domingo, 31 de mayo de 2015

Amigos para siempre

El ser humano se relaciona e interactúa con sus iguales desde el comienzo de su vida. Esa interacción y socialización se va desarrollando y va ramificándose en relaciones personales de diferente naturaleza. Algunas de esas relaciones serán familiares, otras serán compañeros de juegos y posteriormente compañeros de juergas, otras serán relaciones profesionales, otras relaciones de amor y otras muchas relaciones de amistad.

Según la Real Academia Española amistad es: afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. El concepto como tal de la amistad es bastante general y en función de la cultura y la sociedad tiene un sentido u otro, desde amistades interesadas, prácticas, amorosas, idealizadas,… Esta distinción entre diferentes tipos de amistades ya comenzó a exponerla Aristóteles. Tomás Calvo, profesor de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, escribió el artículo La concepción aristotélica de la amistad donde hace referencia a las distinciones de amistad acuñadas por Aristóteles:
  • Amistad basada en la virtud, en la excelencia, se quiere al amigo por él mismo. Según Aristóteles es la única amistad que merece verdaderamente ese nombre.
Desde mi punto de vista me parece una visión algo reduccionista la clasificación de Aristóteles aunque no he profundizado en toda la argumentación del filósofo sobre el tema. En mi vida tengo diferentes tipos de amigos pero en cualquier caso son aquellos con los que tengo una relación sincera, transparente y con los que mantengo lo que para mí es una amistad en el sentido amplio de la palabra, entre los que hay una afinidad personal, con los que siempre me apetece compartir un ratillo para reír, llorar, bailar, charlar o lo que corresponda.

Parece ser que existen investigaciones que han encontrado que tener presente en nuestras vidas relaciones de amistad es un factor que se relaciona directamente con la felicidad. Esto es así porque la base de la felicidad y el bienestar son los lazos afectivos que nos unen a otras personas. El ser humano es sin duda un ser social, y en este contexto la amistad es una fuente muy potente de bienestar. Por eso cuidamos y nos preocupamos de mantener esas relaciones positivas que mantenemos con nuestros amigos.

Que paséis una feliz semana!

domingo, 24 de mayo de 2015

Optimistas en el trabajo


Esta semana he leído en el último número de la revista Capital humano un artículo llamado “Trabajar en entornos optimistas y divertidos genera resultados” (Ángel Lago, socio Director del Grupo Solutio)

En este artículo se dice que desde que Martin Seligman  habló sobre los beneficios del Optimismo en las organizaciones,  muchas empresas apuestan por contratar personas optimistas y fomentar entornos de trabajo divertidos. Varios estudios confirman que las personas optimistas generan mejores resultados, son más resilientes y gestionan mejor las situaciones de tensión y estrés. Desde este enfoque el artículo indica la importancia de las acciones de Recursos Humanos desde la selección de personal y la gestión del talento para que tengan en cuenta valorar las personas más optimistas. Cuando se habla de empresas optimistas en este artículo se destaca de ellas que son lugares con un ambiente de respeto, compañerismo y apoyo que deriva en sonrisas y situaciones divertidas pero que se juntan con espacios de concentración y tensión que genera el trabajo diario. Finaliza dicho artículo con la pregunta ¿cómo es tu organización? para invitarnos a una pequeña reflexión.

Estoy muy de acuerdo con varios aspectos de este artículo pero me gustaría reflexionar sobre el tema.

Desde que una empresa decide incorporar un nuevo empleado es importante tener claro el perfil, no solo los conocimientos ni las competencias sino también es importante detectar si la actitud de la persona seleccionada es la adecuada para el entorno en el que va a trabajar. No podemos olvidar si la persona va a encontrarse con un puesto que le resulte retador, donde pueda poner en marcha sus fortalezas, en un ámbito que le resulte interesante y con un entorno adecuado. Si todos estos aspectos están alineados el optimismo del empleado es muy probable que aumente en su día a día. Por otro lado la persona que opte a un puesto de trabajo debe hacerse estas mismas preguntas a la hora de aceptar un trabajo, tales como si el contenido del puesto le resulta interesante, si considera que es útil para su carrera profesional y si se va a sentir orgulloso de aportar valor en lo que emprenda. En este punto reconozco que la situación actual no favorece ya que muchas veces aceptamos trabajos porque “es lo que hay” y esto no suele ser un predictor muy optimista. Aun así, incluso en esa situación uno mismo puede adoptar una actitud optimista (no confundir con conformista) en la que utilice esa oportunidad como un medio para llegar a lo que realmente está buscando.

