Me
encantan las películas de superhéroes. Esos seres que, por una u
otra razón, son dotados de poderes especiales y se sienten en el
deber moral de utilizar esos poderes para ayudar a los que sufren sin
recibir nada a cambio. Seres que en algún momento muestran su propia
debilidad y llegan a plantearse pasar “al lado oscuro” y utilizar
sus poderes para otros fines que no sean el bien de la humanidad.
Pero siempre triunfa la bondad y el buen hacer del protagonista y estas películas acaban teniendo un final feliz de esos en los que los malos pagan por
sus fechorías y a los buenos se les reconoce el mérito de su buen
trabajo.
Pero
a lo largo de mi vida he tenido noticias de actos heroicos de
personas que no aparecen en esa gran pantalla de cine, que no tiene a
su alrededor efectos especiales de última generación, que incluso
pasan desapercibidos y no tienen súper poderes. Esas personas que me
siguen recordando lo maravilloso que es el ser humano, ese ser que se
supera a sí mismo de forma permanente y que llega a ser capaz de
poner en juego su propia vida por otro ser humano que lo necesita.
Hay
personas que cada día van a trabajar a desempeñar funciones que en
algunos casos supone poner en juego hasta su integridad física.
Desde mi punto de vista todo el gremio de policías, bomberos y
sanitarios esta semana son, mas que nunca, superhéroes.
Pero
hay muchos más superhéroes a nuestro alrededor. Esas personas que
colapsaron los servicios de donación de sangre, se llegó a calcular
una distancia de más de un kilómetro de personas que esperaban
horas a realizar una donación por si servía de ayuda. Personal
sanitario que, de forma voluntaria, acudieron directamente a los hospitales para prestar su ayuda
de manera que igualmente saturaron los servicios. Policías y
bomberos que no dudaron en utilizar los recursos de los que disponían
para salvar el mayor número de vidas posible. Esas personas que
llevaron mantas, improvisaron camillas, rompieron con sus propias
manos las duras ventanas para acceder a las personas que necesitaban
su auxilio y todos los que nos emocionamos viendo cómo actuaban
todos estos héroes y pensábamos impotentes cómo podríamos ayudar
para mitigar semejante dolor.
Esta
ha sido una de tantas muestras que nos indican que, a pesar de que
muchas veces el ser humano pasa “al lado oscuro” como los
superhéroes del cine, somos capaces de obrar hazañas incluso de
mayor calado que los que vemos en la gran pantalla.
Desde
aquí quiero enviar mi más profunda admiración hacia todos estos
héroes de carne y hueso. Gracias por recordarnos al resto de los
seres humanos de lo que es capaz nuestra especie.