domingo, 24 de abril de 2016

El pasado en su justo valor


A menudo me encuentro con artículos que hablan de la importancia de disfrutar el presente, de valorar lo que tenemos en el momento actual y utilizarlo para generar bienestar, prestar atención al aquí y ahora para saborear de forma consciente lo que nos ocurre en el presente y sacarle el máximo partido. Estoy totalmente de acuerdo en tener la capacidad de disfrutar el presente pero siempre y cuando no le restemos valor a nuestro pasado.

Que nuestras experiencias anteriores marcan nuestro presente y nuestro futuro es algo evidente. Pero lo que nos marca muchas veces no es la situación pasada en sí sino el poso que nos dejó una situación concreta o una época de nuestro pasado. A veces esas situaciones vividas suponen una losa que no nos permite seguir avanzando y otras veces nos proporcionan un aprendizaje que ayuda a vivir mejor. Esto ocurre tanto si nuestras experiencias pasadas fueron positivas como si fueron negativas.

¿Cuándo nuestro pasado puede ser una losa? Puede ocurrir que recordemos una época de nuestra vida como especialmente feliz y nos anclemos en ese recuerdo pensando que no volveremos a ser felices como lo fuimos en ese momento. Del mismo modo sucede con las experiencias negativas, aquellas que nos han generado tanto dolor que nos protegemos para evitar volver a una situación similar. En ambos casos el pasado puede provocar un efecto negativo en nuestro presente y futuro no permitiéndonos a nosotros mismos esperar con optimismo vivir experiencias diferentes y reconstruirnos de forma constante.

Cuando hemos tenido una situación especialmente feliz en el pasado es más interesante utilizarlo en nuestro presente que regodearnos en aquello de “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Desde mi punto de vista, es posible que aquello que nos hizo tan felices en un momento dado si lo trasladásemos a nuestro momento actual quizás no nos generase un estado de bienestar tan alto o no lo viviríamos con tanta intensidad. Por esta razón, acumular momentos felices en nuestro pasado y tenerlos activos en nuestra memoria es una fuente de bienestar importante por los recuerdos que nos genera y una herramienta poderosa para disfrutar de lo que tenemos en nuestro presente o generar una expectativa positiva sobre nuestro futuro.

En cuanto a las experiencias negativas de nuestro pasado, aquellas que nos duelen, no se trata de evitarlas, hacer como si no hubieran sucedido ni olvidarlas ya que esto puede proporcionarnos cierto sentimiento de vacío al no haber podido superar esa situación. Lo más importante es analizar qué ocurrió y canalizar los sentimientos que nos produce para afrontarlo sin dejar que nos paralice o aumente nuestros miedos a seguir avanzando con nuestra vida.

Con todo esto creo en la importancia de disfrutar el presente, poner los ojos en el futuro pero otorgar su justo valor al pasado. Nuestro pasado es importante porque es lo que ha construido quienes somos en la actualidad pero debemos otorgarle el valor que le corresponde, guardando con cariño todo lo bueno que nos ha aportando y aprendiendo de las experiencias menos buenas pero que son igualmente importantes. En ambos casos, de lo que se trata es que nuestro pasado, lejos de debilitarnos, nos fortalezca y nos aporte la posibilidad de disfrutar y vivir bien.

Que paséis una feliz semana!

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