domingo, 20 de diciembre de 2015

Navidad

Pues sí, ya ha llegado esa época tan especial del año, la Navidad. Confieso que son momentos que me gustan porque es un tiempo lleno de emoción. Durante los próximos días hay momentos de ilusión, de alegría, de compartir momentos con las personas de mi entorno, de disfrutar,… pero me gusta también que todo esto se junta con emociones de melancolía y nostalgia lo cual quizás es menos positivo pero ayuda a valorar lo que tienes frente a lo que no tienes o has perdido.

Para mí estas fechas suelen ser momentos de tradición. Está la tradicional comida de empresa, esa en la que los compañeros con los que vives muchas horas a lo largo del año donde te encuentras con momentos de aprendizaje, tensión, frustración, satisfacción por el trabajo realizado,… Y en estos días te reúnes de forma más distendida para dejar eso atrás por un momento y disfrutar de un rato más divertido.

Por otro lado según se van acercando estos días a veces me siento en una especie de maratón para poder ver a toda la gente y compartir un ratillo con antiguos compañeros de trabajo, con los amigos de siempre, con los compañeros de la Universidad y todas esas personas que vas manteniendo en tu vida, los cuales siempre es un placer sacar como excusa que es Navidad y ponernos al día de nuestras vidas.

Como os decía para mí estas fechas son bastantes tradicionales. Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año nuevo los paso en familia sacando un ratillo para una copa con los amigos de siempre, los que llevo conmigo desde que recuerdo. Todo esto normalmente con muchos momentos de estar sentados alrededor de una mesa comiendo cosas ricas y, a pesar de no hacerlo mucho últimamente, aprovecho para cocinar alguna cosilla diferente con la idea de sorprender a aquellos con los que me siento a comer. Me parece un verdadero placer cocinar algo especial para las personas que quiero.

El día de Reyes es bastante especial, sigo creyendo que esa noche es mágica de alguna manera. En mi casa, cuando éramos pequeños, mis hermanos y yo teníamos la suerte que nos traían regalos tanto Papá Noel como los Reyes Magos pero estos últimos siempre eran los que tenían mayor protagonismo. Esa ilusión que tenía de niña sigue viva durante esa noche. Cuando mis hermanos y yo éramos más mayores pero vivíamos aún con mis padres manteníamos el misterio, esperábamos a que mis padres se durmieran después de ayudar a los reyes a dejar algún paquetito en el salón y éramos nosotros quienes después ayudábamos a los Reyes esa noche para que cuando despertáramos al día siguiente, mis padres se encontraran con la sorpresa de los regalos junto a sus zapatos. Actualmente ese día 6 de enero vamos todos a pasar el día juntos y sigue siendo especial desde el tiempo previo de buscar el regalo perfecto para ellos hasta el momento de abrir cada paquete. A esto se le une la presencia de mis sobrinos y la magia que respiramos todos con ellos. Aquí tengo que decir que ya está siendo tradicional ese momento en el que los pequeños abren un regalo que consiste en un juguete de esos que hay que montar y que nadie piensa cuando hacen estos juguetes que los niños no los montan, lo hacemos los adultos. Y de repente me veo con un montón de bolsitas llenas de piezas, un panfleto de instrucciones y pienso “no debe ser tan difícil”… te pones con ello y sin que haya pasado medio minuto ya los tienes “cuánto te falta tía”. Entonces ves en sus ojos una mezcla de ilusión por verlo hecho y decepción porque se les hace eterno el tiempo que tardas en hacerlo… eso es presión!!

Es cierto que me parecen días bonitos, de compartir, de disfrutar mucho y de avivar la ilusión. Pero también hay momentos de melancolía, nostalgia e incluso en algún caso tristeza. Siempre hay personas que ya no están en tu vida y que en estas fechas echas en falta de un modo más amargo del habitual. Por eso entra la nostalgia, el recuerdo y se mezcla con esas otras emociones buenas que estás viviendo. No me parece negativo, al fin y al cabo lo mejor de la vida es sentir emociones, canalizarlas y aprovecharlas para valorar lo que sí tienes y de lo que sí disfrutas para hacerlo de un modo más consciente.

Con todo esto también os digo que en toda esta vorágine de fiestas también busco momentos de soledad para oxigenarme un poco porque, a pesar de ser unas fechas que disfruto, todo en exceso satura y busco un poco de equilibrio. Tengo pensado que, en algún momento, me gustaría disfrutar de unas navidades diferentes en un lugar lejano pero este año voy a continuar la tradición.


Que paséis una Navidad muy feliz!

domingo, 13 de diciembre de 2015

Refugio

Existe un lugar a pocos kilómetros de Madrid, en la provincia de Toledo, donde se encuentra concentrado mi origen más profundo, mis raíces. De ese lugar viene toda mi familia, mis padres, abuelos (maternos y paternos), bisabuelos,…

El sábado por la mañana salí de mi casa y cogí el coche para dirigirme a ese lugar tan especial, mi refugio. Se trata de un pueblo en el cual pasé muchos días de verano en mi infancia y donde acudía con mis padres y mis hermanos los fines de semana para ver a mis abuelos. En el momento que mis abuelos murieron mis padres tuvieron una gran idea, cogieron un terreno que pertenecía a la familia desde ni se sabe y construyeron una casa. Eso nos ha servido para no perder esas raíces y allí acudimos para reunirnos en familia o con amigos y poner cierta distancia a nuestro día a día.

