Esta semana leí la noticia que narraba como Oliver Sacks publicó un artículo en el New York Times donde comentaba que padece un cáncer terminal a causa del cual le quedan semanas de vida. Oliver Sacks es un famoso neurólogo y escritor de obras muy reconocidas donde se relatan historias relacionadas con la mente humana. El artículo que Oliver Sacks publicó esta misma semana está lleno de optimismo y de reflexiones positivas como herramienta muy útil para afrontar la muerte.
La muerte nos acompaña desde que nacemos. A lo largo de nuestra vida vamos tomando consciencia de ella y según las circunstancias que nos vamos encontrando la podemos tener más o menos presente. Reconozco que a veces pienso en cómo me gustaría vivir los últimos momentos de mi vida y cómo me gustaría sentirme en esa última etapa. Quizás por esto me han llamado tanto la atención las palabras de Sacks en este artículo. (Os dejo el enlace que publica El País por si queréis leerlo completo aquí).
En un momento de su relato comenta que en este tiempo que le queda espera hacer cosas como “estrechar mis amistades, despedirme de las personas a las que quiero, escribir más, viajar si tengo fuerza suficiente, adquirir nuevos niveles de comprensión y conocimiento”. Me gusta esta actitud vital, nada derrotista. Es consciente que tiene poco tiempo pero no va a esperar sin más su desenlace, va a aprovechar para hacer todas las cosas pendientes que le sea posible.
Continuando con su tono optimista afirma que aun así, a pesar de tener muchas cosas que hacer en poco tiempo, “dispondré de tiempo para divertirme (e incluso para hacer el tonto)”. En este punto muchos quizás dramatizarían pero en estas palabras se relata cómo, hasta en ese momento final de su vida, una persona puede divertirse, sonreír,…
Reconozco que cuando he leído alguna parte del relato me ha parecido una buena recomendación como forma de vida, me refiero a lo siguiente: “No tengo tiempo para nada que sea superfluo. Debo dar prioridad a mi trabajo, a mis amigos y a mí mismo”. A veces creo que pierdo el tiempo en cosas que me distraen de lo que realmente es para mí lo importante en mi vida y así poner el foco en lo que me aporta valor.
Me ha gustado especialmente de este relato que es positivo pero realista. En un momento confiesa que la muerte le asusta lo cual considero que debe ser un sentimiento natural en ese momento. Y para terminar lo ha hecho dando gracias a la vida que ha tenido ¿no es un buen modo de asimilar la muerte?
No podemos escoger el motivo y el momento en el que morimos (en circunstancias "normales") pero sí podemos elegir el modo con el que afrontamos este momento, la actitud que queremos mantener frente a nuestra muerte. Creo que podremos tener una actitud más positiva hacia nuestra muerte si hemos intentado tener una vida plena.
Que paséis una feliz semana!