domingo, 19 de febrero de 2017

Beny se despide en positivo

Este es el último post de este blog, las últimas palabras que publico. La razón o razones por las que he decidido poner fin a este espacio son diversas pero hay una razón principal y es que últimamente siento que escribo cada domingo casi por inercia. No es nada malo pero el sentido de este espacio se ha basado siempre en hacerlo con pasión e ilusión ya que es algo que hago porque quiero y sentir que lo hago por inercia hace que pierda cierto valor para mí. Llegados a este punto me parece oportuno escribir sobre por qué nació este proyecto, cómo ha evolucionado y por qué finaliza tras cuatro años.

Como todas las historias lo mejor para contarlas es ir al principio, el cual en este caso no es el día que nació el blog (4 de enero de 2013) sino mucho antes. No sé exactamente cuándo pero pongamos tres años antes, empecé a leer sobre una disciplina de psicología que estudiaba aspectos relacionados con la búsqueda del bienestar y la felicidad, se trataba de lo que se denomina Psicología Positiva. Me llamó poderosamente la atención y empecé a devorar bibliografía relacionada con el tema hasta que esto no me terminaba de saciar mi sed de conocimiento de manera que busqué dónde podía formarme en esta materia. Fue entonces cuando encontré el Instituto Europeo de Psicología Positiva y me lancé a estudiar sobre el tema durante un año. Fue un año intenso ya que compatibilizaba estos estudios con mi trabajo pero el Master en Psicología Positiva que cursé allí me dio una perspectiva nueva sobre desarrollo personal, campo que me parece apasionante. A partir de ahí seguí aprendiendo incluso tuve la oportunidad de llevar algún caso con personas a las que acompañé en momentos concretos para encontrar una mejora de su bienestar. La experiencia me gustó desde luego e incluso se me presentó la oportunidad de dar un giro profesional pero finalmente decidí continuar mi carrera por el camino que venía llevando. No obstante, tenía todos esos conocimientos teóricos adquiridos y muchas herramientas prácticas a mi alcance que me generaban cierta inquietud. En una charla una persona me hizo la pregunta ¿y por qué no escribes un blog sobre todo eso de lo que hablas con tanta pasión? Al principio descarté la opción a la ligera pero esa idea quedó en mi cabeza. Habitualmente escribía para mí, cosas que casi nunca compartía pero me daba cierta paz transformar en palabras aspectos que se me pasaban por la cabeza. Así que empecé a darle forma a la idea, busqué cómo era eso de un blog, cómo se hacía…. Y decidí ponerlo en marcha. El nombre salió un poco de casualidad, por mi apellido, Benayas, a veces me llamaban Beny y se me ocurrió que era un buen nombre para darle identidad al blog. De este modo, el 4 de enero de 2013 empecé a publicar con mi alter ego Beny en positivo.

Echando la vista atrás y revisando la evolución del blog durante estos cuatro años me he dado cuenta que me ha acompañado durante este tiempo de manera que es un fiel reflejo de mi propia evolución. Empecé en 2013 escribiendo artículos con una tendencia más orientada a la teoría, a veces poniendo ejemplos y casos concretos de manera que organizaba todos esos conocimientos que se agolpaban en mi cabeza. 2014 fue un año para mí especialmente difícil, mi vida se tambaleaba en muchos sentidos y me resultaba complicado encontrar en algunas circunstancias la parte positiva. Creo que esto se refleja en el blog ya solo por las pocas veces que escribí en él a lo largo del año. Sin embargo 2015 fue un año de tomar consciencia de mis circunstancias y de encontrar verdaderamente el lado positivo a pesar de ellas. No fue un año fácil pero sí de enfrentarme a todo aquello que me había minado durante el año anterior por lo que a pesar de todo fue un año lleno de optimismo para mí y este blog fue un catalizador de emociones, un espacio donde a tráves de las palabras reorganizaba mis sentimientos utilizando mis conocimientos sobre psicología para buscar mi bienestar. Ahora que lo analizo con distancia parece que este espacio me sirvió de herramienta para mi desarrollo personal en ese momento. De este modo, cada vez escribía más artículos relacionados con mis propias vivencias donde aplicaba psicología positiva y escribía menos sobre esa parte más teórica. Llegó 2016 que fue un año especialmente bonito a nivel personal, de reconstrucción y de conocimiento de mí misma lo cual creo que también se ve reflejado en este blog. En ese año he escrito más “a corazón abierto”, expresando mis emociones, mis miedos,… sin dejar nunca de relacionar todo eso que estaba viviendo con la psicología positiva. La realidad es que no me resulta fácil explicar y mostrar ciertas emociones pero escribir siempre me ha resultado más sencillo por lo cual este espacio ha sido realmente útil para canalizar mis emociones en todo momento.

