domingo, 3 de noviembre de 2013

Recuerdo de los ausentes

El 1 de Noviembre siempre es un día en el que se nos vienen, de un modo mas intenso, los recuerdos de aquellas personas que formaron parte de nuestras vidas pero que ya no están con nosotros físicamente, aunque les mantenemos vivos en nuestro recuerdo.





En mi familia se sigue manteniendo la tradición de, unos días antes del día de Todos los santos, ir al cementerio a hacer una “puesta a punto” de las sepulturas. Se limpian a conciencia, se retiran las flores secas y se las sustituyen por otras. En este ritual coincides con otras familias que están haciendo lo propio con las sepulturas de sus seres queridos. No puedes evitar recordar a estas personas mas intensamente que el resto del año e incluso emocionarte por el vacío que te dejaron.

Siguiendo con la tradición con la que he crecido de este día, el mismo 1 de Noviembre el cementerio está bien engalanado, lleno de gente que acude durante todo el día a visitar a estas personas ausentes y se respira un ambiente lleno de emociones pero lo mejor de todo es que, al menos yo, no lo percibo como un día triste. Es mas bien un día de recuerdos y de valorar las personas que tenemos con nosotros sabiendo que algún día nos faltarán o les faltaremos a ellos.

Cuando fallece alguien que quiero no puedo dejar de pensar que no he aprovechado todo el tiempo que me gustaría con esa persona, que se nos han quedado cosas pendientes... aunque también sé que con ciertas personas necesitaría mas de una vida para llegar a pensar que he cubierto todo lo que necesitaba de ellas, con algunas personas ni cien vidas serían suficientes.

Hay un ejercicio que podemos hacer para “saldar” ciertas cuentas pendientes con esas personas que ya no tenemos con nosotros. Es un ejercicio emocionante que nos puede ayudar a aumentar nuestro bienestar.

Este ejercicio consiste en escoger una persona significativa en nuestra vida que haya sido importante en nuestro pasado, que haya marcado una diferencia positiva en nuestras vidas y a la que nunca le hayamos expresado nuestro agradecimiento. Escribe una página con todo aquello por lo que estés agradecido y con todo aquello que le quieras transmitir. Este ejercicio no puede hacerse en cinco minutos, le dedicaremos el tiempo que necesitemos.

Si la persona a la que va dirigida ha fallecido o ya no estás en contacto con ella y no se la puedes leer personalmente, una vez que la hayas terminado de escribir guárdala por unos días, no la vuelvas a leer hasta escoger un momento y un lugar significativos. Una vez que estás en ese momento y lugar lee la carta con sentimiento como si esa persona estuviera justo delante de ti. Libera todas las emociones que surjan en ese momento. Por último dejaremos la carta en un lugar que pueda significar algo importante para ambos. 

Si la persona a la que va dirigida la carta sigue en tu entorno intenta organizar un encuentro con ella en el momento que consideres oportuno para leerle la carta, con sentimiento, entonación, transmitiendo las emociones que contiene tu mensaje. Esperaremos pacientemente su respuesta y charlaremos sobre ese momento. Por último le regalaremos la carta.

Se trata de una experiencia muy emocional y catárquica, muchas personas terminan fundidas en un abrazo o incluso llorando de emoción. La emoción es una característica de la personalidad que se relaciona intensamente con la satisfacción vital, y cultivarla mejorará nuestro estado subjetivo de felicidad.

Que paséis una feliz semana!

1 comentario:

  1. Me he emocionado solo pensando en escribir esa carta y leerla... así que tiene que ser difícil hacerlo sin un un nudo en la garganta como mínimo. Nos cuesta mucho expresar verbalmente lo bueno que sentimos hacia otras personas. Sin embargo parece que nos cuesta menos decir cuando estamos enfadados... qué cosas... Habrá que intentar mejorar esto. Por cierto... QUE TE QUIERO MUCHO, HERMANITA.

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