domingo, 28 de febrero de 2016

Nostalgia

Aunque generalmente se tiene un concepto negativo de la nostalgia en realidad puede contemplarse como una estrategia adaptativa que influye positivamente en nuestro bienestar psicológico.

La nostalgia puede aparecer cuando deseamos algo que ya no existe, que pertenece a nuestro pasado. Puede ocurrir que escuchar una canción que sonaba en nuestro pasado, recordar una persona que quisimos y ya no está en nuestra vida, oler un aroma concreto… dispare sentimientos en los que se mezcle cierta añoranza alegre con la melancolía de ser conscientes que eso pertenece a un pasado que no volverá.

Es posible que las experiencias nostálgicas generen emociones positivas, nos hagan sentir protegidos por otras personas, potencien la percepción de que nuestra vida tiene sentido y refuercen nuestra autoestima y nuestra identidad personal. Los recuerdos que generan nostalgia son normalmente positivos, recordamos con nostalgia los grandes momentos de nuestra vida, aquellos que formaron parte de nosotros definiendo lo que somos en la actualidad.

Este fin de semana he pasado un día entero con toda mi familia paterna, tíos, primos, sobrinos,… El día a día de cada uno nos hace complicado tener muchos momentos al año como este de manera que realmente ha sido una situación especial. Ha sido un momento sobre todo divertido aunque también ha habido momentos emotivos. El lugar era en una casa que tienen mis tíos en el pueblo la cual es aquella en la que vivieron mis abuelos, se crió mi padre con sus dos hermanos y yo viví un montón de momentos geniales junto a mis hermanos y primos durante mi niñez. Aunque la casa está totalmente reformada la esencia de la misma permanece presente. Así que en ese lugar, junto a toda mi familia paterna, no he podido evitar sentir cierta nostalgia. Lo principal ha sido recordar a mis abuelos que eran las únicas dos personas que faltaban y que hubieran disfrutado muchísimo al vernos a todos juntos riendo, gastándonos bromas, compartiendo nuestras vidas… Aunque por un momento esto me ha generado cierta tristeza por no tener a mis abuelos cerca, los cuales son figuras importantes en mi vida, se ha mezclado con un sentimiento de paz y alegría por ser consciente de lo afortunados que somos por seguir manteniendo esa unión que ellos fomentaron siempre.

Una función importante de la nostalgia es la de unir nuestro pasado con nuestro presente, al ofrecernos una visión positiva del pasado nos ayuda a afrontar nuestro presente con optimismo y a dar más significado a nuestra vida.

De este modo alimento mi nostalgia de vez en cuando disfrutando de recuerdos de momentos maravillosos con personas que han enriquecido mi vida y así dar valor a aquellas personas que sí están actualmente presentes y me regalan momentos muy felices.


Que paséis una feliz semana!

domingo, 21 de febrero de 2016

Desear no es suficiente

Los seres humanos mantenemos una necesidad en ocasiones insaciable de desear cosas a lo largo de nuestra vida, deseos que a veces vemos cumplidos y otras veces se quedan en eso, algo que quisimos y nunca logramos.

Según parece, la filosofía antigua consideraba generalmente que los deseos son pasiones del alma que interfieren negativamente con la razón y el pensamiento. En la actualidad, en algunos contextos, se mantiene esta idea considerando los deseos una pulsión irracional que nos llevan a tomar decisiones ilógicas. En cambio, existe otra perspectiva que consiste en considerar el deseo como un acto deliberado y racional que se obtiene de la reflexión sobre la realidad que nos rodea. Al fin y al cabo razón y pasión no tienen por qué ser opuestas sino que, bien canalizadas, pueden ser complementarias.

En relación a los deseos y cómo conseguirlos llevamos unos años en los que de vez en cuando se publica algún libro de autoayuda muy mediático que se basa en una corriente que considera que es posible que alcancemos cualquier cosa a fuerza de desearla. Se basan en la Ley de la atracción, la cual afirma que el ser humano es capaz de alcanzar lo que desea ya que los pensamientos son capaces de generar un halo de energía que actúa como un imán atrayendo eso que deseamos. De este modo, si deseas algo con todas tus fuerzas lo terminas atrayendo y si no lo consigues es que no lo deseaste lo suficiente.

A pesar de lo cómodo de la teoría creo que a la hora de conseguir algo que queremos no es suficiente, ni mucho menos, únicamente desearlo.

