Este fin de semana hemos cambiado la hora lo que nos provoca tener una hora menos de la noche del sábado al domingo. A raíz de esto quiero hacer mi pequeña reflexión respecto al tiempo, para mí un verdadero tesoro.
Cada vez valoro más mi tiempo y lo que hago con él. No me gusta tener la sensación de “perder el tiempo”. En cualquier ámbito de mi vida me organizo para aprovechar cada momento; en el trabajo intento optimizar mis tareas, no dedicarle demasiado tiempo a aquello que no aporta valor, en mi vida personal valoro mucho poder dedicarle tiempo a “mi gente” al igual que valoro mis momentos de soledad. En esta misma línea evito dedicar tiempo a tareas o personas que me perjudican de igual modo que espero que nadie me dedique su tiempo si no le aporta nada.
El valor del tiempo radica especialmente, al menos desde mi punto de vista, en que en la vida todo tiene un comienzo y un fin, nada es eterno por lo que todo aquello que llevas a cabo es finito. Por esta razón el tiempo se convierte en algo especialmente valioso.
Esta forma de valorar el tiempo no es común en todas las culturas. En algún momento leí que un viajero europeo se encontraba en un poblado africano esperando un autobús para trasladarse. En un momento dado, mientras esperaba, preguntó por la hora de salida a lo que le respondieron “cuando se llene el autobús” y parece ser que el autobús tardó varias horas en salir, efectivamente cuando estuvo lleno. Esto en nuestra cultura en los tiempos que corren creo que es impensable cuando estamos tan pendientes de los horarios que nos limitan a lo largo del día.
La próxima semana tenemos algún día festivo con motivo de la Semana Santa e incluso alguno de vosotros habrá solicitado algún día de vacaciones para ampliar este tiempo de ocio. Si es así es muy probable que hayáis planificado algún viaje, actividades,… Somos muy dados a llenar el tiempo, a intentar optimizarlo estirándolo para que encaje todo lo que queremos hacer que en otros momentos no nos resulta posible.
¿Qué ocurriría si te haces el regalo del tiempo? Te puedes regalar el “no hacer nada”. Es como darle tiempo al tiempo, como dejar que las cosas ocurran, sin obligarte a nada, sin expectativas de nada. No hacer nada no tiene que ser equivalente a “hacer el vago” (que si en un momento es lo que te apetece también es buena opción). No hacer nada tampoco significa no tener ninguna actividad sino quizás no tener la vida tan estructurada y planificada. De esta manera puedes planear hacer algo concreto un día pero si te surge otra cosa cambias de actividad o de planes sin forzarte a hacer aquello que ya te habías propuesto. Es algo así como no hacer nada, pero sin dejar nada por hacer.
Como comentaba al principio no me gusta tener la sensación de perder el tiempo pero sí me parece importante reservar esos momentos para dedicarle tiempo al tiempo y especialmente, dedicar tiempo a saborear cada momento, sin horarios ni planes cerrados, solo dedicarle tiempo a experimentar lo que sucede.
Que paséis una feliz semana!