Una vez que la persona está integrada en su puesto de trabajo la actitud optimista va a depender de muchos factores. Es cierto, como comentan en el artículo, que hay empresas que favorecen más el optimismo que otras. Pero creo que en este punto los empleados no deben esperar a que la organización les aporte un entorno favorable al optimismo sino que pueden optar por tener esa actitud optimista, contagiar a sus compañeros e incluso a sus responsables. Esto pone en marcha un motor donde las relaciones sean más fluidas, los equipos trabajen con ilusión y favorezcan un ambiente positivo. Creer en lo que haces y ponerle pasión es la mejor forma de ser optimista en tu día a día.

En mi experiencia profesional reconozco que me siento afortunada porque he trabajado en entornos positivos incluso cuando la situación no ha sido favorable, aumenta la tensión y se generan situaciones desagradables ha habido lugar para sonreír, para desdramatizar  esas situaciones, para sacar el lado positivo y seguir aportando valor. Pero igualmente creo que ese ambiente positivo se ha generado desde dentro, desde cada uno de las personas integrantes de los equipos en los que he trabajado, incluso ese optimismo se ha contagiado hacia los responsables y otras Áreas de la empresa.

Con esto yo sumaría una pregunta a la planteada en el artículo y preguntaría ¿cómo eres tú en tu organización?

Que paséis una feliz semana!

domingo, 17 de mayo de 2015

Saltar sin red

En conversaciones que mantengo con amigos, compañeros o personas de mi familia a veces sale el tema de nuestra situación personal o profesional. Muchas veces, si no todas, llega un momento de la conversación en la que sale la frase “pero bueno, no me puedo quejar” o aquella de “es lo que hay”. Yo misma he dicho estas palabras en algún momento pero me niego rotundamente a creerme estas palabras y a acomodarme en una situación concreta sólo por el hecho de pensar que mi situación podría ser peor y que el miedo me paralice ante la posibilidad de encontrar situaciones que me estimulen y me abran nuevas oportunidades que me hagan ser más feliz.

A ese lugar en el que me encuentro cómoda, donde tengo cierto control, se le ha llamado zona de confort. Sobre esta zona de confort podéis encontrar mucha lectura en internet y en una amplia bibliografía relacionada con el desarrollo personal. No pretendo descubrir nada nuevo al respecto que no se haya dicho ya pero sí compartir mi reflexión sobre este tema.
Reconozco que cuando he salido de esa zona donde lo tengo todo controlado, he tenido cierta sensación de vértigo, como si formara parte de un espectáculo de circo donde me lanzara a realizar un número acróbata, sin red, y tuviera un grupo de espectadores a mi alrededor que esperan con incertidumbre a que no me caiga. Es verdad que es difícil salir de esa situación que controlo pero también confieso que sentirme en “la cuerda floja” me genera cierta sensación de bienestar, donde me pongo a prueba a mí misma, donde mi éxito o fracaso depende de mí y eso es algo que me motiva y me da mucha fuerza. Es en esos momentos cuando descubro mis verdaderas fortalezas pero también mis debilidades, descubro barreras que me satisface superar al igual que encuentro obstáculos que no puedo salvar, me llevan al límite y a aprender a manejar mi propia frustración ya que, al menos bajo mi experiencia, no todo es posible y no siempre se cumple aquello de “si quieres puedes”. Durante este proceso encuentro modelos de personas valientes que me inspiran y me ayudan a sacar lo mejor de mí misma, también encuentro personas que incondicionalmente apoyan mis decisiones y refuerzan mi autoestima para no dejar de intentarlo. Del mismo modo se han cruzado en mi camino personas que me limitaban y aprender a no dejar que influyan en mí ha sido muy provechoso.
En todo este proceso tarde o temprano entran en juego mis valores y es especialmente crítico cuando me doy cuenta que quizás es momento de cuestionarlos y reformularlos para que lo que deseo sea coherente y consecuente con aquello que hago. Esto es especialmente complejo y en algún momento me ha llevado a cierta “catarsis” emocional.
Esta reflexión me lleva a pensar que en ocasiones es favorable mantener una actitud conservadora, permanecer en mi zona de confort, pero otras es necesario salir, explorar, decidirme a dar el salto y disfrutar tanto del éxito como del fracaso. Quizás pensar en la probabilidad de fracaso no parece muy optimista pero, a mi modo de verlo, he fracasado más veces y estoy preparada para hacerlo de nuevo porque la posibilidad de éxito siempre me merecerá la pena.
Que paséis una feliz semana!