Los deseos en el ser humano tienen una función práctica determinante ya que actúan de motor para nuestra conducta, nos motivan a esforzarnos y a luchar por aquello que queremos. Pero esto es únicamente la punta del iceberg, el pistoletazo de salida que desencadena decisiones y actos orientados a lograr un objetivo concreto. Al mismo tiempo, somos conscientes que por mucho que deseemos algo no siempre podemos lograrlo y tener la capacidad de manejar la frustración de un deseo no satisfecho es un factor importante para mantener un equilibrio emocional.

De esta manera sí es determinante desear algo con fuerza, ser conscientes de que eso nos proporcionará bienestar y que es algo que queremos obtener realmente. A partir de ese deseo llega el momento de poner de tu parte, de decidir qué está en tu mano para conseguir lo que anhelas y poner en marcha un plan de acción. Por supuesto que es importante mantener una actitud positiva, tener confianza en uno mismo y estar dispuestos a afrontar posibles frustraciones de un modo optimista sin dejar de lado el entorno que a veces puede ser desfavorable de cara al logro de nuestro objetivo. Así, de un modo realista, puedes construir tu propio camino y disfrutar del mismo ya que a veces el fin último no es el único modo de obtener bienestar sino que el proceso en sí se convierta en una oportunidad de vivir experiencias diferentes y positivas.


Que paséis una feliz semana!

domingo, 14 de febrero de 2016

Eso que llamamos amor

El tema de hoy me ha resultado inevitable, es la primera vez desde que escribo en este espacio que el día de San Valentín cae en domingo, día de mi cita con este blog; así que sí, hoy el tema es el amor, concretamente el que existe entre la pareja. En mi opinión el hecho de celebrar este día o no es algo especialmente íntimo de cada pareja, lo que sí creo es que debe ser coherente con el tipo de relación que se tenga durante el año. Sí opino que cualquier día del resto del año puede ser una oportunidad de hacer muchas cosas especiales en pareja y de una forma más espontánea además de un día como hoy.

Según la Psicología Positiva, la capacidad de amar y ser amado es una de las 24 fortalezas del ser humano encuadrada en la virtud de Humanidad y amor. Esta fortaleza consiste en tener importantes y valiosas relaciones con otras personas, en particular con aquellas en las que el afecto y el cuidado son mutuos. Se trata de sentirse cerca y apegado a otras personas. La fortaleza del amor permite estrechar relaciones, sobre todo con aquellos con los que compartir y cuidar es recíproco. Las personas con esta fortaleza en niveles altos sienten una enorme satisfacción al querer a los demás.

Hay estudios que dicen que amar y ser amado es una de las experiencias más gratificantes para una persona y que una relación romántica intensa es un buen predictor de bienestar. Por otro lado, también he leído que estar en pareja es mayor predictor de felicidad que no estarlo, a lo que añaden que eso siempre y cuando la pareja funcione (obviamente) ya que estar en pareja y que no responda a las expectativas es en cambio un motivo importante de infelicidad.
Existen psicólogos sociales que estudian fenómenos como el amor y como compendio de dichos estudios básicamente enuncian que en una relación duradera el amor atraviesa dos estados fundamentales:
  • Enamoramiento: ese momento en el que los sentimientos hacia el otro son muy intensos, la pasión es un factor importante y prevalece ante muchas otras emociones dando lugar a un estado que a veces se define como de “estar en una nube”.
  • Amor maduro: aquí estos especialistas destacan de este momento sentimientos como intimidad, compañerismo, cariño,…

Robert Sternberg, psicólogo estadounidense que ha profundizado en el tema del amor, asegura que el amor tiene tres ingredientes básicos: cariño, pasión y compromiso. Dependiendo del grado en que cada uno de estos tres ingredientes esté presente en la relación de pareja Stenberg comenta que se puede hablar de diferentes tipos de amor. Por un lado hace referencia al amor romántico, donde prevalece el cariño y la pasión, en segundo lugar se refiere al amor de compañero, donde los protagonistas son el cariño y compromiso. Finalmente cabe la posibilidad, que puedan coexistir los tres factores, aunque parece que esto es más complicado de mantener en el tiempo según dice Stenberg.

Soy consciente de que existe esa fase de enamoramiento que no se mantiene a largo plazo (el tiempo de esta fase depende de cada pareja), pero no considero que haya que sacrificar ciertos aspectos de una relación de pareja escudándose en que lo importante es tener un/a compañero/a de vida conformándose con una relación que no se hagan vibrar el uno al otro de alguna manera. 

