El perdón junto a la gratitud es una buena forma de
conseguir que algunas emociones de nuestro pasado nos provoquen bienestar. En
anteriores entradas hablábamos de la gratitud así que hoy lo dedicamos al
perdón.
Según Martin Seligman aprender a perdonar ofensas de
épocas pasadas reduce la amargura que impide la satisfacción. Reduce el efecto
deprimente de los sucesos negativos y puede transformar los malos recuerdos en
buenos.
Esta fortaleza implica perdonar a aquellos que nos han
ofendido o hecho daño. El perdón implica la aceptación de las deficiencias y
errores de otros, dando a la gente una segunda oportunidad y dejando de lado la
tentación de mantener el rencor o comportarse con venganza.
Personalmente sé que es muy difícil perdonar según qué
ofensas y dejar de lado nuestro instinto rencoroso y cierto odio hacia la
persona que nos proporciona un daño en un momento determinado. Pero si que he
vivido en mi piel la satisfacción que produce perdonar y olvidar, es decir,
echar pelillos a la mar!! Por esta razón
hoy os remito algunos ejercicios creados para potenciar ese perdón que tantas
veces nos cuesta dar.
- Recuerda alguna ocasión en la que ofendiste a alguien y fuiste perdonado, extiéndelo hacia otras personas y recapacita sobre tus emociones en ese momento.
- Evalúa tus emociones antes y después de perdonar a alguien. Puedes comparar estas emociones con las que obtuviste al ser perdonado.
- (Quedarse solo con el alivio es poco constructivo, intenta profundizar en todas esas emociones)
- Cuando recibas una ofensa intenta entender, desde el punto de vista del ofensor, sus motivos, sus emociones.
- Queda con una persona que te ofendió en el pasado. Puedes decirle que le has perdonado o simplemente ser agradable en tu interacción con él.
- Intenta ser consciente del daño que te produce sentir rencor. Identifica como el rencor te tortura emocionalmente. Produce emociones desagradables como la ira, odio, miedo y preocupación, tristeza, ansiedad, culpa,... Escribe tres formas en que estas emociones desagradables afectan a tu comportamiento. Puedes reflexionar en si te compensa sentir ese rencor o es mejor invertir en minimizarlo.
Quizás no siempre funcione pero si
conseguís perdonar de verdad comprobareis lo satisfactorio que resulta y que,
paradójicamente, el perdón tiene más efecto beneficioso para el que perdona que
para el perdonado.