En mi momento presente me siento bien, sigo gestionando lo mejor posible esos miedos, esas emociones que en algún momento hacen que no me sienta bien,… pero me encuentro con muchas ganas de seguir adelante, de sentir cosas buenas, de experimentar y de atreverme… de forma resumida, me siento con ganas de respirar la vida. Por esta razón, a pesar de tratarse de una despedida, es algo positivo y bueno para mí.

Quizás por todo esto de repente siento que estoy escribiendo por inercia. Además, creo que las cosas se hacen bien y si no mejor no se hacen así que creo que es el momento de despedir este espacio y canalizar mis emociones de otro modo. Seguramente seguiré escribiendo para canalizar mis emociones pero lo haré de un modo más privado.

Os agradezco a todos los que cada domingo habéis leído aquello que iba escribiendo, los comentarios que siempre me habéis trasladado con tanto cariño y os agradezco mucho a todos aquellos que me habéis dado ideas muchas veces para escribir un artículo. En este agradecimiento quiero hacer una mención especial, mi madre, que es la lectora número uno de este blog y que ha sido capaz de leer muchas veces entre líneas detectando lo que sentía cuando escribía sin necesidad de preguntar algo que sabía me iba a costar mucho explicarle… Gracias mamá.

Que seáis muy felices!



domingo, 12 de febrero de 2017

Conocimiento de uno mismo


Nos encontramos en la vida con muchas personas, algunas de ellas tenemos la oportunidad de conocerlas en profundidad porque mantenemos nuestra relación con el paso del tiempo y compartimos parte de nuestras vidas con ellas. ¿Alguna vez habéis tenido la sensación que parece que nunca termináis de conocer a alguien del todo? Esto sucede porque estamos en constante cambio y por mucho que conozcamos a alguien siempre puede sorprendernos. Pero hay una persona que es una constante en nuestra vida y que conocemos desde que tenemos uso de razón, nosotros mismos. Tendemos a pensar que tenemos un conocimiento absoluto de nosotros mismos pero, al estar en constante cambio, esta labor de autoconocimiento puede alargarse toda la vida.

Del mismo modo que nos interesamos en conocer a personas de nuestro entorno podríamos poner interés de forma consciente en conocernos a nosotros mismos pero en este caso quizás no ponemos tanto el foco porque damos por hecho dicho autoconocimiento. Dicho autoconocimiento implica que sabemos cómo somos, qué sentimos y con qué capacidades contamos para desenvolvernos en la vida. En este punto cobra especial importancia entender quiénes somos, saber identificar nuestras emociones, nuestras capacidades así como nuestras limitaciones y actuar de un modo que nos resulte coherente a nosotros mismos. Si partimos de este conocimiento sobre nosotros mismos tenemos más posibilidad de tener éxito en los objetivos que nos planteemos y nuestra relación con los demás ya que contamos con mayor dominio de nuestras emociones y de cómo adaptarlas a las circunstancias que nos encontremos.

Hay personas en mi vida a las que conozco desde hace muchos años, con quienes he vivido experiencias diferentes, de las que podría decir que conozco perfectamente… aún así, en ocasiones, no dejan de sorprenderme y me fascina descubrir aspectos diferentes de esas personas haciéndome consciente que van cambiando a lo largo de la vida y que compartan esos cambios conmigo es gratificante. En estos casos lo vivo como algo positivo, considero que esos cambios vienen dados por las vivencias de cada uno y su adaptación a las mismas. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando me doy cuenta que yo he cambiado?

A lo largo de la vida pasamos por experiencias buenas y menos positivas y estas van generando cambios en nuestras emociones y conductas. Lo que ocurre es que normalmente la vida es un continuo, puede haber puntos de inflexión importantes pero, en general, nos suceden cosas que vamos afrontando sin ser conscientes del cambio que dichas experiencias están ejerciendo en nuestras ideas, ilusiones, emociones y conductas. De este modo, puede ocurrir que un día nos sorprendamos a nosotros mismos por algo que sentimos en un momento dado, por una conducta que realizamos, por una emoción que brota en nosotros,… que hasta el momento no considerábamos propia.

