La
autoestima nos permite que nos aceptemos a nosotros mismos tal y como
somos. Aceptándonos y queriéndonos a nosotros mismos tendremos
mayor probabilidad de que nuestras relaciones personales sean mas
saludables. Nuestras vivencias en nuestro desarrollo marcan la
autoestima que tendremos en nuestra edad adulta pero podemos
continuar desarrollando dicha autoestima a lo largo de nuestra vida.
La
autoestima es el resultado de la opinión que una persona tiene de sí
misma desde su apariencia física, sus aptitudes, sus trabajo, sus
relaciones personales,... En realidad la autoestima no depende tanto
de nuestra percepción positiva sobre uno de estos aspectos sino que
debe existir un equilibrio sobre nuestra percepción en su conjunto.
Ya os hable sobre equilibrio la semana pasada, si queréis volver a
leer sobre ello podéis verlo aquí. La autoestima aumenta cuando
vivimos respetando nuestros propios valores y que disminuye cuando
nuestro comportamiento no está en coherencia con ellos. Si quieres
volver a ver sobre valores puedes hacerlo aquí.
Sobre
nuestra autoestima influyen varios factores:
- Confianza en uno mismo: con ella hacemos una predicción real y puntual de que tenemos los recursos necesarios para hacer frente a una situación concreta.
- Autoafirmación: capacidad de abrirse un hueco entre los demás con firmeza.
- La imagen de sí mismo: lo que la persona percibe de sí mismo.
- El yo ideal: lo que la persona desearía ser.
La
autoestima se construye en el contacto con las personas, los padres,
la familia, los amigos, los profesores,... cada uno de ellos influyen
en nuestra infancia y adolescencia sobre la percepción que el
individuo tiene de sí mismo. En la madurez el entorno adquiere un
papel importante que se suma a las influencias experimentadas
durante la infancia: los éxitos, los fracasos, los errores van a ser
importantes a la hora de valorarnos a nosotros mismos.
Nuestra
autoestima guarda un estrecho vínculo con el modo en el que nos
relacionamos con otros. Eric
Berne
fundador del Análisis Transaccional, en colaboración con Franklin
Ernst,
describió 4 formas de comprender el modo en que nos situamos frente
a los demás y que son reflejo directo de nuestro nivel de
autoestima. Las denominó ¨posiciones de la vida¨. Dependen de las
imágenes que nos hacemos de nosotros mismos, de los demás y de las
relaciones que tenemos con ellos.
Hay cuatro posiciones de vida, las tres primeras revelan perturbaciones de la autoestima:
1.- No me acepto, pero acepto a los demás (-+)
Esta posición es resultantes de dificultades en la infancia: modo de educación en exceso permisivo y sobreprotector o demasiado rígido y exigente. Una vez adulto, este individuo no confía en sí mismo ni tampoco en los demás. Admira a los otros y se cree incapaz de hacer lo que ellos hacen. Muy a menudo padece de ansiedad y a veces es depresivo.
2.- Me acepto, pero no acepto a los demás (+-)
Cuando un niño no ha tenido la seguridad y el apoyo necesario para un crecimiento armonioso, y ha debido ¨luchar para existir¨, sucede que, una vez adulto, se hace duro y despreciativo hacia los demás. Esto también puede ocurrir cuando al niño no se le han puesto límites con firmeza y a la vez con tacto. Crece entonces ¨A la buena de Dios¨ y llega a tratar a los demás como si fuesen esclavos a su servicio. Este comportamiento puede resultar a primera vista de ¨alta autoestima¨, lo que no es el caso. Se trata de una actitud que revela una profunda perturbación de la autoestima.
3.- No me acepto ni acepto a los demás (- -)
Esta posición refleja una seria falta de autoestima. ¨¿Y esto para que sirve?¨, ¨¡De todos modos, me van a engañar!¨, ¨¡No vale la pena ni intentarlo!¨, ¨¡ Todos son idiotas!¨. Estas personas almacenan en su interior mucho odio contra el mundo en general. No le ven sentido alguno a su vida.
Este comportamiento puede parecer a primera vista de ¨alta autoestima¨, lo que no es el caso. Se trata de una actitud que revela una profunda perturbación de la autoestima.
4.- Me acepto, reconozco mi valor y acepto a los demás reconociéndoles el suyo (++)
Estas personas tienen una autoestima excelente. Su diálogo interior es positivo. Frente a un nuevo reto, su vocecilla interior les dice: ¨ ¡Lo vas a conseguir, tú puedes, venga!¨. Para quienes viven esta posición, les es posible vivir plenamente aceptándose con sus sombras y sus luces, siendo capaces de abrirse, de escuchar y de ser realistas.
El
hecho de trabajar sobre nuestra autoestima va a influir directamente
en nuestro bienestar con lo cual os invito a reflexionar sobre cuánto
“os queréis” y si no es suficiente que trabajéis para mejorar
esa autoestima.
Que
paséis una feliz semana!