Las relaciones de pareja conllevan a veces conflictos, momentos más amargos, discusiones,… pero eso se resuelve con buena comunicación, sinceridad y con el convencimiento de ambos de seguir unidos. Ese convencimiento se sustenta, desde mi punto de vista, si ambos sienten que la otra persona es ese lugar donde llegar cada día, alguien a quien respetas, con quien te ríes y lloras si hace falta y con quien mantienes una atracción física que perdure en el tiempo.

Pero como en todo cada uno debe escoger qué tipo de relación le hace feliz, sabiendo lo que quieres aprendes a no mantener en tu vida lo que no quieres y esto puede ser una oportunidad de obtener bienestar.


Que paséis una feliz semana!

domingo, 7 de febrero de 2016

La influencia del mensaje

El japonés Masaru Emoto, se hizo popular por afirmar que el agua es capaz de percibir y almacenar la energía positiva o negativa que se proyecta sobre ella de manera que si se le llega energía positiva las vibraciones de esa energía hacen que el agua cristalice de forma armónica. Sin embargo, si se proyecta energía negativa sobre ese agua las formas en las que cristaliza es, digamos, más fea. En definitiva, lo que nos viene a decir Emoto es que los pensamientos humanos y las emociones pueden alterar la estructura molecular del agua.

Para confirmar su teoría Masaru realizó pruebas comparando muestras de agua en las que en algunos casos les asociaba palabras positivas o música optimista y en otros casos les asociaba palabras negativas o música más agresiva. Así dedujo que cuando orientas esa energía positiva el agua al que lo diriges cristaliza al congelarse adoptando formas más “bonitas” que el agua sometido a energía  negativa. Una vez afirmado esto lo que se deduce es que el ser humano es en un alto porcentaje agua por lo que los mensajes optimistas conseguirán armonía y un efecto positivo sobre nosotros.

Lo que más destacó este autor japonés es que cuando en un vidrio con agua escribía palabras como “amor” y “gracias” la cristalización era más armónica que con palabras como “te odio”.

Reconozco que la historia me resulta curiosa pero por más que he buscado información más allá no he encontrado nada que contraste estos planteamientos ni evidencias científicas de esta influencia sobre el agua aparte de las afirmaciones del autor. Sí he encontrado afirmaciones que creen en ello y personas más escépticas en cuanto al fundamento de este hecho. En mi caso soy más de las escépticas pero la conclusión sobre el efecto que tienen los mensajes en el ser humano me parece muy acertada.

El efecto que tiene en nosotros las palabras que recibimos o las que nos decimos a nosotros mismos es muy potente. Si estamos recibiendo constantes mensajes negativos, ya sean externos o nuestras propias palabras y pensamientos, estamos provocando una mayor probabilidad de tener dificultad para ver algo bueno de las situaciones que vivimos. Parece ser que hay palabras que nos generan una mayor energía positiva como puede ser “gracias”, “hazlo”, “sonríe”,…

Hasta aquí creo que estaremos de acuerdo, que si nos decimos cosas buenas, si escuchamos mensajes positivos,… nuestro bienestar puede mejorar más fácilmente que si estamos sometidos a mensajes negativos. Pero ¿qué hacemos cuando no podemos evitar ciertos mensajes negativos? No creo que la solución sea ignorarlo ya que no suele ser tarea fácil.

El punto de partida es ser conscientes que una persona concreta nos está proyectando mensajes negativos de forma constante (es posible que esa persona seamos nosotros mismos con nuestros diálogos internos). No podemos mantener un cariz optimista 24 horas y es normal que tengamos momentos en los cuales necesitamos comentar o pensar en negativo, lo importante del asunto es que no sea algo que se enquiste de manera que impida ir más allá. Pues bien, cuando detectas ese tipo de mensaje negativo que se repite y que de algún modo se está encapsulando, debemos analizarlo. Si te detienes a saber el porqué de ese mensaje y el efecto que te está provocando es más fácil asumirlo de forma consciente y convertirlo en algo a mejorar. Esto no significa que lo traslades a algo positivo ya que no siempre será posible pero sí que lo utilices en tu propio beneficio en función de lo limitante que pueda llegar a ser.

Creo que efectivamente es muy bueno darnos mensajes positivos que nos darán mayor energía pero, desde un punto de vista más realista y no tan ilusorio, también es útil saber manejar los mensajes negativos, utilizarlos y no evitarlos ya que la evitación no es más que postergar el efecto negativo a un tiempo futuro. Así que aprendamos a saber cuándo y cómo aportarnos mensajes positivos y manejemos aquello que nos provoque un efecto menos bueno.


Que paséis una feliz semana!