En líneas
generales quien más y quien menos ha considerado que llegar a obtener
estabilidad en su vida se convierte en una meta, la cual se sobreentiende que
nos va a aportar un alto grado de bienestar e incluso nos puede hacer sentir
más felices. Mi reflexión de hoy es acerca de esa estabilidad, no solo la
importancia que tiene en nuestras vidas sino también qué contenido debe tener
esa estabilidad, desde mi punto de vista, para hacernos felices.
El concepto de
estabilidad lo considero totalmente subjetivo pero mi percepción al respecto ha
sido siempre que parecen existir ciertos cánones no escritos pero muy presentes
en nuestra sociedad sobre lo que significa estabilidad. Esos cánones a veces
nos impulsan a llevar a cabo una serie de pasos en nuestras vidas que nos
otorguen esa estabilidad y así conseguir un bienestar que consideramos
necesario. De este modo, nos imponemos metas y plazos que cuando no vemos
cumplidos nos pueden generar frustración. Afortunadamente muchas personas
llegan a obtener esa estabilidad y mantienen un alto índice de bienestar a
largo plazo gracias a ella. Pero ¿qué ocurre si consigues esa estabilidad que
parece has deseado y descubres que no te hace feliz? Puede ocurrir que sintamos
cierto vacío, que no sea aquello que realmente habíamos soñado, que nos sumerja
en una vida anodina ajena a nosotros y no sea esa la vida que realmente
esperábamos vivir. La buena noticia es que tú mismo puedes reconducir esas
metas, reconstruirte y buscar nuevos caminos cada uno en la medida de lo
posible y en función de sus circunstancias.
Tradicionalmente
se ha relacionado la estabilidad con conseguir un hogar, una pareja con quien
formar una familia, un trabajo fijo,… pero desde mi punto de vista en este
momento, considero que esto no es suficiente ni tampoco tiene por qué ser todo
necesario para tener una vida estable. Por ejemplo, construir un hogar no
consiste sólo en amueblar tu casa y mudarte a ella o, vivir en pareja no es
únicamente compartir ese hogar.
Uno de los aprendizajes que he adquirido
recientemente es que la estabilidad realmente útil es la que tenemos
internamente. La estabilidad externa no siempre depende de nosotros, es
cambiante, a veces incontrolable por lo que paradójicamente puede volvernos a
veces inestables. Al fin y al cabo nuestro bienestar y felicidad dependen en
gran medida de nuestra actitud, de lo satisfechos que estemos de nosotros mismos,
de la posibilidad de vivir la vida que deseamos… y todo esto, por mucha
estabilidad externa que tengamos, si la interna no la tenemos cubierta se nos
pondrá difícil disfrutar de una vida plena. De este modo la estabilidad está en
nuestro interior. Podemos enfrentarnos a situaciones complejas, vivir cambios
bruscos en nuestras vidas, tener la oportunidad de vivir grandes experiencias,…
y si gozamos de esa estabilidad interna podremos sacarle el máximo partido a
todo ello.
La estabilidad emocional no aparece de la
nada, es a veces consecuencia de experiencias, conflictos internos, dudas,
malas y buenas decisiones, responsabilizarse de las consecuencias de esas
decisiones… pero el camino para llegar a ella creo que es más gratificante que
el recorrido para llegar a obtener la citada estabilidad externa. Con esto no
le quiero restar importancia a todas esas cosas externas que favorecen nuestra
estabilidad, simplemente considero que hay mucho más allá por lo que
levantarnos cada día y seguir obteniendo momentos felices, que son muchos, si
dentro de nosotros encontramos un verdadero aliado para seguir disfrutando y
respirando la vida con plenitud.
Que paséis una feliz semana!
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