Quizás demasiado a menudo me cuestiono aspectos de mi vida y reflexiono
sobre si eso es lo que realmente quiero, aquello que me ilusiona o me apasiona
y si es coherente con mis valores. Me refiero a que es demasiado a menudo
porque a veces al cuestionarme ciertas cosas la respuesta no es siempre
positiva y eso me remueve, me hace buscar alternativas, siento cierta
frustración… pero es cierto que no considero que sea negativo ya que gracias a
cuestionarme casi todo creo que mantengo un espíritu de mejora constante que
realmente me motiva a emprender diferentes caminos en la medida que puedo.
Las cuestiones a las que me refiero suelen ser sobre diferentes aspectos
ya sean sobre mi profesión, las personas de las que me rodeo o en lo que
invierto mi tiempo libre, el cual considero especialmente valioso y no me gusta
sentir que gasto ese tiempo en cosas que no me aporten bienestar.
A nivel profesional hay un algún aspecto que tengo identificado como
fundamental para que pueda apasionarme con mi trabajo y es que contenga un
factor de aprendizaje continuo y que me suponga un reto, es decir, que no me dé
la oportunidad de acomodarme, me mantenga despierta y, aunque me suponga cierta
dificultad, que me sienta capaz de afrontar dichos retos.
En cuanto a las personas de las que me rodeo es cierto que en otras
etapas de mi vida creo que era “más sociable” pero a medida que va pasando el
tiempo voy siendo más selectiva e intento compartir mi vida con las personas
que realmente me apetece. Del mismo modo espero que las personas que me
dediquen su tiempo lo hagan realmente porque quieren pasarlo conmigo, lo de
estar por estar con alguien no me parece positivo para ninguna de las partes.
En este sentido también es especialmente relevante no solo con quién paso mi
tiempo si no en qué invierto dicho tiempo. La famosa frase de “el tiempo es oro”
me parece muy acertada ya que realmente me doy cuenta que cuando percibo que
pierdo el tiempo me siento a veces algo frustrada. Esto no significa que no
valore esos momentos que considero necesarios de “no hacer nada” que a veces aportan
especial bienestar. Pero últimamente estoy introduciendo actividades diferentes
a mi tiempo libre y me he dado cuenta que me hacen sentir bien, despejan mi
mente y están aportándome aspectos positivos a mi día a día. Es cierto que no
son grandes cosas porque normalmente disfruto especialmente de cosas sencillas pero
que me generan momentos felices. Concretamente este fin de semana, gracias a la
propuesta de mi amiga Patricia, hemos ido a pasear por la sierra y no sé si ha
sido porque hacía mucho tiempo que no lo hacía, por la buena compañía,… pero me
ha hecho sentir especialmente bien. Reconozco que esto me ha supuesto rebuscar
las zapatillas de montaña que tenía casi olvidadas y salir de mi rutina en mi
tiempo libre por lo que es una forma de hacer algo diferente que siempre aporta
valor.
A raíz de todo esto viene la reflexión con la que empezaba escribiendo
hoy que no es otra que: ¿me siento bien con lo que hago actualmente? No me
gusta pensar que realizo actividades por inercia o por costumbre ya que cuando
más bienestar encuentro es cuando hago las cosas con ilusión y con ganas de
manera que me siento viva generando mis pequeños momentos de felicidad. Así que
soy consciente de tener la necesidad de hacer cosas que me gusten, estar con
personas que aprecio y apasionarme con lo que hago. Pero todo
esto no viene solo, supone esfuerzo, curiosidad por descubrir algo diferente y
ganas de hacer esos descubrimientos. Eso sí, la recompensa vale la pena, al
menos para mí, en este punto cada uno debe analizar y buscar aquello que le
hace sentir bien. Mi conclusión es que la respuesta a la pregunta anterior no
tiene por qué ser sí o no sino que tras pensar sobre ello sepamos lo que queremos
hacer y dejar de hacer para fomentar nuestro bienestar.
Que paséis una feliz semana!
No hay comentarios:
Publicar un comentario