A menudo me encuentro con
artículos que hablan de la importancia de disfrutar el presente, de valorar lo
que tenemos en el momento actual y utilizarlo para generar bienestar, prestar
atención al aquí y ahora para saborear de forma consciente lo que nos ocurre en
el presente y sacarle el máximo partido. Estoy totalmente de acuerdo en tener
la capacidad de disfrutar el presente pero siempre y cuando no le restemos
valor a nuestro pasado.
Que nuestras experiencias
anteriores marcan nuestro presente y nuestro futuro es algo evidente. Pero lo
que nos marca muchas veces no es la situación pasada en sí sino el poso que nos
dejó una situación concreta o una época de nuestro pasado. A veces esas
situaciones vividas suponen una losa que no nos permite seguir avanzando y
otras veces nos proporcionan un aprendizaje que ayuda a vivir mejor. Esto ocurre
tanto si nuestras experiencias pasadas fueron positivas como si fueron
negativas.
¿Cuándo nuestro pasado
puede ser una losa? Puede ocurrir que recordemos una época de nuestra vida como
especialmente feliz y nos anclemos en ese recuerdo pensando que no volveremos a
ser felices como lo fuimos en ese momento. Del mismo modo sucede con las
experiencias negativas, aquellas que nos han generado tanto dolor que nos
protegemos para evitar volver a una situación similar. En ambos casos el pasado
puede provocar un efecto negativo en nuestro presente y futuro no
permitiéndonos a nosotros mismos esperar con optimismo vivir experiencias
diferentes y reconstruirnos de forma constante.
Cuando hemos tenido una
situación especialmente feliz en el pasado es más interesante utilizarlo en
nuestro presente que regodearnos en aquello de “cualquier tiempo pasado fue
mejor”. Desde mi punto de vista, es posible que aquello que nos hizo tan
felices en un momento dado si lo trasladásemos a nuestro momento actual quizás
no nos generase un estado de bienestar tan alto o no lo viviríamos con tanta
intensidad. Por esta razón, acumular momentos felices en nuestro pasado y tenerlos
activos en nuestra memoria es una fuente de bienestar importante por los
recuerdos que nos genera y una herramienta poderosa para disfrutar de lo que
tenemos en nuestro presente o generar una expectativa positiva sobre nuestro
futuro.
En cuanto a las
experiencias negativas de nuestro pasado, aquellas que nos duelen, no se trata
de evitarlas, hacer como si no hubieran sucedido ni olvidarlas ya que esto
puede proporcionarnos cierto sentimiento de vacío al no haber podido superar
esa situación. Lo más importante es analizar qué ocurrió y canalizar los
sentimientos que nos produce para afrontarlo sin dejar que nos paralice o
aumente nuestros miedos a seguir avanzando con nuestra vida.
Con todo esto creo en la
importancia de disfrutar el presente, poner los ojos en el futuro pero otorgar
su justo valor al pasado. Nuestro pasado es importante porque es lo que ha
construido quienes somos en la actualidad pero debemos otorgarle el valor que
le corresponde, guardando con cariño todo lo bueno que nos ha aportando y
aprendiendo de las experiencias menos buenas pero que son igualmente
importantes. En ambos casos, de lo que se trata es que nuestro pasado, lejos de
debilitarnos, nos fortalezca y nos aporte la posibilidad de disfrutar y vivir
bien.
Que paséis una feliz semana!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuchas gracias! Me alegro que pueda aportarte algo bueno.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar