domingo, 13 de diciembre de 2015

Refugio

Existe un lugar a pocos kilómetros de Madrid, en la provincia de Toledo, donde se encuentra concentrado mi origen más profundo, mis raíces. De ese lugar viene toda mi familia, mis padres, abuelos (maternos y paternos), bisabuelos,…

El sábado por la mañana salí de mi casa y cogí el coche para dirigirme a ese lugar tan especial, mi refugio. Se trata de un pueblo en el cual pasé muchos días de verano en mi infancia y donde acudía con mis padres y mis hermanos los fines de semana para ver a mis abuelos. En el momento que mis abuelos murieron mis padres tuvieron una gran idea, cogieron un terreno que pertenecía a la familia desde ni se sabe y construyeron una casa. Eso nos ha servido para no perder esas raíces y allí acudimos para reunirnos en familia o con amigos y poner cierta distancia a nuestro día a día.

En ese lugar sé que cada vez que voy va a ser una oportunidad de disfrutar y saborear momentos sencillos pero que generan en mí un alto bienestar. Uno de esos momentos es cuando, mientras preparamos la comida, ocupamos la cocina improvisando un aperitivo hasta que nos sentamos todos a la mesa a comer siempre cosas muy ricas mientras charlamos, reímos, discutimos...
Ha sido realmente especial despertar hoy prepararme un café, bajar las escaleras y encontrarme la chimenea con un fuego acogedor que había encendido mi padre, el cual es muy madrugador,  y he tenido la oportunidad de, frente a ese fuego, saborear el momento sin más.

Aunque ha amanecido nublado, a lo largo de la mañana ha salido el sol y esto ha hecho que salga a pasear por las calles de ese pueblo, calles tranquilas, llenas de paz. Por esas calles, cuando te cruzas con alguien (a quien normalmente yo no reconozco) te saludas, como si te cruzaras en el ascensor con cualquier vecino del edificio en el que vives. Recuerdo que cuando estaba en casa de mis abuelos, a veces mi abuela me mandaba a “hacer un recado”, si me encontraba con alguien por la calle o en la tienda me preguntaba, “¿y tú de quién eres?” A esta pregunta sabía que tenía que responder quienes eran mis padres y enseguida la persona me asociaba con alguno de los motes de mi familia… sí, allí eres reconocido más por el mote que quizás arrastras de tus antepasados antes que por tu nombre o apellido.

Así de sencillas son mis raíces que han dejado en mí una impronta a la que no quiero renunciar. Porque estos orígenes me aportan seguridad sobre quien soy, de donde vengo… y me ayudan a tener fortaleza para seguir hacia delante allá donde me dirija. De este modo mi pasado está integrado en mi presente y espero mantenerlo en el futuro. Porque mi vida cambia, algunas de las personas con las que comparto esa vida van y vienen pero mi origen, mi pasado, siempre está conmigo y hay un círculo de personas que se mantiene constante ligado a ese pasado.

De modo que he vuelto a casa con las energías renovadas, con una buena dosis de optimismo y con mucho bienestar. Porque vuelvo a mi día a día con ilusión, con ganas de seguir construyéndome y sabiendo que cualquier día vuelvo a ese refugio a arroparme del calor que me abraza de forma incondicional.


Que paséis una feliz semana!

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