 

domingo, 10 de mayo de 2015

Alegría

Semana a semana hago referencia de un modo u otro a la felicidad, el bienestar, sentirnos bien,… Una de las fuentes de bienestar para mí es la lectura y dentro de mis lecturas tengo autores cuyas obras retomo de forma recurrente como por ejemplo Mario Benedetti. Este fin de semana he releído parte de la obra Vivir adrede de este autor y me he encontrado con un pasaje que quiero compartir:

Alegría

Uno tiene derecho a la alegría. A veces es humo o es niebla o es celaje. Pero detrás de esas demoras ella está, esperando. Siempre hay una hendija del alma por donde la alegría asoma sus despabiladas pupilas. Entonces el corazón se vuelve más vivaz, se extrae de su quietud y es casi pájaro.

La alegría sobreviene después de las ausencias, al fin de las nostalgias. Si uno se reencuentra con lo amado y su revelación unánime, es lógico que el gozo nos abrace y a uno le vienen ganas de cantar. Aunque no tenga voz, aunque esté ronco de pasadas angustias.

Después de todo la alegría es un préstamo, no nos pertenece. Es una locurita, un premio pasajero, pero la disfrutamos como si fuese propia, como un lucro, como una primavera de la vida. Ella se aferra al tiempo, arrastra un poquito de la infancia y se mete soplando en la vejez.

Semana tras semana, año tras año, la alegría va llenando vacíos. Hasta que no puede más y se vuelve tristeza.

Me llama la atención especialmente el tercer párrafo donde define la alegría como algo pasajero, un préstamo, sabiendo que yo misma puedo buscar esa “locurita” pero sin renunciar al derecho a estar triste en algunos momentos, a sentir que existen ciertos vacíos con los que convivir y otros que llenar sin temer a ser juzgada por ello. Recorrer la vida a veces en la cuerda floja, pero sin renunciar al disfrute de la misma siendo consciente de lo bueno que tengo para disfrutar y aquello que me hace daño que debo superar.


Que paséis una feliz semana!

domingo, 3 de mayo de 2015

Cuestión de equilibrio

En algún post anterior os he hablado de la importancia de fijarnos objetivos y la satisfacción que supone lograrlos, además de fomentar nuestro bienestar y aumentar nuestra autoestima. Me mantengo en la creencia de que en nuestra vida es bueno ponernos objetivos y conseguirlos pero existen hallazgos en los que nos confirman que la felicidad y el bienestar no son consecuencia directa de conseguir un nivel alto de satisfacción sino de mantener un equilibrio saludable de nuestras necesidades. Estas necesidades pueden ser tales como:

  • Necesidad de vinculación: sentir que pertenecemos a algo.
  • Necesidad de autonomía: sentirnos independientes.
  • Necesidad de competencia: sentirnos eficaces y productivos. 
  • Necesidad de autoaceptación: sentirnos satisfechos con nosotros mismos.
  • Necesidad de sentido vital: sentir que nuestra vida es útil. 
  • Necesidad de crecimiento: sentir que tenemos retos y proyectos a largo plazo.


Vivimos en una cultura en la que, por defecto, solemos valorar más el hecho de destacar en algo pero en lo que a felicidad se refiere es más probable que, en términos académicos, aprobemos en todas nuestras necesidades en lugar de tener sobresaliente en algunas y suspenso en otras. Es decir, el bienestar se construye no tanto con grandes éxitos sino con pequeñas satisfacciones adecuadamente distribuidas. Es muy valioso conseguir éxitos en diferentes parcelas de nuestra vida pero siempre que exista un equilibrio con respecto al resto de nuestros ámbitos. Puedes estar pasando un momento de grandes éxitos profesionales pero si otros ámbitos de tu vida nos están cubiertos el bienestar no podrá ser completo y es posible que encuentres cierto vacío.

Es por tanto esencial lograr un equilibrio en nuestro plan de vida de forma que tengamos presentes los elementos necesarios para que emane el bienestar en el presente sin perder de vista nuestras metas en el futuro. A lo largo de nuestra vida ese equilibrio se debilita y nos pone en situaciones de crisis que pueden ser más o menos intensas, esas crisis a veces nos hacen realizar cambios importantes en los que replantearnos nuestra vida, nuestras necesidades y nuestros objetivos. En cualquier caso, lo importante es intentar recuperar el equilibrio en la medida de lo posible.


Que paséis una feliz semana!