domingo, 22 de noviembre de 2015

Infancia

El pasado viernes 20 de noviembre fue el día del niño. Tanto los niños como los ancianos me despiertan sentimientos de gran ternura, los primeros por su transparencia y espontaneidad y los segundos por la sabiduría que albergan tras cada palabra que pronuncian. Pero el motivo de lo que escribo hoy son los niños.

La Convención sobre los Derechos del Niño, establece una serie de derechos de los niños, incluidos los relativos a la vida, a la salud, a la educación y a jugar, así como el derecho a la vida familiar, a estar protegidos de la violencia, a no ser discriminados y a que se escuchen sus opiniones.

Los niños necesitan desarrollar durante su infancia determinadas cualidades como el optimismo, su disposición al juego, la confianza en sí mismos, la fuerza de voluntad, la solidaridad y la creatividad entre otras. Si tienen la oportunidad de desarrollar estas cualidades aumentará la probabilidad de que se conviertan en adultos felices.

Actualmente mi relación más cercana con niños es la que tengo con mis dos sobrinos Inés de tres años y Javier de 5. Concretamente este fin de semana he tenido la oportunidad de dedicarles mucho tiempo y ha sido todo un regalo. Aun siendo tan pequeños me enseñan muchas cosas, me hacen reír, me ayudan a relativizar mi realidad y me invitan a jugar. El juego es una herramienta vital para el desarrollo de los niños que a veces los adultos olvidamos la importancia que tiene. A través del juego creamos nuevas posibles realidades, soñamos, fortalecemos nuestros valores y todo ello en un marco de improvisación y espontaneidad. Esa espontaneidad que como adultos reprimimos en nuestro día a día. Como no paso tanto tiempo con ellos percibo que les doy un cariño que me devuelven tres veces mayor y me impresionan los momentos en los que les descubro algo y me miran como si fuera lo más maravilloso que les ha pasado nunca, eso no tiene precio.

Ellos están teniendo una infancia muy feliz y espero que cuando lleguen a adultos lo valoren y no olviden la importancia de todo lo que están viviendo. En ningún lugar del mundo los niños deberían dejar de ser niños y todos tienen el derecho a vivir una infancia plena que les prepare para su edad adulta. Para ello los adultos tenemos la obligación de defender dicho derecho, cada uno como pueda hacerlo.


Que paséis una feliz semana!

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