domingo, 8 de diciembre de 2013

El valor de los valores

Los valores son aquellos aspectos importantes para el ser humano, aquello que defiende, con lo que se identifica y que le hace emocionarse de admiración o de rechazo absoluto.

Nelson Mandela es una de esas personas que creyó en sus valores, los hizo su forma de vida, los exhibió e hizo que el resto del mundo se contagiara de ellos para que la convivencia entre el ser humano sea mas positiva. Esta semana, tras su muerte, hemos asistido al repaso de la vida de este hombre que con sus valores fue capaz de mover miles de conciencias y transformó su mundo. Tras salir de la prisión unas de las palabras contenidas en su discurso fueron:

"He luchado contra la dominación blanca y he combatido la dominación negra. He promovido el ideal de una sociedad democrática y libre en la cual todas las personas puedan vivir en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir, pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir"



Mandela utilizó el perdón por encima del odio y construyó puentes hacia el que había sido su “enemigo” para ser coherente con sus ideales y llevarlos a la práctica con sus acciones políticas.

Pero por suerte para la humanidad Nelson Mandela es solo la punta del iceberg de muchísimas personas anónimas, que luchan en sus vidas por mantener sus valores y vivir su vida de un modo coherente con ellos para hacer de su mundo un lugar mejor.

Los valores son un conjunto de aspectos abstractos que tienen su raíz en nuestra educación y que muchos de ellos son heredados pero muchos otros son propios. Normalmente los valores los adoptamos de nuestras personas de referencia: padres, hermanos, educadores...

Nuestro sistema de valores nos ayuda a programar aquello que en particular está bien o está mal, lo que es importante o irrelevante, lo que nos gusta o nos disgusta,... Este sistema tiene su origen en la educación recibida en la infancia. Durante la adolescencia comparamos los valores familiares con los valores de nuestro grupo de iguales y vamos conformando un sistema personal y único de valores en el que héroes y villanos juegan un papel muy importante. En la etapa adulta son las figuras de admiración y respeto las que acogemos como modelos e imitamos en comportamientos que consideramos adecuados para el tipo de vida que queremos.

La sensación de congruencia, armonía y coherencia con uno mismo deriva del sentimiento de estar realizando nuestros valores a través de nuestro comportamiento real. Es decir, cuando emprendemos acciones que no concuerdan con lo que creemos que es correcto o con lo que deseamos realmente se genera un conflicto y eso nos proporciona malestar. En la medida que nuestro día a día sea coherente con nuestros valores así veremos aumentar nuestro bienestar.

Nuestra jerarquía de valores puede variar en función del área de nuestra vida: laboral, social, pareja, familiar,... te propongo un sencillo ejercicio:
a) Haz una lista de los valores que rigen tu vida
b) Elige una de las áreas de tu vida (familiar, laboral,...) y ordena tus valores en función de su presencia en tu día a día actual.
c) Escribe esos mismos valores con el orden en el que te gustaría que estuvieran presentes en tu vida cotidiana.
d) ¿Qué incoherencias aparecen? ¿Cómo puedes cambiar tu vida para que esta sea coherente con tus valores?

Para que nuestro sistema de valores funcione debe existir armonía en su funcionamiento. Es como si el motor de un coche lo intentamos acelerar y frenar al mismo tiempo. Con nuestros valores sucede algo parecido, si en nuestro día a día nos vemos obligados a poner en marcha valores contradictorios con los nuestros, el sistema entra en conflicto y nos genera malestar.

Para terminar, y sin perder de vista a Nelson Mandela, os dejo el poema Invictus de William Ernest Henley, cuyo nombre lleva una película inspirada en parte de la vida de este gran hombre que el mundo ha perdido ésta misma semana.

En la noche que me envuelve,

negra, como un pozo insondable,
doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.
no he gemido, ni llorado.
si bien he sangrado, jamás me he postrado.
acecha la oscuridad con su horror.
y me hallará, sin temor.
ni cuantos castigos lleve a la espalda:


En las garras de las circunstancias
Ante las puñaladas del azar,
Más allá de este lugar de ira y llantos
No obstante, la amenaza de los años me halla,
Ya no importa cuan estrecho haya sido el camino,
Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.


Que paséis una feliz semana!

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