domingo, 13 de noviembre de 2016

Vivir lentamente


Reconozco que a nivel profesional en cierto modo me siento afortunada. Tengo trabajo, me gusta mi profesión, he dedicado mucho tiempo a aprender a desarrollar mis tareas y para mí es gratificante poner en práctica mis conocimientos y habilidades en mi día a día. Eso no significa que no conviva continuamente con conflictos profesionales a los cuales tengo que enfrentarme, aspectos que me frustran, situaciones complicadas que me hacen cuestionar todo lo que hago… además siempre hay cosas que me gustaría que mejorasen y trabajo para generar esos cambios, pero en líneas generales estoy satisfecha con esa parcela de mi vida porque creo que supone una posibilidad de mejora hacia mi futuro profesional. Un aspecto que me gusta de mi trabajo es que no es monótono, es variable, me mantiene despierta y siempre me encuentro retos a los que hacer frente. Pero esa actividad, el ritmo alto de trabajo, la responsabilidad, la presión, los retos… que por un lado me motivan, también tienen un lado de sobrecarga que requieren a veces la necesidad de tomarse un respiro. Ese respiro me lo he tomado esta semana la cual la he dedicado a vivir lentamente.
Como la mayoría de los madrileños, yo soy de las que me encanta Madrid pero es tener unos días libres y lo primero que pienso es ¿dónde me voy? Si, nos encanta Madrid pero escapamos en cuanto podemos… En este caso mi primer pensamiento al plantearme las vacaciones fue buscar una escapada pero por un motivo u otro al final decidí quedarme en Madrid. Ahora que han pasado unos días me alegro de haberlo hecho ya que he tenido la oportunidad de disfrutar y saborear momentos que otras veces solo puedo reservar para los fines de semana los cuales a veces son limitados para dedicar tiempo a vivir lentamente.
¿A qué me refiero con vivir lentamente? Una emoción que no me gusta experimentar es tener la sensación que pierdo el tiempo por lo que aún estando de vacaciones soy bastante activa pero eso no quita que me tome las cosas de otra manera y dedique tiempo a “saborear” todo aquello que estoy viviendo en ese momento. Para mí vivir lentamente es no depender de un horario que cumplir para despertarme, aunque me despierto pronto porque no necesito dormir muchas horas para estar descansada me levanto sin despertador, preparo un desayuno rico y dedico el tiempo que me apetece para disfrutarlo (esto para mí es un verdadero placer que me inyecta emociones positivas para todo el día). Vivir lentamente es buscar una exposición en un museo de Madrid, pasear por la ciudad aprovechando que hace solecito y entrar en ese museo un día de diario que no hay aglomeración de gente para disfrutar con los cinco sentidos (en algún momento os he contado mi debilidad por el arte, no soy una experta pero hay artistas cuyas obras me emocionan y me aporta un alto grado de bienestar poder contemplar dichas obras).
Vivir lentamente es ir a buscar a mis sobrinos al colegio y pasar una tarde jugando con ellos, o escoger una buena película y verla sin luchar contra el cansancio de una semana dura así como escoger un buen libro y poder leerlo durante varias horas sin que a la media hora de tenerlo en mis manos esté agotada y tenga que continuar la lectura al día siguiente.
Vivir lentamente es disfrutar de la ciudad donde vivo, recorriendo sus calles y descubriendo nuevos rincones bonitos.
Como veis no son grandes cosas, son experiencias muy sencillas pero hay momentos en los que las cosas más sencillas y saber disfrutar de ellas nos puede generar un alto grado de bienestar. Al fin y al cabo, el tiempo que tenemos es el que es, algo objetivo, pero lo subjetivo del tiempo es lo que hacemos con él y cómo disfrutamos del mismo.
Vivir lentamente en definitiva es sacar mi cabeza de mi rutina diaria y poder oxigenar mis pensamientos. Dedicar tiempo a eso, a pensar en mi vida, en lo que tengo, en lo que me falta y en lo que me sobra en ella y en lo que quiero hacer en mi presente y de cara a mi futuro. De este modo, doy lugar en mi cabeza a lo que creo que realmente importa, seguir disfrutando de mi presente y ver con optimismo mi futuro.
La palabra presente también significa “regalo” y como todo lo que me regalan quiero disfrutarlo, saborearlo y atesorarlo. Así que retomaré mi rutina de nuevo pero el oxígeno que he tomado estos días me ayuda a mantener una actitud optimista en mi día a día, afrontar los retos con entusiasmo y energía y seguir valorando lo que tengo en mi presente para continuar mi camino mejorándolo, sonriendo a la vida que es un verdadero regalo y encontrando momentos felices que compartir con las personas de mi entorno.
Que paséis una feliz semana!

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