“Se
dirigió entonces hacia ellos, con la cabeza baja, para hacerles ver
que estaba dispuesto a morir. Y entonces vio su reflejo en el agua:
el patito feo se había transformado en un soberbio cisne blanco.”
(H.C. Andersen).
Hoy
quiero hablaros de la capacidad que tiene el ser humano para
enfrentarse a las adversidades, sobreponerse a ellas y salir
fortalecido de la experiencia. Esta capacidad se denomina
RESILIENCIA.
El
término Resiliencia proviene del latín “resiliere” y significa
saltar hacia arriba. En física se hace referencia al término
“resileo” que significa la capacidad de los materiales de volver
a su forma cuando son forzadas o deformarse.
Las
ciencias sociales se han basado en estos conceptos para describir
fenómenos en personas que, a pesar de vivir en situaciones de
adversidad, desarrollan conductas que les conducen a tener alta
calidad de vida.
Los
primeros estudios sobre resiliencia fueron en los años 70 con niños
en situación de riesgo como el maltrato,... ya en estos estudios de
hizo notar que la base de la resiliencia es la autoestima.
Desde
mi punto de vista debemos tener en cuenta la resiliencia a la hora de
educar a nuestros niños y jóvenes ya que no se nace resiliente, ni
se adquiere de forma natural sino que depende de la interacción de
la persona con su entorno. Un claro facilitador de resiliencia es la
presencia, en el desarrollo del niño, de una relación emocional
estable con al menos uno de sus padres o con un adulto significativo.
Melillo
y Suárez Ojeda (2001) destacan factores protectores a lo largo del
desarrollo de los niños y adolescentes que promueven comportamientos
resilientes. Estos factores son protectores si interactúan con el
medio en que rodea a las personas en momentos determinados. Si actúan
de forma independiente no son protectores. Os detallo los protectores
personales y familiares que destacan estos autores:
Protectores personales
- Habilidades cognitivas
- Buen temperamento en la infancia que con el tiempo desarrolla una personalidad adaptable
- Percepción positiva de sí mismo
- Autoeficacia
- Fe y sentido de la vida
- Mirada positiva de la realidad
- Capacidad de autorregulación emocional y de impulsos
- Reconocer sus talentos y que les reconozca la sociedad
- Sentido del humor: permite afrontar la adversidad mediante su efecto liberador, aminorando el estrés, ansiedad y culpa
Protectores familiares
- Buena relación con los adultos que cuidan del niño
- Padres que se preocupan por el niño que marcan una estructura, ponen límites y crean expectativas. En definitiva, se involucran en su crianza
- Clima familiar positivo y buena relación entre sus padres
- Ambiente hogareño organizado
- Relaciones cercanas con adultos competentes
- Contacto con pares de similares características
La
resiliencia tiene relación directa con las emociones positivas ya
que la repetida experimentación de tales emociones es una
característica de las personas resilientes.
Es
importante cultivar nuestro bienestar y nuestras emociones positivas
desde edades tempranas y en ese aspecto los adultos tenemos mucho que
aportar a nuestros pequeños y jóvenes para apostar por una sociedad
a futuro resiliente y, por qué no, feliz.
Que
paséis una muy feliz semana!