Los seres humanos
mantenemos una necesidad en ocasiones insaciable de desear cosas a lo largo de
nuestra vida, deseos que a veces vemos cumplidos y otras veces se quedan en
eso, algo que quisimos y nunca logramos.
Según parece, la filosofía
antigua consideraba generalmente que los deseos son pasiones del alma que
interfieren negativamente con la razón y el pensamiento. En la actualidad, en
algunos contextos, se mantiene esta idea considerando los deseos una pulsión
irracional que nos llevan a tomar decisiones ilógicas. En cambio, existe otra
perspectiva que consiste en considerar el deseo como un acto deliberado y
racional que se obtiene de la reflexión sobre la realidad que nos rodea. Al fin
y al cabo razón y pasión no tienen por qué ser opuestas sino que, bien
canalizadas, pueden ser complementarias.
En relación a los deseos y
cómo conseguirlos llevamos unos años en los que de vez en cuando se publica algún
libro de autoayuda muy mediático que se basa en una corriente que considera que
es posible que alcancemos cualquier cosa a fuerza de desearla. Se basan en la Ley
de la atracción, la cual afirma que el ser humano es capaz de alcanzar lo que
desea ya que los pensamientos son capaces de generar un halo de energía que
actúa como un imán atrayendo eso que deseamos. De este modo, si deseas algo con
todas tus fuerzas lo terminas atrayendo y si no lo consigues es que no lo
deseaste lo suficiente.
A pesar de lo cómodo de la
teoría creo que a la hora de conseguir algo que queremos no es suficiente, ni
mucho menos, únicamente desearlo.
Los deseos en el ser
humano tienen una función práctica determinante ya que actúan de motor para nuestra
conducta, nos motivan a esforzarnos y a luchar por aquello que queremos. Pero
esto es únicamente la punta del iceberg, el pistoletazo de salida que desencadena
decisiones y actos orientados a lograr un objetivo concreto. Al mismo tiempo, somos conscientes que por mucho que deseemos algo no siempre podemos lograrlo y
tener la capacidad de manejar la frustración de un deseo no satisfecho es un
factor importante para mantener un equilibrio emocional.
De esta manera sí es
determinante desear algo con fuerza, ser conscientes de que eso nos
proporcionará bienestar y que es algo que queremos obtener realmente. A partir
de ese deseo llega el momento de poner de tu parte, de decidir qué está en tu
mano para conseguir lo que anhelas y poner en marcha un plan de acción. Por
supuesto que es importante mantener una actitud positiva, tener confianza en
uno mismo y estar dispuestos a afrontar posibles frustraciones de un modo
optimista sin dejar de lado el entorno que a veces puede ser desfavorable de
cara al logro de nuestro objetivo. Así, de un modo realista, puedes construir
tu propio camino y disfrutar del mismo ya que a veces el fin último no es el
único modo de obtener bienestar sino que el proceso en sí se convierta en una oportunidad
de vivir experiencias diferentes y positivas.
Que paséis una feliz
semana!
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