Bajo mi experiencia tengo que reconocer que cuando me he visto en este punto de autodescubrimiento me he sentido algo desconcertada. Tiendo a pensar que me conozco bastante bien a mí misma, soy bastante previsible para mí, sé lo que me emociona, lo que me irrita y aquello que me hace estar bien así como lo que me disgusta. Aún así, a veces me sorprendo sintiendo según qué cosas y teniendo ciertas conductas que en otro momento de mi vida creo que no se hubieran dado en mí. Es en ese momento cuando siento cierto desconcierto, como si me sintiera otra persona, lo cual me hace pensar entonces que no soy tan previsible para mí misma y me genera ciertos sentimientos de incertidumbre. A veces estas nuevas conductas y emociones se dan porque las situaciones a las que me enfrento son diferentes lo cual es bastante fácil de comprender pero puede ocurrir que ante una situación similar a otra que he vivido en el pasado me encuentro afrontándola de un modo completamente diferente. Es entonces cuando soy consciente que algo ha cambiado, lo cual no es negativo pero sí de alguna manera me “descoloca”. La incertidumbre viene dada porque es importante para mí en mi vida la coherencia y consistencia y cuando redescubro un nuevo aspecto de mí misma es como si algo no fuera realmente coherente. En este punto empieza una reconstrucción sobre mí misma, reflexiones, búsqueda del por qué me siento de un modo u otro o actúo de una forma determinada… para al final llegar a la conclusión que efectivamente algo ha cambiado en mí, no sé cuándo, a veces no llego a descubrir por qué se ha dado ese cambio… Pero tras ese proceso interno es cierto que acabo sacando como positivo que efectivamente sigo cambiando y sigo redescubriéndome lo cual no deja de ser un aspecto realmente fascinante del ser humano, su capacidad de adaptarse, de intentar mejorar y afrontar la vida de diferentes maneras en función de las circunstancias que lo rodean.

Como reflexión de todo esto, el autoconocimiento es una parte importante de la autoestima ya que si nos conocemos a nosotros mismos seremos capaces de entendernos mejor y, por ende, saber aportarnos valor ya que si no nos conocemos bien a nosotros mismos podemos caer en contradicciones que no entendemos que se derivan en cierto sentimiento de no saber cómo afrontar ciertas situaciones y esto puede hacer caer nuestra autoestima. Así que no dejar de interesarnos por nosotros mismos y seguir conociendo cómo evolucionamos puede ser una fuente de nuestro propio bienestar.

Que paséis una feliz semana!

domingo, 5 de febrero de 2017

Conflictos


Esta semana vengo dando vueltas al tema de cómo gestionamos los conflictos que nos encontramos así que hoy comparto mi reflexión al respecto. Como hago siempre, no pretendo dar una receta para resolver conflictos ya que si la tuviera muchas veces mi vida sería más fácil pero sí pretendo simplemente compartir aquello que se me pasa por la cabeza cuando vivo un conflicto en propia piel o lo observo en otros.

En líneas generales podemos experimentar tanto conflictos internos con nosotros mismos como conflictos externos. No sabría decir cuál de los dos me resulta más fácil o más complejo de afrontar y resolver. Cuando se trata de conflictos internos suelen ser dualidades con las que nos encontramos a la hora de tomar decisiones, de afrontar una situación concreta… donde puede ocurrir que racional y emocionalmente aparezcan elementos contrapuestos que nos impiden tener una orientación clara por la que decidirnos.

Hoy me voy a centrar en los conflictos que tenemos con otras personas, ya sea en nuestra vida personal o profesional, que no suelen ser pocos y en ocasiones son difíciles de resolver. En ocasiones nos encontramos conflictos que son fácilmente resueltos pero otras veces no es tan sencillo y es entonces cuando brotan en nosotros emociones como ira, frustración, impotencia… emociones negativas que si se mantienen en el tiempo hacen mella en nuestro día a día minando nuestra motivación, energía e ilusión. Además, un conflicto no resuelto en un momento dado puede ser motivo a futuro de un problema mayor cuando una situación similar se lleve a cabo. Por ejemplo, en una relación de pareja, cuando existe un conflicto y, ante la dificultad de resolverlo por ambas partes se decide dejarlo pasar… al tiempo, de un modo u otro, puede haber un detonante que reviva de nuevo esa situación y entren en juego reproches sobre algo que quizás ya sea tarde para darle solución. Esto es un ejemplo de nuestra vida personal pero en el ámbito profesional nos podemos encontrar igualmente varios ejemplos.

