estabilidad, simplemente considero que hay mucho más allá por lo que levantarnos cada día y seguir obteniendo momentos felices, que son muchos, si dentro de nosotros encontramos un verdadero aliado para seguir disfrutando y respirando la vida con plenitud.

Que paséis una feliz semana!

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