Reconozco que a nivel profesional en cierto modo me siento afortunada. Tengo
trabajo, me gusta mi profesión, he dedicado mucho tiempo a aprender a
desarrollar mis tareas y para mí es gratificante poner en práctica mis
conocimientos y habilidades en mi día a día. Eso no significa que no conviva continuamente
con conflictos profesionales a los cuales tengo que enfrentarme, aspectos que
me frustran, situaciones complicadas que me hacen cuestionar todo lo que hago…
además siempre hay cosas que me gustaría que mejorasen y trabajo para generar
esos cambios, pero en líneas generales estoy satisfecha con esa parcela de mi
vida porque creo que supone una posibilidad de mejora hacia mi futuro
profesional. Un aspecto que me gusta de mi trabajo es que no es monótono, es
variable, me mantiene despierta y siempre me encuentro retos a los que hacer
frente. Pero esa actividad, el ritmo alto de trabajo, la responsabilidad, la
presión, los retos… que por un lado me motivan, también tienen un lado de
sobrecarga que requieren a veces la necesidad de tomarse un respiro. Ese respiro
me lo he tomado esta semana la cual la he dedicado a vivir lentamente.
Como la mayoría de los madrileños, yo soy de las que me encanta Madrid pero
es tener unos días libres y lo primero que pienso es ¿dónde me voy? Si, nos
encanta Madrid pero escapamos en cuanto podemos… En este caso mi primer
pensamiento al plantearme las vacaciones fue buscar una escapada pero por un
motivo u otro al final decidí quedarme en Madrid. Ahora que han pasado unos
días me alegro de haberlo hecho ya que he tenido la oportunidad de disfrutar y
saborear momentos que otras veces solo puedo reservar para los fines de semana
los cuales a veces son limitados para dedicar tiempo a vivir lentamente.
¿A qué me refiero con vivir lentamente? Una emoción que no me gusta
experimentar es tener la sensación que pierdo el tiempo por lo que aún estando
de vacaciones soy bastante activa pero eso no quita que me tome las cosas de
otra manera y dedique tiempo a “saborear” todo aquello que estoy viviendo en
ese momento. Para mí vivir lentamente es no depender de un horario que cumplir
para despertarme, aunque me despierto pronto porque no necesito dormir muchas
horas para estar descansada me levanto sin despertador, preparo un desayuno
rico y dedico el tiempo que me apetece para disfrutarlo (esto para mí es un
verdadero placer que me inyecta emociones positivas para todo el día). Vivir
lentamente es buscar una exposición en un museo de Madrid, pasear por la ciudad
aprovechando que hace solecito y entrar en ese museo un día de diario que no
hay aglomeración de gente para disfrutar con los cinco sentidos (en algún
momento os he contado mi debilidad por el arte, no soy una experta pero hay
artistas cuyas obras me emocionan y me aporta un alto grado de bienestar poder contemplar
dichas obras).
Vivir lentamente es ir a buscar a mis sobrinos al colegio y pasar una tarde
jugando con ellos, o escoger una buena película y verla sin luchar contra el
cansancio de una semana dura así como escoger un buen libro y poder leerlo
durante varias horas sin que a la media hora de tenerlo en mis manos esté
agotada y tenga que continuar la lectura al día siguiente.
Vivir lentamente es disfrutar de la ciudad donde vivo, recorriendo sus
calles y descubriendo nuevos rincones bonitos.
Como veis no son grandes cosas, son experiencias muy sencillas pero hay
momentos en los que las cosas más sencillas y saber disfrutar de ellas nos
puede generar un alto grado de bienestar. Al fin y al cabo, el tiempo que tenemos
es el que es, algo objetivo, pero lo subjetivo del tiempo es lo que hacemos con
él y cómo disfrutamos del mismo.
Vivir lentamente en definitiva es sacar mi cabeza de mi rutina diaria y
poder oxigenar mis pensamientos. Dedicar tiempo a eso, a pensar en mi vida, en
lo que tengo, en lo que me falta y en lo que me sobra en ella y en lo que
quiero hacer en mi presente y de cara a mi futuro. De este modo, doy lugar en
mi cabeza a lo que creo que realmente importa, seguir disfrutando de mi
presente y ver con optimismo mi futuro.
La palabra presente también significa “regalo” y como todo lo que me
regalan quiero disfrutarlo, saborearlo y atesorarlo. Así que retomaré mi rutina
de nuevo pero el oxígeno que he tomado estos días me ayuda a mantener una
actitud optimista en mi día a día, afrontar los retos con entusiasmo y energía
y seguir valorando lo que tengo en mi presente para continuar mi camino mejorándolo,
sonriendo a la vida que es un verdadero regalo y encontrando momentos felices
que compartir con las personas de mi entorno.
Que paséis una feliz semana!
No hay comentarios:
Publicar un comentario