Los
valores son aquellos aspectos importantes para el ser humano, aquello
que defiende, con lo que se identifica y que le hace emocionarse de
admiración o de rechazo absoluto.
Nelson
Mandela es una de esas personas que creyó en sus valores, los hizo
su forma de vida, los exhibió e hizo que el resto del mundo se
contagiara de ellos para que la convivencia entre el ser humano sea
mas positiva. Esta semana, tras su muerte, hemos asistido al repaso
de la vida de este hombre que con sus valores fue capaz de mover
miles de conciencias y transformó su mundo. Tras salir de la prisión
unas de las palabras contenidas en su discurso fueron:
"He
luchado contra la dominación blanca y he combatido la dominación
negra. He promovido el ideal de una sociedad democrática y libre en
la cual todas las personas puedan vivir en armonía y con igualdad de
oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir, pero si es
necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir"
Mandela
utilizó el perdón por encima del odio y construyó puentes hacia el
que había sido su “enemigo” para ser coherente con sus ideales y
llevarlos a la práctica con sus acciones políticas.
Pero
por suerte para la humanidad Nelson Mandela es solo la punta del
iceberg de muchísimas personas anónimas, que luchan en sus vidas
por mantener sus valores y vivir su vida de un modo coherente con
ellos para hacer de su mundo un lugar mejor.
Los
valores son un conjunto de aspectos abstractos que tienen su raíz en
nuestra educación y que muchos de ellos son heredados pero muchos
otros son propios. Normalmente los valores los adoptamos de nuestras
personas de referencia: padres, hermanos, educadores...
Nuestro
sistema de valores nos ayuda a programar aquello que en particular
está bien o está mal, lo que es importante o irrelevante, lo que
nos gusta o nos disgusta,... Este sistema tiene su origen en la
educación recibida en la infancia. Durante la adolescencia
comparamos los valores familiares con los valores de nuestro grupo de
iguales y vamos conformando un sistema personal y único de valores
en el que héroes y villanos juegan un papel muy importante. En la
etapa adulta son las figuras de admiración y respeto las que
acogemos como modelos e imitamos en comportamientos que consideramos
adecuados para el tipo de vida que queremos.
La
sensación de congruencia, armonía y coherencia con uno mismo deriva
del sentimiento de estar realizando nuestros valores a través de
nuestro comportamiento real. Es decir, cuando emprendemos acciones
que no concuerdan con lo que creemos que es correcto o con lo que
deseamos realmente se genera un conflicto y eso nos proporciona
malestar. En la medida que nuestro día a día sea coherente con
nuestros valores así veremos aumentar nuestro bienestar.
Nuestra
jerarquía de valores puede variar en función del área de nuestra
vida: laboral, social, pareja, familiar,... te propongo un sencillo
ejercicio:
a)
Haz una lista de los valores que rigen tu vida
b)
Elige una de las áreas de tu vida (familiar, laboral,...) y ordena
tus valores en función de su presencia en tu día a día actual.
c)
Escribe esos mismos valores con el orden en el que te gustaría que
estuvieran presentes en tu vida cotidiana.
d)
¿Qué incoherencias aparecen? ¿Cómo puedes cambiar tu vida para
que esta sea coherente con tus valores?
Para
que nuestro sistema de valores funcione debe existir armonía en su
funcionamiento. Es como si el motor de un coche lo intentamos
acelerar y frenar al mismo tiempo. Con nuestros valores sucede algo
parecido, si en nuestro día a día nos vemos obligados a poner en
marcha valores contradictorios con los nuestros, el sistema entra en
conflicto y nos genera malestar.
Para
terminar, y sin perder de vista a Nelson Mandela, os dejo el poema
Invictus de William Ernest Henley, cuyo nombre
lleva una película inspirada en parte de la vida de este gran hombre
que el mundo ha perdido ésta misma semana.
En
la noche que me envuelve,
negra, como un pozo insondable,
doy
gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.
no
he gemido, ni llorado.
si bien he sangrado, jamás me he
postrado.
acecha la oscuridad con su
horror.
y me hallará, sin
temor.
ni cuantos castigos
lleve a la espalda:
En las garras de las
circunstancias
Ante
las puñaladas del azar,
Más
allá de este lugar de ira y llantos
No
obstante, la amenaza de los años me halla,
Ya
no importa cuan estrecho haya sido el camino,
Soy
el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.
Que
paséis una feliz semana!
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