En cualquier caso, ya sea en ámbito personal como profesional, lo que quizás tienen en común los conflictos es que se dan en muchas ocasiones por una incompatibilidad de conductas, percepciones, objetivos y afectos entre dos o más personas. La buena noticia es que atravesar conflictos puede convertirse en una oportunidad de seguir desarrollando nuestras habilidades a lo largo de las etapas de nuestra vida. No se trata de ir buscando conflictos pero si los encontramos es bueno ser conscientes que nos pueden aportar algo positivo.

Si reflexionamos de forma objetiva podríamos decir que hay ciertas habilidades que nos pueden ayudar a resolver conflictos:

1.   Habilidad de identificar y profundizar en nuestras emociones cuando nos encontramos con un conflicto. Creo que es esencial saber cómo nos hace sentir una situación concreta para afrontarla y utilizarlo como punto de partida para resolverlo. A veces nos encontramos conflictos que realmente no nos afectan o no nos suponen un desgaste emocional importante pero si nos encontramos con un conflicto que emocionalmente nos está suponiendo un problema importante es un buen indicador de que necesitamos poner mucha energía en resolverlo.

2.   Habilidad para escuchar y observar. No sé si lo segundo es casi más importante que lo primero. A veces las palabras dicen una cosa pero nuestro lenguaje corporal aporta un discurso diferente y es importante que seamos capaces de evaluar en el otro ese discurso que, desde mi punto de vista a veces aporta más información que la palabra ya que es más inconsciente. Lo mismo ocurre con nosotros mismos, a veces decimos ciertas cosas pero si nos observamos podemos identificar claramente que el mensaje que realmente queremos trasladar, de forma inconsciente, lo estamos aportando de un modo más claro con nuestros gestos o nuestra actitud.

3.   Habilidad para analizar la situación y aportar soluciones. No es nada fácil ya que normalmente cuando tenemos un conflicto esas emociones que se desencadenan como ira, frustración,… pueden nublar nuestra objetividad y capacidad de análisis pero si conseguimos abstraernos de esas emociones puede ser muy productivo y darnos la posibilidad de aportar soluciones, opciones a valorar entre ambas partes que nos acerquen posiciones y conseguir una solución con la que las personas implicadas en el conflicto se sientan cómodas.

Podríamos seguir enumerando habilidades pero por mi parte dejo estas como las más destacadas para incidir en un aspecto que creo es fundamental para resolver conflictos: la empatía. En realidad la empatía me parece que es algo vital en el ser humano y a veces percibo que no se le otorga la suficiente importancia o que somos incapaces de ponerla en práctica. Concretamente en el tema que nos ocupa, tener la capacidad de ponernos en el lugar del otro es un gran avance para poder resolver un conflicto. En este punto hay un aspecto que nos impide muchas veces ser empáticos y es nuestro orgullo. El orgullo es algo positivo desde mi punto de vista ya que es una fuente de autoestima y confianza lo cual siempre es útil y provechoso. Pero si el orgullo lo llevamos al extremo puede convertirse en soberbia, lo cual tiene dos vertientes negativas: se nos percibe como una persona que se considera superior al otro y nos cerramos en banda a abrir la posibilidad de en un momento dado “ceder” ante ciertas cosas para conseguir resolver un conflicto. Por lo tanto, no dejar que minen nuestro orgullo por supuesto que es importante pero igualmente importante me parece que cada uno debe calibrar ese orgullo para, en un momento dado, no dejar de tender la mano a solucionar un conflicto determinado si la causa o la persona lo merece.

Ahora bien, una vez que nosotros mismos hacemos esta introspección, escuchamos, observamos, damos opciones, nos ponemos en el lugar del otro… ¿qué nos falta? Nos falta que la otra parte esté en el mismo punto, que también haya hecho dicha introspección y entonces haya un punto de partida para la solución conjunta. Por esta razón es difícil a veces resolver conflictos, ya que nos puede ocurrir que hagamos todo este trabajo interno pero que nos encontremos con un muro difícil de derribar. Es entonces cuando creo importante trabajar en cómo gestionar nuestras emociones de frustración, ira, impotencia… que la situación nos genere mientras sigamos trabajando igualmente en derribar dicho muro.

El hecho de enfrentarnos a conflictos e intentar resolverlos de un modo adecuado podemos convertirlo en incentivo para nuestro crecimiento personal. Nuestro bienestar no depende de que nos surjan más o menos conflictos sino de la forma en que los percibimos y cómo nos enfrentamos a ellos.

Que paséis una feliz semana!