En ese lugar sé que cada vez que voy va a ser una oportunidad de disfrutar y saborear momentos sencillos pero que generan en mí un alto bienestar. Uno de esos momentos es cuando, mientras preparamos la comida, ocupamos la cocina improvisando un aperitivo hasta que nos sentamos todos a la mesa a comer siempre cosas muy ricas mientras charlamos, reímos, discutimos...
Ha sido realmente especial despertar hoy prepararme un café, bajar las escaleras y encontrarme la chimenea con un fuego acogedor que había encendido mi padre, el cual es muy madrugador,  y he tenido la oportunidad de, frente a ese fuego, saborear el momento sin más.

Aunque ha amanecido nublado, a lo largo de la mañana ha salido el sol y esto ha hecho que salga a pasear por las calles de ese pueblo, calles tranquilas, llenas de paz. Por esas calles, cuando te cruzas con alguien (a quien normalmente yo no reconozco) te saludas, como si te cruzaras en el ascensor con cualquier vecino del edificio en el que vives. Recuerdo que cuando estaba en casa de mis abuelos, a veces mi abuela me mandaba a “hacer un recado”, si me encontraba con alguien por la calle o en la tienda me preguntaba, “¿y tú de quién eres?” A esta pregunta sabía que tenía que responder quienes eran mis padres y enseguida la persona me asociaba con alguno de los motes de mi familia… sí, allí eres reconocido más por el mote que quizás arrastras de tus antepasados antes que por tu nombre o apellido.

Así de sencillas son mis raíces que han dejado en mí una impronta a la que no quiero renunciar. Porque estos orígenes me aportan seguridad sobre quien soy, de donde vengo… y me ayudan a tener fortaleza para seguir hacia delante allá donde me dirija. De este modo mi pasado está integrado en mi presente y espero mantenerlo en el futuro. Porque mi vida cambia, algunas de las personas con las que comparto esa vida van y vienen pero mi origen, mi pasado, siempre está conmigo y hay un círculo de personas que se mantiene constante ligado a ese pasado.

De modo que he vuelto a casa con las energías renovadas, con una buena dosis de optimismo y con mucho bienestar. Porque vuelvo a mi día a día con ilusión, con ganas de seguir construyéndome y sabiendo que cualquier día vuelvo a ese refugio a arroparme del calor que me abraza de forma incondicional.


Que paséis una feliz semana!

martes, 8 de diciembre de 2015

Cuando piensas que has perdido el tren

El domingo pasado leí este artículo en El País Semanal. Podéis leerlo aquí.
En algún momento de nuestra vida quien más y quien menos hemos tenido la sensación de haber perdido un tren determinado, que ha pasado una oportunidad que pensamos no volverá. En línea con esto, en ocasiones tenemos un sentimiento de necesidad vital de cambio pero nos frena la sensación de que en este momento de nuestras vidas no es posible abordar dicho cambio por diferentes razones: porque creemos que ya no estamos en edad, porque ese tipo de riesgo lo deberíamos haber abordado antes, por miedo a fracasar y no encontrar posibilidad de retomar un nuevo camino,… En este artículo a este proceso mental lo denominan “el síndrome de perder el tren”.
Me ha resultado especialmente interesante la idea preconcebida que tenemos del tiempo dibujándolo como un proceso lineal a través del cual debemos ir superando etapas que se van quedando atrás. Pero ¿y si en lugar de verlo de forma lineal lo concebimos como un proceso circular? Si lo vemos de este modo no hay por qué pensar que ya se nos ha pasado el momento de emprender ciertos caminos de modo que las posibilidades de cambio se amplían.
El paralelismo entre un proceso de cambio con la transformación de oruga en mariposa es especialmente práctico. En un primer momento debemos tomar la decisión de abordar de forma consciente un cambio donde lo complejo del asunto es saber hacia dónde queremos ir ya que a veces, sentimos que necesitamos un cambio pero no tenemos tan claro qué es lo que queremos conseguir. Pero iniciamos el camino, con miedo, incertidumbre y dudas de si realmente esto es lo que nos encamina a ser más felices. Es entonces cuando empezamos a vivir nuevas experiencias, sensaciones y pensamientos que nos animan a continuar el camino y por qué no, disfrutar del mismo a la expectativa de lo que está por venir.
Así que, en sentido amplio, lo positivo de esto es que no debemos refugiarnos en el sentimiento de haber perdido el tren como escudo para no intentar alcanzar un sueño, una nueva experiencia, un cambio personal o profesional. Y todo esto tomando conciencia que el cambio supone dejar una situación a veces cómoda donde tendremos que tomar decisiones, renunciar a ciertas cosas y abrirnos a nuevas posibilidades de encontrarnos bien, con optimismo, energía y con la posibilidad de experimentar momentos especialmente buenos.

Que paséis una feliz semana!