Pues sí, ya ha llegado esa época tan especial del
año, la Navidad. Confieso que son momentos que me gustan porque es un tiempo
lleno de emoción. Durante los próximos días hay momentos de ilusión, de
alegría, de compartir momentos con las personas de mi entorno, de disfrutar,…
pero me gusta también que todo esto se junta con emociones de melancolía y
nostalgia lo cual quizás es menos positivo pero ayuda a valorar lo que tienes
frente a lo que no tienes o has perdido.
Para mí estas fechas suelen ser momentos de
tradición. Está la tradicional comida de empresa, esa en la que los compañeros
con los que vives muchas horas a lo largo del año donde te encuentras con
momentos de aprendizaje, tensión, frustración, satisfacción por el trabajo
realizado,… Y en estos días te reúnes de forma más distendida para dejar eso atrás
por un momento y disfrutar de un rato más divertido.
Por otro lado según se van acercando estos días a
veces me siento en una especie de maratón para poder ver a toda la gente y
compartir un ratillo con antiguos compañeros de trabajo, con los amigos de
siempre, con los compañeros de la Universidad y todas esas personas que vas
manteniendo en tu vida, los cuales siempre es un placer sacar como excusa que
es Navidad y ponernos al día de nuestras vidas.
Como os decía para mí estas fechas son bastantes
tradicionales. Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año nuevo los paso en familia
sacando un ratillo para una copa con los amigos de siempre, los que llevo
conmigo desde que recuerdo. Todo esto normalmente con muchos momentos de estar
sentados alrededor de una mesa comiendo cosas ricas y, a pesar de no hacerlo
mucho últimamente, aprovecho para cocinar alguna cosilla diferente con la idea
de sorprender a aquellos con los que me siento a comer. Me parece un verdadero
placer cocinar algo especial para las personas que quiero.
El día de Reyes es bastante especial, sigo creyendo
que esa noche es mágica de alguna manera. En mi casa, cuando éramos pequeños,
mis hermanos y yo teníamos la suerte que nos traían regalos tanto Papá Noel
como los Reyes Magos pero estos últimos siempre eran los que tenían mayor
protagonismo. Esa ilusión que tenía de niña sigue viva durante esa noche.
Cuando mis hermanos y yo éramos más mayores pero vivíamos aún con mis padres
manteníamos el misterio, esperábamos a que mis padres se durmieran después de ayudar
a los reyes a dejar algún paquetito en el salón y éramos nosotros quienes después
ayudábamos a los Reyes esa noche para que cuando despertáramos al día siguiente,
mis padres se encontraran con la sorpresa de los regalos junto a sus zapatos.
Actualmente ese día 6 de enero vamos todos a pasar el día juntos y sigue siendo
especial desde el tiempo previo de buscar el regalo perfecto para ellos hasta
el momento de abrir cada paquete. A esto se le une la presencia de mis sobrinos
y la magia que respiramos todos con ellos. Aquí tengo que decir que ya está
siendo tradicional ese momento en el que los pequeños abren un regalo que
consiste en un juguete de esos que hay que montar y que nadie piensa cuando
hacen estos juguetes que los niños no los montan, lo hacemos los adultos. Y de
repente me veo con un montón de bolsitas llenas de piezas, un panfleto de
instrucciones y pienso “no debe ser tan difícil”… te pones con ello y sin que
haya pasado medio minuto ya los tienes “cuánto te falta tía”. Entonces ves en
sus ojos una mezcla de ilusión por verlo hecho y decepción porque se les hace
eterno el tiempo que tardas en hacerlo… eso es presión!!
Es cierto que me parecen días bonitos, de compartir,
de disfrutar mucho y de avivar la ilusión. Pero también hay momentos de
melancolía, nostalgia e incluso en algún caso tristeza. Siempre hay personas
que ya no están en tu vida y que en estas fechas echas en falta de un modo más
amargo del habitual. Por eso entra la nostalgia, el recuerdo y se mezcla con
esas otras emociones buenas que estás viviendo. No me parece negativo, al fin y
al cabo lo mejor de la vida es sentir emociones, canalizarlas y aprovecharlas
para valorar lo que sí tienes y de lo que sí disfrutas para hacerlo de un modo
más consciente.
Con todo esto también os digo que en toda esta
vorágine de fiestas también busco momentos de soledad para oxigenarme un poco
porque, a pesar de ser unas fechas que disfruto, todo en exceso satura y busco
un poco de equilibrio. Tengo pensado que, en algún momento, me gustaría
disfrutar de unas navidades diferentes en un lugar lejano pero este año voy a
continuar la tradición.
Que paséis una Navidad muy feliz!
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